03 septiembre 2018

José Manuel Motos, abogado y dramaturgo: “En el teatro y en la abogacía se unen cosas imprevistas y se olvidan cosas previstas”

Por María José Cámara

El abogado José Manuel Motos combina la toga con una polifacética actividad artística: de la pintura, a la fotografía, pasando por la literatura y culminando con el teatro. Actualmente, este letrado ejerciente del Colegio de Abogados de Granada es el director-fundador del grupo de teatro de la institución colegial granadina.

La andadura de esta agrupación teatral se remonta al año 2011, desde entonces la formación cuenta con cerca de una treintena de personas, entre colegiados y personas vinculadas al ámbito jurídico, que compaginan estrenos y representaciones teatrales con su actividad profesional ante los tribunales. Todo ello con una misma finalidad: representar los valores del Derecho.

  1. ¿Cómo surgió la iniciativa de formar un grupo de teatro en el Colegio de Abogados de Granada (GTCAG)?

La iniciativa, la idea, la semilla fue del entonces decano del Colegio de Granada, José María Rosales de Angulo. Él había hecho teatro en sus tiempos de estudiante de Derecho en el Teatro Español Universitario (TEU). Yo hacía teatro como actor y dramatizando cuentos infantiles. Me llamó, hablamos, vimos que era posible y, siempre con su ayuda y la del actual decano Eduardo Torres, cuidé  la semilla, la regué, elegí el abono -siempre ecológico y natural- y aquí estamos.

  1. Desde su debut con la obra Crimen Contra Reloj hace más de seis años, ¿cómo ha evolucionado esta formación teatral?

De 0 a 99. Hemos pasado del cero absoluto a conseguir una temperatura cálida  y agradable. Fuera de metáforas, somos 30 los miembros del grupo. Yo antes no había dirigido nada, los actores y actrices no se habían subido nunca a un escenario, los técnicos solo habían puesto bombillas en su casa, los atrecistas y la sastra habían decorado el belén y cosido los botones de las chaquetas. Cuando estrenamos Crimen Contra Reloj ya controlábamos por los pelos los principios básicos: proyección de voz, posición oblicua, evitar el baile “San Vito”, movimiento exagerado de  los brazos, el pasito adelante y atrás, escuchar, siempre escuchar. Hoy, con un pequeño toque de ironía, solo nos diferenciamos de los profesionales en que  no cobramos por actuar.

  1. Entre las obras que han interpretado, destaca una amplia variedad de títulos que pasan desde una pieza medieval con La venganza de Don Mendo, una comedia policíaca con Muy alto, muy rubio, muy muerto  o una combinación de obras cortas escritas por Woody Allen o Miguel de Cervantes. ¿Cuál es el criterio utilizado para la elección del repertorio?

Uno y fundamental, todos los miembros activos del grupo intervienen en cada nuevo proyecto, luego la obra a elegir ha de tener papeles para todos, artísticos o meramente  manuales. Segundo, que sea una obra que entretenga, que emocione, que haga reír, que sea simpática. Y, si además, así como sin querer, provocamos un poco al espectador, le pinchamos para que no sea mero elemento pasivo, mejor. A mí en concreto me atrae lo policíaco, la intriga, podríamos llamarlo teatro negro. Tenemos por ahí, casi escondido, un proyecto que consiste en dramatizar cuentos de Poe. Silencio, que nadie se entere.

  1. En su caso, usted compagina la práctica jurídica con el desarrollo de disciplinas artísticas, ¿se retroalimentan ambos sectores?

El Quijote es como una mina donde escritores de nuestra lengua y de otras excavan para obtener ideas. Los guionistas actuales tienen en la mesita de noche La Poética de Aristóteles, base de sus creaciones actuales. El abogado posee el privilegio de ver El Quijote y La Poética cada día en los pasillos de los juzgados, en las visitas a los calabozos, en los informes periciales, en  las conversaciones con el propio cliente, con los abogados contrarios, en las luchas con los funcionarios, en los juicios. Un abogado en ejercicio posee una mina inagotable para la novela, para el relato y para el teatro.

  1. ¿La interpretación puede ayudar a los letrados en el desarrollo de su actuación en juicios y vistas?

Sin duda. En el teatro lo primero que hay que aprender es a hablar para que se te entienda, vocalizar, pausar, estructurar el discurso para mantener la atención y concluir sin que el que te escucha pierda interés. Pero sobre todo se aprende a entender otras formas de ser. No se interpreta un papel solo con reproducir el texto como un papagayo, es necesario llegar a la personalidad del personaje que se interpreta y eso te hace sentir como él, amar como él, odiar como él. Se aprende empatía y la empatía te hace descubrir secretos del otro, que también pueden ser utilizados contra el otro. Si un abogado ha aprendido a meterse en el papel del otro que, circunstancialmente, es su contrario, sabrá mucho mejor cómo atacarle. Cuidado, atacarle con el arma de la ley. Sin duda.

  1. En el ejercicio de la abogacía, ¿se debe seguir un guion establecido o cabe la improvisación?

La reproducción automática de un guion, sea en la abogacía o en el teatro, ni es abogacía ni teatro. En el teatro el guion es como una partitura, está escrita sí, pero no es lo mismo que le de vida José Bódalo que un robot japonés de última  generación. El abogado que crea que en un juicio van a suceder una serie de hechos y en un orden inmutable, está perdido. De la abogacía podemos decir lo mismo que del teatro, una misma obra es distinta en cada representación. Si repitiéramos el mismo juicio varias veces, tengamos la seguridad de que cada vez sería distinto. Las dos actividades tienen como base un guion que es un  esquema, ya que en el teatro y en la abogacía se unen cosas imprevistas y se olvidan cosas previstas.

  1. ¿Se experimenta miedo escénico en la actuación ante el juez?

Unos los sienten, otros no, y entre los que lo sienten habrá grados de intensidad. En el teatro, el miedo se diluye cuando has aprendido los recursos, las técnicas, cuando lo has preparado bien. En una actuación en estrados ocurre lo mismo, si has estudiado y “guionizado” el tema del conflicto y tienes tu Ley de Enjuiciamiento en la mesa y la mente abierta a la improvisación, el miedo baja de intensidad. Cuando hablas en nombre de otro para proteger sus intereses y estás convencido de lo que dices te sientes inmune. Cuando de verdad has asumido la personalidad del personaje que interpretas, vives tan dentro del personaje que no hay espacio para el miedo.

  1. Con la práctica de esta actividad, totalmente desinteresada, promueven la solidaridad y ponen de manifiesto los valores del Derecho. ¿Qué beneficios puede aportar el teatro al ámbito jurídico? ¿Y a la sociedad?

A la primera pregunta, considero que con nuestras togas parecemos cuervos negros. Abrimos nuestra toga y dejamos ver el colorido de la Guacamaya Roja, una de las aves más hermosas conocidas. En este grupo de teatro, abogados, procuradores y profesores de Derecho nos vestimos de colores y seguimos siendo abogados, procuradores y profesores.

A  la segunda pregunta, opino que la solidaridad. Ofrecemos nuestras creaciones  a quien lo necesita. Les ayudamos a obtener medios para sobrevivir y hacemos pasar un  rato agradable a las personas que colaboran.

  1. Titiriteros y raperos han estado en el foco mediático en los últimos meses por la difusión de mensajes que han sido enjuiciados por la posible comisión de delitos de enaltecimiento del terrorismo. ¿La vigente normativa puede llegar a coartar la libertad de expresión?

Permítanme que conteste como “teatrero”: —Te  voy  a  matar — lo voy a  matar. —Mátalo —pensó.

¿Qué son aquellas  palabras que dije? Y si no lo mato, ni lo matas, ¿qué son? La libertad de expresión se compone de dos palabras esenciales, “libertad” y “expresión”. Esta última es la forma, el medio por el que se manifiesta el mensajero y no se puede matar al mensajero. Como todas las formalidades puede ser regulada con contenidos variables según cada  momento o lugar  social. Nos queda en definitiva la palabra “libertad” y libertad  no es un concepto genérico, es la esencia del individuo. Podríamos decir que, por poner un ejemplo, en  España hay cuarenta y tantos millones de “libertades”. Habrá  que tener cuidado entonces de que la libertad de uno no robe la libertad de otro.

Si mi vecino pone en la plaza un “teatrico” de marionetas y cada  mañana cuando paso por delante, las marionetas gritan: —vecino te voy a matar, vecino te voy a matar—, es libertad de expresión pero si pasan unos días y las marionetas siguen gritando el mismo diálogo puedo sentir miedo y la necesidad de ponerle rejas a mis ventanas y de comprarme un arma. La libertad del otro está coartando mi libertad y ahí tenemos un conflicto. De modo que, ese conflicto ha de ser resuelto, por ahora, y esperemos que por siempre, con la ley. Hamlet que nos enamora en su locura y sus asesinatos, ¿no es libertad de expresión?, ¿habría que quemar esa obra? Y, ¿la propaganda  nazi fue libertad de expresión?, ¿habría que quemarla toda?

  1. ¿Cuáles son los próximos proyectos que tienen como agrupación?

El más inmediato preparar la puesta en escena de una obra sobre la mediación.  Estamos trabajando todavía a nivel de adaptación con dos obras. El Juez de los  divorcios de Cervantes y El Atraco de José  Moreno Arenas. Otro proyecto que me atrae es elegir entre dos obras, La dama boba y La Dama Duende. Lope de Vega la escribió antes, Calderón después y, ambas comienzan de forma similar. Me intriga y apasiona preparar una puesta en escena resaltando los parecidos y las diferencias. Toc, Toc es otro proyecto y con riesgo, sin riesgo llega el bostezo y el sueño. Esta obra nos permite añadir personajes y cumplir así nuestra premisa básica: la intervención de todos los miembros del grupo.

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