25 octubre 2018
Elena Villares, escritora: “Los abogados existen porque el ser humano no es capaz solo de llegar a un acuerdo con su adversario”
Por María José Cámara
La jurista y escritora canaria Elena Villares sorprende al público con su nueva novela La Toga. Una obra con tres narradores: una abogada, un preso y una toga, con la que pretende atrapar al lector mostrando la realidad jurídica desde diferentes puntos de vista, todos ellos unidos por la profesionalidad y la simbología que caracterizan a la profesión.
Esta colegiada no ejerciente, apasionada por la escritura, destaca que con su obra quiere acercar la figura de los abogados y abogadas al público, realizando al mismo tiempo una radiografía de la sociedad en la que discurre la trama.
Villares es licenciada en Derecho por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, ha colaborado en libros colectivos de poesía y relatos cortos como Canarias y el mar atlante (2003), Relatos del taller (2007) y Voluntad y palabra (2009). También ha coordinado la revista Aturuxo, de la Casa de Galicia en Las Palmas, donde ha publicado artículos de investigación jurídica, como El juicio histórico en la sentencia: la prueba indiciaria o La propiedad intelectual: derecho incorporal.
- En su obra, la toga no solo da título al libro, sino que además es un personaje de la trama. ¿Qué representa esta prenda para un abogado?
La toga es el símbolo por excelencia de todo jurista. Para el abogado, esta prenda representa la manera formal de vestirse ante el Tribunal. Le da credibilidad y seriedad, pero para gustos, colores. Hay abogados que no se visten con toga porque no les hace falta. Sin embargo, en la novela he querido que esa insignia o emblema que todo el público asocia con la abogacía, sea la verdadera protagonista y que, a través de ella, el lector conozca e indague los entresijos de la Justicia.
En el libro lo cuento así: “…pero al final todas estamos hechas de color negro elegante y servimos a la misma causa: la Justicia vista desde los ojos de cada jurista”.
- Indica que con su novela quiere que “se conozca el mundo jurídico y lo que significa la profesión de abogado”. ¿Considera que en la actualidad existe una imagen distorsionada de la abogacía?
Sí, sin duda. El ciudadano no conoce todo el trabajo que conlleva ejercer la profesión. Ya que, para ser un buen abogado, considero que hay que investigar mucho, buscando jurisprudencia, leyendo sentencias, y un largo etcétera, para poder hilar muy fino y no perjudicar al cliente.
Detrás de cada asunto o caso, los profesionales del Derecho tienen y deben acercar su postura para que se dicte una sentencia justa, utilizando para ello las armas que tienen a su alcance, como por ejemplo, las pruebas.
Desde hace años se ha puesto a los letrados el sobrenombre de “picapleitos”. Los abogados existen porque el ser humano no es capaz solo de llegar a un acuerdo con su adversario. Es una profesión digna, como cualquier otra, que además tiene que intentar demostrar la realidad de su cliente. La novela La Toga es un homenaje a todos los juristas, en especial a los abogados, por todo su esfuerzo y trabajo.
Tengo que añadir que es verdad que existen abogados corruptos, pero pregunto, ¿en qué profesión no existen? La corrupción es innata al ser humano, no de los letrados.
- ¿Cómo pueden contribuir disciplinas como el cine, la literatura o el teatro en la percepción que la sociedad puede tener de una determinada profesión como en este caso la abogacía?
A través de estas disciplinas, y en el caso concreto de la literatura, la sociedad puede conocer los entresijos de la Justicia y el mundo complicado del Derecho, porque no todo es “coser y cantar”.
Los abogados tienen que lidiar con elemento como la ley, el procedimiento, el juez, los abogados del Estado o fiscales. No pueden saltarse, a su antojo, un proceso y todos sus pasos. Tienen que ir quemando etapas, unas detrás de otras, y este camino lleva su tiempo.
