20 noviembre 2020

Anabel Segado: “Los abogados somos parte del tercer poder del Estado, el judicial, y hay que estar comprometido con ello”

Por Cristina Gallardo Parga

Anabel Delgado es abogada especializada en Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social con más de 20 años de experiencia en la defensa de derechos humanos.

Ha prestado servicios profesionales para entidades sindicales, sociales, políticas y administración pública e inició su carrera profesional en el Sindicato de Banca de CGT; abogada en entidades referentes de la Economía Social (Adeia y Kinema); en organismos del Ayuntamiento de Sevilla; para la Embajada de la República del Ecuador en España. Integrante de la Asociación Libre de Abogados y en la actualidad está vinculada a la defensa del derecho a la vivienda.

¿Qué necesita abogado joven cuando empieza su actividad laboral?

Ya en el ámbito estudiantil hay que interesarse por el mundo de la profesión elegida porque salimos de nuestra formación universitaria con muchas ganas, con muchas incertidumbres y con una herramienta de conocimiento que sólo con la práctica se pone en marcha, se perfecciona y cobra sentido. Es importantísimo participar lo antes posible de espacios colectivos donde comenzar y desarrollar el ejercicio de nuestra profesión, sea en el ámbito que sea, por cuenta ajena o propia, en despachos individuales o colectivos.

¿Repercute el compromiso en defensa de los derechos humanos en el día a día de un abogado? ¿En qué sentido?

Creo que en nuestra profesión, el sentido de servicio público y la convicción de que sin abogados no hay justicia, ha de estar presente en nuestro quehacer diario, tanto con las personas a las que asistimos como en nuestro papel en el sistema judicial. Somos parte del tercer poder del Estado, el judicial, somos corresponsables de hacer que ese poder se impregne cada día de los valores de un estado social y democrático de derecho, del ejercicio pleno de los derechos humanos.

¿Cuál es el asunto que más huella le ha dejado?

Me es muy difícil contestar a esa pregunta, porque por suerte, han sido muchos los que van dejando huella y con los que una va creciendo como persona y como profesional, pero si tuviera ahora que mencionar alguno, sería la lucha por el derecho a la vivienda del colectivo “Corrala Utopía”, en Sevilla: un edificio de viviendas, vacío, de la entidad financiera Ibercaja; y el de cada una de las familias que formaron parte de ella. Y años antes, el conflicto laboral por derechos sindicales básicos vivido por la plantilla en la empresa Sigma 2, muy conocida en el mundo de la política y la generación de estados de opinión.

¿Cuál considera que es la importancia de los abogados de oficio?

Si la abogacía es esencial para un sistema judicial, la importancia de los abogados de oficio diría que es esencial para el sistema en sí. Constituye a mi juicio la base fundamental de los principios de igualdad y acceso real a la tutela judicial de los derechos de todas las personas, sea cual sea su condición, origen, situación, etc.

Por eso es tan dramática y acuciante la situación en que nuestras compañeras del turno de oficio vienen ejerciendo su labor: es incompatible con los mínimos derechos laborales de dignidad profesional y por supuesto incompatible con la protección de los derechos humanos, básicos, de las personas a las que asisten. Se está supliendo con profesionalidad y compromiso voluntario lo que debe estar garantizado por el sistema. Eso nos honra, pero ese no es el sistema ni debe permitirse.

Siguiendo con la responsabilidad social del abogado, y dada la especial situación creada en la sociedad con la epidemia de Covid, ¿Cómo debe ser en estos días la labor de un abogado que parte de dicho compromiso?

Creo que debe tener muy presente el Código Deontológico en lo profesional y la mayor ética y responsabilidad en lo personal también. En esta crisis que estamos viviendo, y en todas las profesiones y actividades, se ha evidenciado lo mejor y lo peor de cada quién. Yo por ejemplo, estoy bastante indignada con la actuación de las entidades bancarias y gratamente emocionada con la lección dada por millones de trabajadoras y trabajadores, muchos de ellos precarios, y las organizaciones sindicales y sus equipos jurídicos. También con el tejido social de barrios, asociaciones, los trabajadores de la sanidad… Así creo que debe ser en estos días la labor de cualquier profesional, de cualquier persona, también de las personas jurídicas. Creo que se ha puesto en valor la importancia del concepto servicio público y servidor público.

¿Ha cambiado su trabajo diario a raíz de la pandemia? ¿Cree que la crisis económica derivada de la actual situación obligará a cambiar el enfoque de la profesión de abogados?

Cambió y mucho. Hemos vivido un gran desconcierto y hemos tenido que gestionar el miedo y el mayor desconcierto aún ajeno. Hubo semanas que nuestro libro de cabecera era el BOE… y que no teníamos las respuestas a un millar de interrogantes.

Y a fecha actual y a futuro, vamos a tener que adaptarnos y gestionar convenientemente la distancia física en la atención a nuestros clientes, sin menoscabar la necesaria relación de confianza entre abogado / cliente.

¿Cree que la justicia está preparada para atender la situación actual y la que se espera en los próximos meses?

Se ha evidenciado nuestra relación y por tanto la de nuestro cliente con un sistema judicial que ya hacía aguas y que precisaba de importantes cambios e inversiones, y que ahora suma las consecuencias de la crisis. Quizá haya un lado positivo, y desde luego absolutamente imprescindible, y es que con la cabeza puesta en resolver las consecuencias de la crisis, abordemos las causas de lo que no funciona y acometamos el plan para construir el sistema judicial que necesitamos, garantizando cada vez más y mejor los derechos de todas y su protección. Pensemos en las personas y lo que necesitan para que de verdad lo que se imparta sea justicia y no sigamos alimentando la desconfianza social en este servicio público.

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