12 marzo 2014
Iván Cortina: “El Máster de la Abogacía supuso para mí una reconciliación con el Derecho”
Iván Cortina, un joven abogado asturiano, terminó la carrera de Derecho hace algunos años por el plan antiguo y no tenía por tanto obligación de hacer un Máster para ejercer la Abogacía. Sin embargo, decidió hacerlo para ponerse al día y, sobre todo, para “adquirir conocimientos prácticos que no se proporcionan en la facultad”. Su trabajo final sobre la pequeña delincuencia patrimonial le valió un sobresaliente. “Sufrido seguidor” del Sporting de Gijón, estudió Derecho por su componente social pero echa en falta un sistema de prácticas profesionales como el existente desde hace años en otros estudios universitarios como Empresariales o Medicina.
Pregunta.- Hace unas semanas superó el máster de la Abogacía. Sin embargo, usted es licenciado y no graduado y, por tanto, no tenía obligación de hacerlo. ¿Qué le empujó entonces?
Respuesta.- Después de varios años apartado del mundo del Derecho y con otras ocupaciones, surgió la posibilidad de cursar el máster y consideré que era una opción más que interesante para refrescar conceptos teóricos y sobre todo adquirir conocimientos prácticos que no se proporcionan directamente en la Facultad. Además, el hecho de que en el programa del máster se incluían períodos de prácticas me terminó de por convencer. Puede decirse que supuso una cierta reconciliación con el Derecho.
P.- ¿Qué le ha aportado este máster a sus estudios en la Facultad de Derecho?
R.- Fundamentalmente el aspecto práctico. No sólo hemos aprendido a diseñar los documentos más habituales en la vida diaria de la abogacía sino que además me ha servido para tener un contacto directo con al realidad de los distintos operadores jurídicos, conocer cómo funcionan las instituciones y vivir el día a día de un despacho profesional, algo que sólo se puede aprender fuera del aula.
P.- A su juicio, ¿qué le falta a los estudios de Derecho en España? ¿Qué echa de menos a la hora de empezar a trabajar?
R.- El modelo ofrecido en la Facultad de Derecho necesita profundizar en los aspectos prácticos, precisamente lo que se encuentra en las Escuelas de Práctica Jurídica, máxime cuando un buen porcentaje de los alumnos de la Facultad de Derecho tienen vocación de dedicarse al ejercicio de la abogacía. Es algo que se ha comentado durante años entre el alumnado, es una queja unánime. Respecto a la incorporación al mercado laboral, creo que se echa en falta una conexión directa entre Universidad, instituciones judiciales y despachos profesionales. Se echa en falta un sistema de prácticas profesionales como el existente desde hace años en otros estudios universitarios como Empresariales o Medicina.
P.- ¿Qué hace ahora? ¿Ya está trabajando?
R.- A finales de octubre me incorporé como letrado en prácticas en Oviedo, a las órdenes de Luis Tuero y Bárbara Sánchez, en un despacho multidisciplinar, con una notable carga de trabajo y que con los años ha experimentado una especialización hacia la rama del Derecho Penal, y goza de un notable prestigio en esta materia.
P.- ¿Qué es lo que más le ha sorprendido? ¿Hay mucha diferencia entre cómo se imaginaba el trabajo de abogado y cómo es realmente?
R.- Me he encontrado más o menos lo que esperaba. Es cierto que se hace mucho más trabajo de consulta y de gestión diaria del despacho de lo que la gente puede pensar. Quizás la sociedad tiene la imagen del abogado que pasa todo el día en el juzgado, pero desconocen que hay que estar también presente en el despacho el mayor tiempo que se pueda. Los pleitos no siempre terminan con la sentencia, detrás viene más trabajo, sobre todo en la rama penal.
P.- ¿Por qué estudió Derecho?
R.- Para mí el Derecho tiene un componente llamemosle social. Implica un contacto directo con las personas, los abogados y abogadas estamos aquí para tratar de solucionar los problemas de la gente. Es una profesión muy dinámica e interesante y la verdad es que te hace sentirte útil para la sociedad. Además te ofrece un amplio abanico de conocimientos, pues si tienes entre manos un asunto, por ejemplo, de una responsabilidad médica, te acerca al mundo de la medicina. Al final te permite ampliar tu cultura general. También es cierto que es una profesión que exige un importante nivel de responsabilidad.
P.- ¿Por qué decidió hacerse abogado?
R.- Curiosamente en un primer momento no fue mi prioridad. Fue a raíz de mi estancia en una asesoría, realizando prácticas profesionales derivadas de un curso de gestión de nóminas, cuando empezó a nacer mi interés por el ejercicio profesional. Puede decirse que aquella experiencia fue la que me impulsó definitivamente a orientar mi futuro profesional.
