05 enero 2022
Iñaki Gabilondo: “La independencia es hablar con tu propia voz”
Por Mercedes Núñez Avilés y Aida Nin Planells
Donostiarra de nacimiento y el mayor de una familia de 9 hermanos, Iñaki Gabilondo comenzó en la radio con 21 años. Tras dirigir Radio San Sebastián y Radio Sevilla, se puso al frente del informativo Hora 25 de la Cadena Ser. Como director de los informativos de Televisión Española, le correspondió narrar el golpe de estado del 23 F. Acaba de cumplir 79 años y ha anunciado su retirada de la radio y de la actualidad diaria. Deja tras de sí una trayectoria de casi medio siglo de periodismo honesto y riguroso vinculada especialmente a la Cadena Ser en programas como Hoy por hoy, donde lideró las ondas españolas durante décadas. En su ejercicio profesional se orientó siempre por el compromiso y la valentía. Su recorrido vital es ejemplo de rigor y veracidad, especialmente necesarios en los tiempos que vivimos.
Más allá de las nuevas tecnologías y los nuevos soportes, ¿cuáles son las principales diferencias entre el periodismo cuando empezó y el actual?
Pasar de un régimen dictatorial a un régimen democrático significó un cambio político, pero también sociológico. La manera de enfrentarse a ese cambio fue revolucionario, incluyendo los medios de comunicación. Hasta 1977, la radio no podía dar información en libertad. Todas las emisoras conectaban obligatoriamente con Radio Nacional de España para ofrecer la información. El periodismo también ha cambiado por el papel que se jugó de una forma tan brillante en aquellos años, que eran anómalos. La sociedad vivía con el periodismo un idilio, un juego de confianza y una complicidad que hoy se ha perdido.
Recién nombrado director de Informativos de TVE, debutó ante las cámaras para dar la noticia del golpe de Estado del 23-F. ¿Qué recuerda de aquella retransmisión?
Era la única televisión que había y yo era el único testigo que estaba viendo lo que estaba pasando en directo en el Congreso, sin estar en él. Se trataba de un acto de rutina parlamentaria que estábamos grabando para emitir en el telediario. Todo lo que pasó a partir de ese momento fue para escribir un libro. Aquella escena que el mundo ha visto miles de veces yo la vi sin saber cómo acababa: el tiroteo, el forcejeo…
Nunca ha ocultado sus ideas en la defensa de los derechos fundamentales, pero al mismo tiempo ha logrado una gran credibilidad y respeto. ¿Cómo lo ha conseguido?
Siempre he creído en el Estado de Derecho. Cuando Franco muere, tengo 33 años. Soñaba con una democracia, con un mundo en el que tuvieras libertad y que estuviera protegido, con un aparataje de estructura jurídica potente. Esa cimentación de la sociedad me ha acompañado en los aciertos y en los errores. Ese ha sido el eje fundamental de mi interpretación sobre las cosas y el que me ha ido acompañando a lo largo de toda mi vida.
La libertad de expresión es un derecho para la ciudadanía. ¿Cómo debemos administrarlo los periodistas?
Primero recordando que no es nuestro. No es un derecho que tenemos los periodistas, sino que administramos un bien común: el derecho que tienen los ciudadanos a recibir información. Es fácil equivocarse y olvidar que administras un bien que no es tuyo.
¿Se ha perdido calidad en la información?
Se ha hecho más difícil el ejercicio de la profesión porque se ha hecho más difícil entender la complejidad del tiempo presente. Con la globalización, la información ha pasado de ser un producto que se elaboraba a fuego más o menos lento a ahora, en un clic, conectarte con el universo entero. Es un mareo para todos los ciudadanos. Es más difícil de entender. Como decía Einstein, “cada vez sabemos más cosas y entendemos menos”.
Con internet, las redes sociales y tanta propaganda ¿cómo pueden los ciudadanos distinguir lo que es información de lo que es desinformación?
Ese es el asunto más decisivo: las señales que llegan son millones. Todas las voces están llegando a la vez simultáneamente en todo el mundo: las que traen verdades, mentiras, dobles intenciones, pérfidos objetivos. La dificultad es organizarse. En tiempos de inundación informativa, lo primera que escasea es el agua informativa potable. La dificultad mayor para los ciudadanos es distinguir dónde hay yacimientos de agua informativa potable. Y para los medios de Comunicación, acreditarse como una referencia. Veremos cuántos medios sobreviven, cuántos se adaptan, qué nuevas realidades organizativas estructurales y periodísticas afloran, qué periodismo surfea la ola.
Fake news, ciberataques, sensacionalismo, ¿cómo pueden contrarrestar todo esto los medios para garantizar la información veraz? ¿Cómo defender el periodismo?
Como se ha defendido siempre. Solo hay unos elementos estables en el periodismo: la mayor calidad de la información, la certificación de todo lo que se dice, la diferenciación con claridad absoluta entre lo que se sabe que pasa, lo que se cree que pasa y lo que se quiere que pase. Marcar muy claramente las posiciones. Junto a esto, tener una independencia respecto a todos los poderes políticos y acertar con la formulación técnica de aproximación a la ciudadanía. Antes, el ciudadano te venía buscar a ti, cuando iba a comprar el periódico al kiosco, ahora tienes que ir tú a buscarle. Estamos en un nuevo tiempo en el que hay que adaptarse a las nuevas tecnologías y, al mismo tiempo, reafirmarse en los viejos principios. Si los lectores no te identifican como independiente, estás perdido. En España, la gente entiende mal lo que es la independencia. Hay que haber nacido en Saturno y venir en paracaídas para parecer independiente. La independencia es hablar con tu propia voz y la ideología no está reñida con la independencia. El buen periodismo se defiende clavando bien en el suelo los principios de independencia, alta calidad y responsabilidad.
Ha anunciado que deja de comentar la actualidad política, ¿está demasiado polarizada la sociedad?
Nunca ha habido una polarización que resulte tan clamorosamente paralizante. Me produce fatiga cómo esteriliza las cosas esta radicalización de la sociedad porque neutraliza la acción pública. Como en España no va a haber nunca grandes mayorías, estamos condenados a pactar. Como no se pacta, no se puede hacer casi nada fundamental, y están llenando los armarios de cosas importantes que no se van a abordar. Eso me pone nervioso. No tanto por lo desagradable de esta bronca sino por lo paralizante. La política se está convirtiendo en la gestión de muchas cosas pero que descarta la posibilidad de abordar cuestiones trascendentes. Y no se puede analizar ningún tema importante.
¿Un consejo para los que empiezan en esta profesión?
Que se preparen muy bien, que traten de conocer todo lo que puedan el mundo para tratar de entender las cosas. Hay que estudiar mucho para tener criterio sobre las cosas. Por otro lado, colocar el foco en el ser humano. El periodismo, como todas las instituciones que tienen poder, tienden a alejarse de su original destinatario. Y confiar, porque hay un discurso que no puedo aceptar que es el de los futuros construidos o los futuros cerrados. El futuro no está escrito. Y lo escriben los seres humanos con lo que hacen, con lo que no hacen y con lo permiten que se haga. La historia está abarrotada de pronósticos que no se cumplieron. Las cosas se pueden cambiar. Y la sociedad ya ha detectado que el periodismo es necesario.