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OPINIÓN
EL ARTE DE ABOGAR
LA ÉTICA
DEL ABOGADO
E l oficio de abogar ha veni-
do generando lentamente y
desde antiguo en el aboga-
do unas formas de hacer o
maneras de actuar, ligadas
a su prestación material,
que se fueron incorporando a sus propios
requerimientos factuales hasta conver-
tirlo, de oficio, en arte o facultad. Son
comportamientos de valor, en tanto que
implican una renuncia al interés propio
en favor del interés ajeno, se llaman ética
y generan una extraordinaria cantidad de
confianza social y personal.
De modo que nadie los inventó porque sí, ni son la
ocurrencia de un sabio, ni están inspirados por la di-
vinidad, ni tienen finalidad salvífica o de perfección,
sino que son hijas de la necesidad, que imponen el
trascendente objeto del propio oficio de abogar y la
dignidad humana, tanto de quienes lo practican como
de a quienes aprovecha.
Porque ese objeto y esas dignidades
humanas compartidas conviven en el te-
rritorio personalísimo de la defensa de la
propia vida, de la libertad, de la integri-
dad física y la salud personal, del patri-
monio, de los afectos y de todos los demás
derechos protegidos, situado casi a flor de
piel y en esa intimidad personal a la que
no dejaremos que nadie se acerque si no
pertenece a nuestro círculo de máxima
RAFAEL confianza y en el que precisamente pue-
DEL ROSAL
de y consigue ingresar el abogado con sus
GARCÍA Abogado
conductas de valor, que tanta generan y
que practica con tal fin.
Conductas éticas del abogado que se
mantienen así hasta hoy, porque son ya
parte inseparable de sus artes y sin ellas
resulta absolutamente imposible abogar.
Hasta el punto de que en un momento
LA VISIÓN DE DODOT
Junio 2017 _ Abogacía Española _ 39