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19 junio 2017
Gestiona tus emociones (I)
El abogado, como persona que es, tiene emociones, unas positivas y otras negativas. Tener emociones positivas está muy bien, pero ¿qué sucede cuando las emociones son negativas? Las emociones negativas pueden afectar a tu estado de ánimo, a tu desempeño profesional y a tus relaciones. Imagina que por la mañana has tenido un juicio en el que no te ha ido bien: el abogado de la parte contraria te ha “catapultado” con sus argumentos y tu actuación no ha sido buena. Este hecho, si no haces una buena gestión de las emociones que sientes, te puede condicionar el resto del día. Y así, si por la tarde tienes la visita de un nuevo cliente, una reunión con otros compañeros de la firma, etc. quizás actúes bajo mínimos, no muestres todo tu potencial y te lleves el malestar a casa. Además, una emoción mantenida en el tiempo puede convertirse en un estado emocional. Si ante tus primeros juicios sientes ansiedad, lo que en principio es normal, pero no sabes gestionarla adecuadamente, además de afectar a tu desempeño bloqueándote, creándote malestar, etc. puede convertirse en un estado emocional que podría ampliarse a otras situaciones de tu vida. Pero ¿qué puedes hacer para gestionar bien tus emociones y evitar que sean ellas las que te gestionen a ti?
En este artículo te ofrecemos una primera aproximación al tema de las emociones con el objetivo de que puedas tomar conciencia de la importancia de identificarlas y gestionarlas de forma adecuada. Gestionar bien tus emociones tiene un doble efecto: a nivel personal (lograr un buen equilibrio vital) y a nivel profesional (evitar que una emoción influya en tu ejercicio profesional).
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Entender qué son las emociones
“Las emociones son una respuesta neuro-psicofisiológica y subjetiva ante una situación, que provoca un cambio en el estado de ánimo y condiciona la respuesta que damos”. De esta definición, se derivan dos consecuencias: a) la emoción, es una respuesta automática, que surge queramos o no y b) lo que sí podemos hacer es gestionar lo que sentimos. Es decir, no podemos controlar que aparezca, pero sí que podemos decidir cómo la gestionamos.
Imagina que has dedicado unas cuantas horas a un caso, has tenido varias reuniones con tu cliente, has preparado a fondo el juicio, te sientes orgulloso de tu actuación en el mismo pero posteriormente la sentencia no es favorable y lo pierdes; nada podrá evitar que aparezca una emoción negativa (ira, tristeza, etc.). Te sentirás mal, pero depende de ti cómo gestionas esa respuesta emocional.
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Hacer una interpretación realista de la situación
Es importante asumir la responsabilidad en nuestra interpretación y evaluación de la situación vivida. A través de esta interpretación, puedes mantener y/o acrecentar esa emoción o minimizarla y/o hacerla desaparecer.
En el caso anterior, ante la sentencia desfavorable, puedes hacer una interpretación positiva diciéndote: “yo he hecho todo lo que estaba en mi mano para ganar este juicio, y enfadándome, deprimiéndome, etc. ¿qué arreglo? La sentencia no va a cambiar”.
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Reconocer la emoción
Es importante tomar conciencia de la emoción que sientes y legitimarla, es decir asumir que: “Lo que tengo es miedo”, “Lo que siento es rabia”, etc. “Lo que se nomina se domina”. Si la tapamos o no la reconocemos, queda escondida, se ira acumulando y / o bien explotaremos cuando y con quien menos nos interesa. En el caso anterior, si no gestionas bien la emoción que sientes, puede ser que la ira “la pagues” con un compañero de despacho o si es desánimo lo que sientes, este te influya en la relación con un cliente nuevo, que puede llevarse una mala impresión de tu persona y plantearse si contrata tus servicios. Con lo cual a la sentencia desfavorable, se une el haber perdido un cliente. ¿Gestionar mal las emociones compensa?
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Comprender por qué está surgiendo esa emoción
Es importante que analices qué situación, persona, hecho, dispara tu emoción negativa. Esta es una buena práctica para identificar y prevenir dar una respuesta inadecuada cuando surja ese estimulo. Así, analiza ante qué estímulo aparece la emoción: “Tengo miedo porque tengo un juicio”, “Estoy triste porque no consigo clientes”, “Siento rabia porque a otros compañeros les va mejor que a mí”…
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¿Por qué sentimos determinadas emociones?
Hay cuatro emociones básicas: alegría, tristeza, miedo e ira. Pero, ¿qué hay detrás cuando sentimos cada emoción especifica?
- Sentimos MIEDO cuando nos enfrentamos a una situación que para nosotros supone una amenaza y hemos de preguntarnos: ¿Por qué o por quién me siento amenazado/a? (Por ejemplo: “un nuevo caso que no tengo muy claro cómo resolver, o un nuevo compañero de despacho”…)
- Sentimos IRA ante una situación en que se frustra la consecución de lo que queremos y has de preguntarte: ¿Qué está frustrando mi expectativa? (Por ejemplo: “pensaba que iba a ganar este juicio y la sentencia ha sido desfavorable”, “ una mala práctica de mi competencia” …)
- Sentimos TRISTEZA ante una situación de pérdida y hemos de preguntarnos: ¿Qué siento que estoy perdiendo? (Por ejemplo: “pérdida de un cliente”, “perdida de una persona querida”….)
Identificar la emoción que sientes te permitirá trazar un plan de acción: definir qué acciones has de poner en marcha para cambiar esa emoción y gestionar de forma adecuada la situación concreta. En el siguiente artículo, te ofreceremos técnicas concretas, para que aprendas a gestionar tus emociones negativas y que no sean estas las que te gestionen a ti.
Maria Antonia Carmona Carles
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