Camiseta roja, pantalón azul y zapatillas
María Sergia Martín González- towanda Una nutrida concurrencia de medios difundió la noticia y la Humanidad miró hacia la orilla. Pero aquella imagen del cuerpo menudo, escupido sobre arena, solo arropado por la transparencia del mar de Turquía, hizo más: resquebrajar su pirámide interior. El viejo magistrado, fiel a los principios laureados desde que comenzara a estudiar leyes, sintió nauseas ante tamaña pasividad. Con todo en contra, dispuso actualizar sus datos colegiales, liberar su toga y ser voz de los que siempre pierden.
De campamento en campamento, afeó a Europa su abulia por los valores de respeto y dignidad…
Redactando un manifiesto, reparó en una niña que asía un cartón con algo escrito. Deambulaba ausente arrastrando una muñeca rota. Esquivando miradas. El viejo se acercó pronunciando la palabra escrita, “Zeinab”, mientras sacaba de su mochila una piruleta. La pequeña giró la cabeza buscando los labios que susurraban su nombre y, aferrándose a esa mano, sonrió.
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Hola, Towanda.
Formidable el cambio se su señoría. Y una piruleta como el símbolo de esa dulzura para con los niños, los paganos de las tropelías de los mayores. Todavía le queda camino por recorrer al viejo magistrado, Europa y luego el mundo. Porque el mundo como está…
Un beso y suerte. Ya tienes un voto.
Hola, Eduardo.
La piruleta es el quiz de la cuestión, como símbolo de dulzura (que tú tan bien comentas), como símbolo de entrega, de acercamiento… Menuda palabra tan increíble para formar un relato de abogados.
Tú que eres curioso, te diré que el micro está basado en la figura de un viejo letrado italiano Paolo Mengozzi que con 78 años aún es capaz de «meter caña a las conciencias».
Muchísimas gracias y todo mi cariño para ti.
Enhorabuena, Towi. De nuevo por estos lares y ahora con un relato precioso en un escenario de vergüenza que no es difícil reconocer.
Suerte y un abrazo.
GRacias, Rafa.
Es un escenario duro y vergonzante, la verdad.
Un abrazo enorme y gracias por acercarte por aquí.
Otra vez lo vuelves a hacer con un micro que destila valores puros, como la solidaridad hacia los más desfavorecidos.
Amargo y dulce.
Enhorabuena, María Sergia por tu facilidad para crear grandes historias en espacios tan breves.
Suerte!!
Hola, Marquina.
Me alegra mucho que el micro te haya sugerido tantas cosas.
Eres muy generosa y te lo agradezco en esta mañana de sábado.
Un abrazo enorme y a ver cuándo te animas tú a escribir algo que, seguro, que lo haces muy bien.
Enhorabuena por este relato tan entrañable. Mi voto para él y para ti.
Un abrazo grande, grande.
Hola, Anna.
Te agradezco mucho tus palabras porque sé lo buena escritora que eres y que tú me lo digas me hace estar contenta.
Gracias y me alegro mucho de volver a leerte por aquí, también.
BEsazos y suerte para tu apuesta de marzo.
Qué hermoso, María. Qué forma de hacernos ver la cruda y despiadada realidad.
Gracias, gracias y gracias.
Te dedico mi mayor aplauso del año.
Hola, Rakel.
Me alegra mucho tu comentario. Es un placer escribir con palabras como las tuyas.
Un millón de gracias y unos abrazos inmensos.
Towi… te vas superando en cada relato, éste, particularmente, me ha llegado especialmente. La imagen del niño «escupido» sobre la arena me ha sobrecogido (al principio había entendido «esculpido», imagen que que tampoco estaría mal, lo que es la asociación de ideas, eh?).
Tienes la capacidad y el don de crear historias humanas, emocionantes, verosímiles y en este caso,tristemente reales.
Enhorabuena, Towi, y gracias por regalarnos esta preciosa historia.
Felicidades por el premio del mes pasado!!!
Un fuerte abrazo y un besazo
Marta
Hola, Marta.
La imagen «escupido» suena durísima, casi despiadada, con un pequeño como el del que habla el micro, pero qué mejor forma de describir la dureza que me persigue desde que se difundió la fotografía en todos los medios. Yo no sé las soluciones, pero dejarles morir en el agua creo que es la peor de todas las posibles.
Gracias por tu amabilidad en el comentario. Jó, qué alegría me has dado.
Un beso gigantesco y deseando leer tu «piruleta».
Emoción, María, en estado puro y a flor de piel.
Hay imágenes preciosas en tu micro como ese «La Humanidad miró hacia la orilla» o «el cuerpo escupido sobre arena» o «ser voz de los que siempre pierden»…
Qué te podría decir aparte de que es una delicia siempre leert.
Salu2 y suerte.
Hola, Carmen.
Si en algo valoro yo la profesión de los que defienden los derechos de los demás es en la tercera frase que citas: «ser voz de los que siempre pierden».
Gracias infinitas por acercarte a comentar y unos abrazos.
Me resulta curioso que la palabra «piruleta» te haya inspirado esta historia, María S. Pasa como con el test que titula otro de los micros seleccionados: esa palabra, como las manchitas, puede tener infinitas connotaciones para quien las contempla. En todo caso, es la materialización de la dulzura y la noble compasión que son contrapunto para las amargas circunstancias en que se desenvuelve el relato. Felicidades y mi voto.
Un abrazo, amiga.
Hola, Manuel.