Es cierto que, en muchas ocasiones, se alargan plazos o no se aplica bien la ley, pero los abogados solo tienen ese mecanismo o camino para poder hacer su trabajo con rigurosidad. Estos profesionales no pueden actuar a su antojo para beneficiar a su cliente, si lo hacen, entraríamos en el bucle de tomarnos la Justicia por nuestra mano.
- ¿Qué pueden aportar sus obras a los estudiantes que quieran iniciar la carrera de Derecho?
Para los estudiantes que se inician en el fascinante mundo del Derecho, les puedo aportar a través de mis obras, una visión de lo que creo que es lo correcto. Detrás de la ficción, siempre hay una verdad y ésta supera a toda fábula.
Por ello, les recomiendo unas palabras del jurista Piero Calamandrei, que indicaba que “La abogacía es una profesión de comprensión, de dedicación, de caridad. En su corazón, el abogado debe poner aparte sus dolores para hacer entrar los dolores de los demás. Un imputado en espera de sentencia puede haber puesto su destino en las manos de su defensor, pero el abogado no puede estar tranquilo durante esa espera: la tragedia del imputado se ha transfundido en él, lo consume, lo agita, lo lacera”.
- Usted en su obra utiliza tres narradores para contar una misma historia, ¿qué supone el análisis de la realidad jurídica desde distintas perspectivas?
Lo que pretendo con la novela es transmitir a todos los lectores, la verdad subjetiva desde el punto de vista del cliente, del profesional y del símbolo. Todas las visiones, aunque sean diferentes, tienen su credibilidad y son igual de valiosas.
- En su evolución como escritora, ha publicado poesía, narrativa, ensayos, etc. ¿En qué género literario se siente más cómoda?
En la novela, sin duda. Es un género donde puedes fusionar lo real con la imaginación, único con lo ficticio. Me da juego para hacer una crítica constructiva en boca de mis personajes, observar y demostrar, a través de sus ojos, lo que realmente ocurre en el mundo jurídico.
- Tras publicar numerosos ensayos y artículos de investigación jurídica, ¿cómo surgió la idea de decantarse por la narrativa jurídica?
Desde que era muy joven, me ha gustado escribir. Comencé con poesía, relatos y también con artículos de investigación jurídica, pero donde más cómoda me siento es en la novela de género negro, que no deja de ser una crítica a la sociedad.
A través de este tipo de narrativa, con ironía reprocho lo que considero que no es lícito y nada mejor que disfrazar la realidad en ficción. Antes de empezar con una novela, lo primero que hago es una investigación muy exhaustiva, de lo que quiero contar y cómo contarlo, para evitar equivocarme.
- ¿La realidad jurídica puede ser tan sorprendente como las historias que describe en sus libros?
Sin duda. Además, mis historias están sacadas de casos o asuntos que existen en la sociedad. No, en uno determinado, pero sí basados en lo que ocurre día a día. Estoy convencida que la realidad supera a la ficción.
- Con la adquisición de su obra La Toga, los lectores podrán colaborar con una asociación de pacientes de esclerosis múltiple, ya que por cada ejemplar vendido se donarán dos euros. ¿Cómo contribuirá está aportación a los miembros de la asociación?
Esa aportación se hizo cuando presenté la novela en el Club La Provincia, en Las Palmas de Gran Canaria el pasado día 26 de abril.
En breve quiero presentarla, todavía sin fecha, en la sede de La Casa de Galicia de Las Palmas de Gran Canaria. De este modo, me gustaría aportar un granito de arena a la obra solidaria que hace esta institución en beneficio de las personas afectadas por esta enfermedad, entre ellos niños.
- Además de esta obra, dispone de otras dos novelas inéditas Expejos e Informe Letal, de género jurídico. ¿Tiene nuevos proyectos literarios sobre esta temática?
Sí, ahora estoy trabajando y escribiendo una nueva novela, mezcla de amor y de intriga, el título no me gusta desvelarlo antes de publicar la obra. En ella se analizan diferentes aspectos: la relación de pareja, el amor en la madurez, la confianza… Espero que pronto vea la luz.