24 noviembre 2020

Ana Saavedra: “La atención personalizada y discreta a víctimas de violencia de género es fundamental en las aldeas”

-Por Mercedes Núñez Avilés-                                                         

Ana fue víctima de violencia de género por parte de su pareja. Sufrió dos lesiones graves hace 20 años, en la última agresión el maltratador le rajó la tiroides. En esa época no había ley ni ayudas y el agresor fue condenado a unas semanas de arresto domiciliario. Desde entonces, tras licenciarse en Derecho y con una incapacidad absoluta, hizo de tripas corazón para ayudar a quienes como ella han vivido y viven esta lacra. Empezó a asistir a víctimas de malos tratos ese mismo año y más tarde constituyó en 2011 la asociación Mirabal que presta ayuda a 17 ayuntamientos de su entorno, en la que atienden a más de un centenar, a las que acompañan a denunciar, al juicio, y asesoran permanentemente.

Ahora es testigo de las dificultades añadidas que se sufren en los pueblos, por culpa del aislamiento geográfico, la presión social y la poca accesibilidad a los recursos, donde abunda el miedo a la estigmatización y pocos entienden lo que les pasa en realidad, lo que beneficia al maltratador a tapar sus delitos. Relata los problemas de sexting y ciberacoso y otras modalidades de violencia que afectan además a las más jóvenes, a los que forma a través de charlas en colegios y campañas. Ana se ha volcado con una labor muy complicada, pero el agradecimiento de las mujeres a las que ayuda le da fuerza para seguir. Porque la atención personalizada y discreta es fundamental en estas zonas en las que la violencia de género se oculta mejor.

¿Qué ayudas lleváis a cabo desde la Asociación Mirabal?

La asociación Mirabal es un servicio gratuito para atender las demandas de las mujeres de los 17 Ayuntamientos del   partido judicial de Betanzos, aparte de ser una entidad autonómica de Galicia, por lo cual podemos ayudar a cualquier víctima que nos lo demande en toda la comunidad. La principal ayuda que ofrecemos es la de acompañamiento a víctima para realizar la correspondiente denuncia, al  juzgado o cualquier papeleo que así requiera su caso, información sobre recursos, tanto de prestaciones de cualquier tipo que le ayuden a salir del círculo del maltrato. Algunas nos preguntan qué es el ingreso mínimo vital o como se solicita la justicia gratuita.  Por otro lado, ofrecemos asesoramiento jurídico, asistencia psicológica y orientación ante los problemas y la atención específica a mujeres víctimas de violencia de género y a sus hijos, así como la gestión de alojamiento alternativo en casas de acogida cuando sus vidas están en peligro. Acompañamos a las víctimas durante todo el proceso, emocional y judicial.

La asociación está formada por un terapeuta, psicólogo, abogado, secretaria y el voluntariado, cuya labor es fundamental. Además ofrecemos terapia asistida con animales. Los menores a veces no hablan, solo dibujan, y los perros acompañan al niño en el momento de la exploración. Dibujan la vida del propio animal y así puedes saber qué ha pasado o que hay un problema de fondo.

¿Cuál es el principal miedo de las víctimas?

Lo que más miedo les produce es que le quiten a los hijos o perder la casa. Después de tantos años, son además dependientes del agresor. También tienen pánico de que al llevarlas a la casa de acogida, no puedan estar comunicadas con su familia. Su primera pregunta es si son víctimas, hasta que no aceptan que lo son, no hay manera de ayudarlas:  ¿Yo soy víctima?. ¡Y te están contando unas cosas terribles! Algunos hombres las obligan a tener relaciones sexuales, las humillan. Necesitamos  combatir comentarios como los típicos de ‘‘algo haría’’ cuando un hombre pega a su mujer. Ahora hay muchas niñas jóvenes que las obligan también a borrar Instagram, no quieren que publiquen determinadas cosas en las redes, a lo mejor solo fotos de ellos en pareja….

Un denominador común en todas las víctimas es la vergüenza. Muchos niños les dicen a sus madres: Mamá, no denuncies. Saben que si lo hacen van a estar marcados en la sociedad y no quieren.  Otro problema actual es el acoso al que muchas chicas jóvenes se ven sometidas por el envío de imágenes de contenido sexual, el sexting. Se lo callan porque si lo denuncian tienen que contarle a sus familias que han enviado ese tipo de material. No seamos policías de mascarilla ni cómplices, es crucial que los vecinos denuncien. Haber sido víctima de violencia de género me ha hecho mejor persona y me hizo darme cuenta de las necesidades de la gente. Fíjate si estaba mal asesorada que yo fui con mi parte del médico pero sin ser acusación particular. No quiero que les pase a ellas. Se identifican conmigo porque la atención personalizada y discreta es fundamental en estas zonas.