Así fue, todo empezó con «piruleta». Me parecía una palabra que no cuadraba mucho con el resto y decidí empezar por ella. Enseguida, me vino la imagen de una niña sola, huérfana, arrastrando una muñeca y un cartón con su nombre (probablemente, escrito por su madre)… y el resto se hizo solo para recrear el acto de la entrega y la pronunciación de ese nombre escrito.
Qué grande eres y qué comentario tan bonito me has regalado.
Gracias y mucha suerte para tu micro, que se la merece.
Un bello relato. El día que tiremos las pirámides igual nos encontramos con una persona.
Hola, Litis.
No lo dudes, detrás de los muros hay personas que luchan por sus ideales, también fanáticos, pero ellos se pierden el significado de las libertades.
Gracias por acercarte.
Saludos.
A sus pies… rendida a sus pies, sin paliativos.
Hola, ClaraFrancia.
Genial, muchísimas gracias.
Un saludete.
La imagen que hizo volver a Europa la cara y mirar hacia la orilla, también, me rompió algo por dentro como a tu protagonista.
Enhorabuena, María Sergia.
Me ha gustado infinito tu cuento.
Hola, Quique.
La imagen nos perseguirá durante mucho tiempo. Y no es una imagen única porque he visto más del abandono que están sufriendo cientos de miles de personas y me han dolido tanto como esta. Quizá la del pequeño Aylan sea capaz de mover algo dentro de los que pudieran tener en sus manos la solución.
Gracias por tus palabras.
Un abrazo enorme.
Como siempre genial. Me ha encantando y me ha sobrecogido.
Un abrazo.
Hola, LuisCar.
Lo cierto es que la imagen sobrecogió al mundo entero, lástima que fuera solo una fracción de segundo, ¿no te parece?
Un abrazo grandísimo y gracias por comentar.
Hola, qué micro tan bueno, por el tema tratado y la manera tan real y crítica de contarlo. No te deseo suerte, porque no la necesitas con tu buen hacer.
Besitos
Hola, Asun.
Gracias por tu amable comentario. En cuanto a la suerte, creo que todos la necesitamos. Unos para unas cosas y otros, para otras. Yo quiero un poquito de suerte, aunque me doy por contenta con estar un mes más participando.
Abrazos y besos.
Esta vez no me vas a encontrar, han «escupido» mi relato a los no seleccionados, con piruleta y todo, je, je…
Otra vez será!!!
Un beso!!
Marta
Hola, Marta.
Jolines, qué corage!!
Me gusta mucho tu forma de unir palabras y crear tu universo particular martatrutxuelano.
En fin, lo siento mucho. A ver si tenemos suertecilla y nos vemos en abril.
Un abrazo grandísimo.
Cuánta ternura y sensibilidad destila tu relato, Towanda. No necesitas suerte pero yo te la deseo. Cómo no.
Hola, Yolanda.
Me alegro de que mi micro te resulte tierno y sensible. También es duro y lo más triste de todo es que es real.
Sobre lo de la suerte, claro que la necesito, si no para esto sí para el día a día, así que muchas gracias por deseármela.
Besos y gracias.
Estimada, María Sergia.
Qué gran relato se ha sacado su señoría de la manga.
Un agrazo de un rendido admirador.
Hola, Ernesto.
Pues se lo agradezco mucho.
Ese «agrazo» me ha llegado al alma.
El título te lleva por un lado y el texto te viene a situar en el sitio exacto, el de los que «siempre pierden».
Veo que el final abre la puerta a la esperanza y me aferro a ella como Zeinab a esa mano del viejo magistrado.
Un texto prosaico y poético a partes iguales.
Saludos y suerte.
Hola, Camelia.
Prosaico y poético… me gusta que pienses eso. Se abre la puerta, efectivamente, en este micro no quería que «los que siempre pierden» volvieran a perder…
Muy agradecida por tus generosísimas palabras.
Abrazos y gracias.
Buenas, María Sergia.
Qué desazón he sentido al imaginarme a la pequeña Zeinab deambulando sola por un campamento, esperando a que alguien le brindara una mano o deseando volver a escuchar su hermoso nombre.
Un buen microrrelato, un voto.
Hola, Fresno.
Fíjate qué hecho tan pequeño como el de llamar por su nombre a una persona, darle su identidad, es a la vez tan grande y rotundo.
Gracias, por tus palabras.
Saludos.
Porque realmente es muy, muy, muy bueno, te doy mi voto… ¡qué te pensabas!
Un besote, escritora.
Hola, Rosy.
Bueno, me alegro de que te haya gustado la historia y que te parezca un micro bueno.
Con esas palabras y tu afecto me retiro a mis aposentos tan contenta.
Un abrazo enorme y muchísimas gracias por acercarte a comentar.
Interesante propuesta.
Saludos.
Me alegro mucho que te parezca interesante.
Muchas gracias, Isi.
Un abrazo.
A veces las palabras, cuando se pronuncian con respeto, cariño, justicia, llegan más lejos que las bombas. Eso le pasó a ese niño de tu historia.
¡Saludetes!
Hola, BlasMar.
Efectivamente, así es. La palabra tiene poderes que desconocemos: igual te elevan a lo más alto que dichas a destiempo son capaces de hundirte.
En mi historia, es una niña la que escucha su nombre, pero tienes razón.
Un abrazo y saludetes para ti.
Maria Sergia, harían falta que unos pocos tomáramos ejemplo de tu abogado.
Gracias por tu propuesta y enhorabuena.