P.- ¿Qué supone para usted el Colegio de Abogados? ¿Qué le aporta?
R.- En el caso concreto del Colegio de Abogados de Oviedo, en el que estoy inscrito, valoro muy positivamente el programa formativo que desarrolla. Son frecuentes los cursos, jornadas y congresos en los que se proporciona a los abogados en ejercicio y a los que damos los primeros pasos en este mundo un reciclaje continuo, que además permite el intercambio de conocimientos y el trato directo con otros compañeros y compañeras.
P.- Su trabajo de fin de máster se titula “El marco penal de la pequeña delincuencia patrimonial y sus perspectivas de reforma”. ¿Podría resumir brevemente las conclusiones?
R.- Mi trabajo se ciñó a la delincuencia patrimonial, concretamente al tipo delictivo del hurto. Consistió en una triple comparativa entre la regulación existente hasta la aprobación del Código Penal de 1995, la regulación vigente, y el Proyecto de Ley Orgánica de reforma que se está tramitando actualmente en el Parlamento. Llegué a 4 conclusiones principales que, en mi opinión, caracterizan la reforma planteada: 1) la innecesariedad de la reforma en materia de hurto, en especial en lo que se refiere a la inclusión de determinados nuevos supuestos agravados; 2) la falta de proporcionalidad de las nuevas penas previstas para la pequeña delincuencia patrimonial; 3) el retorno al llamado “Derecho penal de la peligrosidad” y 4) el riesgo de incurrir en problemas concursales. Y el “populismo punitivo”
P.- ¿Le parece razonable que el Código Penal se someta a reformas constantes?
R.- No es de recibo que desde la promulgación del CP de 1995 se haya venido parcheando la regulación, muchas veces a golpe de populismo o de titular de prensa. No puede caerse en la popular afirmación de que “los delincuentes entran por una puerta y salen por otra”, hay que recordar que nuestro país tiene una de las tasas de población reclusa más altas de la UE. Es necesaria una reforma del Código Penal, pero seria y proporcionada y en la que se aproveche para incidir en el fin reeducador y resocializador de las penas de prisión. Y sobre todo, en mi opinión, es fundamental que no se aproveche ninguna reforma para criminalizar la movilización social.
P.- ¿Cree que la justicia es igual para todos?
R.- Me limitaré decir que hay una evidente falta de proporcionalidad a la hora de castigar determinados delitos. Quiero pensar que se juega con la misma baraja sea quien sea el imputado o imputada, aunque entiendo que, con los últimos acontecimientos que podemos ver en los medios de comunicación, la sociedad tenga sus dudas al respecto.
P.- ¿Está de acuerdo con que el mejor abogado es el que tiene la minuta más elevada?
R.- No, en absoluto. El mejor abogado o la mejor abogada es quien le dedica tiempo y esfuerzo a sus clientes. Una minuta elevada no es sinónimo de dedicación o de esfuerzo. Tampoco comparto el desprestigio del abogado de oficio, pues se trata de profesionales con una clara vocación de servicio, muchos de ellos jóvenes, que se toman muy en serio su trabajo. Cada profesional valorará su trabajo como estime más conveniente, pero sinceramente, creo que hay que ser proporcionados y sobre todo realistas con la situación actual. Y sobre todo tener en cuenta las circunstancias económicas del cliente, ser flexibles. Aunque también es cierto que el desempeño de nuestra profesión nos acarrea unos gastos fijos (seguro de responsabilidad civil, cuotas colegiales, gastos de despacho) que tenemos que cubrir necesariamente y eso es algo que el cliente también tiene que comprender y aceptar. Habrá que saber conjugar ambas cuestiones.
EN PRIMERA PERSONA
Soy natural de Pola de Laviana (Asturias), una pequeña localidad de la comarca minera del Nalón. Nací en 1977. De momento, no tengo pareja ni hijos. Aunque ahora tengo menos tiempo libre, tengo mis aficiones, fundamentalmente la montaña y compartir viajes y salidas con amigos. También soy sufrido seguidor del Real Sporting de Gijón. Aunque mis ramas jurídicas predilectas son Penal, Civil y Laboral, guardo especial recuerdo de Miguel Presno, profesor de Derecho Constitucional, y de Ana Rosa Argüelles, profesora de Derecho Laboral. Eran y siguen siendo unos grandes profesionales, que al margen de tener una alta capacidad de transmitir conocimientos, tenían una relación muy directa con el alumnado, que facilitaba el interés por la materia. Suelo contar muchos chistes, ¡pero lo cierto es que no se me ocurre ninguno relacionado con la Abogacía!
LISTADO DE TODOS LOS MÁSTERES DE ACCESO A LA ABOGACÍA