¿Están más escondidas las agresiones en las aldeas? ¿A qué es debido?

Sí. Por la distancia geográfica entre las casas, no disponer de muchas de ellas de carnet de conducir y depender del maltratador  para que las lleve y las traiga a hacer  cualquier gestión, la falta de medios de desplazamiento, el factor social , vecinal y hasta el familiar  que las juzga, las estigmatizan, etc. Además existe una enorme falta de conocimiento de los recursos disponibles e información por la situación de cómo viven y dónde viven. La presión que supone convivir con el resto de la familia en un entorno próximo en el que los roles tradicionales se transmiten entre generaciones. Ellas no llaman a servicios sociales porque saben que puede haber familia de su agresor en el ayuntamiento.

Cuando se animan a denunciar en el mejor de los casos, ¿qué prestaciones ofrecéis?

Un teléfono de 24 horas con el que pulsas el botón y te geolocalizan y aparece la patrulla alrededor tuyo. El pánico y miedo paraliza. En el medio rural no se puede poner la pulsera al maltratador porque hay que cargarla y hay zonas en las que no hay cobertura. Además, para mayor seguridad, el juez otorga al maltratador con una patología clínica un justificante para obligarle a inyectarse la medicación y si no aparece, va una patrulla a por él. Los hombres denuncian menos, les cuesta más. Los que menos vienen son ellos porque no tienen maltrato físico pero psicológico sí, les insultan o no les dejan ver a los niños.

¿Qué medidas hay que tomar para poder detectar ese maltrato?

Concienciar y hacerles llegar las campañas de igualdad y sobre todo hacerles saber que pasa detrás de cada denuncia. La juventud con lo de las redes sociales está retrocediendo. Los padres no controlan las redes y no saben hasta qué punto un maltrato psicológico de la pareja por sexting es un delito. Las menores no se lo cuentan, bajan el rendimiento escolar, pasan por ciclos de anorexia. Hay menos denuncias y más lista de espera al psicólogo.

Por esto, trabajamos con los hijos de las víctimas, ofrecemos charlas en los colegios, hacemos campañas, que además difundimos por redes sociales. Sabemos que tenemos que llegar a todos los sitios pequeños y pueblos más aislados. Pero las campañas por RRSS muchas veces no llegan al mundo rural. Por eso, tenemos acuerdos con los Ayuntamientos para llegar a centros sociales y asociaciones de mujeres que hacen bolillos o pilates, y damos conferencias a través de acciones lúdicas, como la campaña “Rompe las cadenas”. Si solo una de ellas se siente identificada y da el paso de manifestar y contar lo que le está pasando, ya habrá valido la pena.

¿Cómo participa la asociación el 25 de noviembre?

Nos anexamos a la campaña que haga el Ayuntamiento de Betanzos, para no tener diferencias ni que nadie se sienta desplazado. Hay un manifiesto a las 12 de la mañana para todos los municipios. Es un día para decir “estoy viva, estoy aquí” porque el día de las supervivientes no existe. Hay que conmemorar a las que no están, a las que lo sufren a diario también a las que lo superan, a las que han pasado todo como grandes luchadoras.

¿Cuáles son los principales retos de futuro?

Conseguir un local más grande, adquirir servicios sociales para detectar el maltrato, ayudas, una subvención anual, que haya una persona especializada en violencia de género en los Servicios Sociales de los Ayuntamientos, Juzgados especializados en estas zonas, que no sean familiares de los maltratadores.

Hemos instalado la primera sala de víctimas de violencia de género de Galicia para que las víctimas no vean al maltratador. Las hacemos entrar antes en coordinación con la Guardia Civil para que, cuando llegue el detenido, no las vea. No había biombos y solicitamos ponerlos.

Cuando pienso en dejarlo y dedicarme a otra cosa, me llega un mensaje de agradecimiento de una víctima a la que he ayudado diciéndome “Es la primera noche que he dormido, gracias a ti”. Es por eso por lo que me levanto cada mañana.

Comparte: