17 enero 2019
Javier Gómez-Acebo, abogado y escritor: “Las nuevas tecnologías son un extraordinario medio para burlar la legalidad”
Por María José Cámara
El abogado santanderino Javier Gómez-Acebo tiene una dilata trayectoria que ha discurrido principalmente en el ámbito empresarial y laboral. Formó parte de la Asesoría Jurídica del sindicato Comisiones Obreras (CC.OO.), donde ejerció su actividad profesional hasta 1983, ha tramitado más de 7.000 expedientes en la jurisdicción social, civil, mercantil y administrativa.
Además, ha sido concejal del Ayuntamiento de Santander, director de Asuntos Sociales del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, y fue nombrado presidente del Consejo Económico y Social de Cantabria en el año 2010.
A todo ello se suma su pasión por la escritura, como muestra su última obra: El caso de las identidades falsas. Con esta historia sumerge al lector en un tema de actualidad como es la corrupción y las múltiples formas que puede adoptar. Un entramado de empresas ficticias, fraude fiscal y documentación falsificada en el que rescata algunos personajes de su anterior novela de ámbito policíaco El caso del secuestro de la abogada.
- ¿Cómo surgió la idea de escribir esta última novela?
Tras escribir mi anterior novela El caso del secuestro de la abogada, me di cuenta de que me quedaba mucho material que explorar. En todo caso he preferido el estilo de novela corta.
- ¿La actualidad informativa y judicial le sirvió de fuente de inspiración?
Por supuesto, es novela de ficción pero basada en la realidad. Algunos personajes pueden pasar de la actualidad informativa a la novela, pero con lo indispensablemente cambiado para evitar problemas de querellas.
- En su obra narra una trama de fraude fiscal a través de prácticas delictivas del IVA, con empresas pantalla y falsificación de documentos. ¿La corrupción adopta cada vez formas más complejas y difíciles de combatir?
En una sociedad cada vez más compleja, las formas delictivas también son más complicadas. Algunas de las formas delictivas son tan antiguas como nuestra vida en sociedad y eso lo vemos en los textos penales, pero del género literario como la picaresca a las formas actuales de delinquir, hay un cambio inmenso.
La corrupción es muy difícil de combatir porque en gran parte se genera desde y para el poder. Pero, aunque a menudo, los más corruptos sean algunos de los más poderosos, el parasitismo social encubre en ocasiones la corrupción de los humildes. Así, que el gobierno indultara fiscalmente a 40.000 defraudadores, es una buena muestra de lo primero, y los fraudes en subvenciones y desempleos de lo segundo.
- ¿Qué papel juegan las nuevas tecnologías en este proceso? ¿Pueden convertirse en un arma de doble filo?
Las nuevas tecnologías son un extraordinario medio para burlar la legalidad, a menudo completamente desconocido por la sociedad. No es que puedan convertirse, es que lo son y, en ocasiones, garantizan la impunidad. El presidente del Supremo ya dijo hace unos meses que nuestro sistema penal está previsto solo “para los roba gallinas”.
- ¿La realidad puede llegar a superar a la ficción?
Demasiado a menudo y con creces.
- En esta obra recurre a personajes que ya parecieron en su novela anterior El caso del secuestro de la abogada. ¿Resulta más complicado dar vida a nuevos personajes o adaptar historias inéditas a otros sujetos ya creados?
Las series con personajes repetidos son literariamente muy bien aceptadas, tanto en autores nacionales cuanto extranjeros. Montalbán, Camilléri oDona León son algunos ejemplos. Creo que a mí me resulta fácil crear personajes, como hice en la primera novela, pero al lector le puede resultar difícil seguirlos. Por eso en la segunda utilizo menos. Además, me resultan más sencillos los personajes femeninos.
- ¿Cómo le ha servido su formación jurídica para la narrativa de las historias que describe?
Mi formación jurídica, económica y política son fundamentales en mis novelas y en mis artículos periodísticos.
- En sus novelas la figura del abogado está muy presente. ¿Cómo pueden contribuir las disciplinas artísticas en la percepción que la sociedad puede tener de una determinada profesión como en este caso la abogacía?
El abogado y el médico son los profesionales más demandados en la sociedad, lo vemos en las series de Televisión. Las facetas del abogado son enormes, yo desvelo algunos de sus entresijos.
- En los últimos años ha compaginado la pluma con la toga, ¿en qué ámbito se encuentra más cómodo? ¿Qué similitudes comparten ambas profesiones?
Evidentemente como abogado, soy un abogado que escribe lo que ha aprendido como abogado.
Recientemente me decía un escritor consagrado, amigo, que le sorprendía la facilidad que tenía para entrar en la trama, pero que descuidaba las descripciones. No pude menos que decirle que cuando haces un recurso dices lo que tienes que decir y eso imprime carácter. Ambas son herederas directas de la enseñanza medieval, del trivium y cuadrivium, junto con el derecho.
- Tras la publicación de esta obra, ¿tiene previsto seguir con su faceta narrativa?
Por supuesto, es una actividad muy gratificante. Yo, además, me río mucho cuando escribo.