29 diciembre 2021
Mohamed Bouchammir Haddou: “En Europa se criminaliza a los menores migrantes”
Por Sonia Sánchez Llamas
La inquietud de Mohamed Bouchammir Haddou por la situación de los menores que llegaban a su Tánger natal para dar al salto a Europa le llevó a ayudarles con comida, ropa o apoyo en un primer momento. Y después siguió trabajando para que estuvieran en contacto con sus familias. Así surgió la mediación social transnacional, metodología por la que ha recibido el Premio Nacho de la Mata 2021, y que implica a familias e instituciones en la defensa de los derechos de los migrantes.
¿Cómo comenzó su trabajo con menores?
Soy de Tánger y me he criado en un barrio popular humilde. Llegaban muchos jóvenes de todo Marruecos para intentar cruzar a Europa escondidos en los bajos de camiones y autobuses. Yo estaba en una asociación juvenil desde la que les ayudábamos con comida, ropa o medicamentos.
Muchos de estos menores conseguían cruzar, pero después no se sabía nada de ellos y las familias nos contactaban para averiguar algo. Y ahí comenzamos la colaboración transnacional, contactando con activistas que ayudaban a menores al otro lado del Estrecho, para ponerlos en contacto con sus familias.
¿Cómo se comporta Europa con estos menores?
Los criminaliza, pero solo son niños. Se dice que son delincuentes que vienen de Marruecos, donde estaban en la calle, consumiendo drogas o robando…. Como persona que trabaja con ellos, puedo decir que es una visión errónea. Es cierto que en Tánger hay niños en situación de calle y muchos sufren graves problemas, pero están tan ocupados intentando sobrevivir que no pueden pensar en migrar. Los chicos que se plantean la migración viven en sus casas en una situación precaria. Por eso arriesgan su vida, buscando la oportunidad que no ven en su país para ayudar a sus familias.
¿Qué mensaje transmitiría sobre esos niños a quienes estamos en España?
Aquí hay gente que se queja de que hay muchos chicos en la calle o en los parques… ¿Nos hemos parado a pensar si de verdad estos niños arriesgan su vida y abandonan a sus familias para venirse a España y acabar durmiendo en la calle y delinquiendo? ¿No nos hemos parado a pensar que esos niños son realmente víctimas del sistema? Y cuando hablo del sistema lo hago señalando a ambos países, el de procedencia y el receptor. Esos niños no han salido de su casa y han llegado a España a delinquir, antes ha habido un proceso de vulneración de sus derechos y de personas que les han ido fallando.
Son víctimas del mal funcionamiento de las instituciones públicas y de la falta de voluntad política. Si las instituciones públicas funcionaran bien, no habría niños en la calle. También una parte importante del trabajo de las asociaciones es sensibilizar a estos menores y hacerles ver que llegar a España, o a Europa, no es llegar al paraíso, aunque ellos lo vean así. Conseguir migrar es el primero de los muchos obstáculos que van a tener. Nosotros les explicamos los problemas que pueden encontrar: vivir en la calle, sufrir racismo o la complejidad para conseguir la documentación.
¿Qué más podrían hacer las instituciones de un lado y de otro?
No señalaría solo a las instituciones, también me fijaría en los grandes organismos internacionales de derechos humanos y algunas ONG. En muchas ocasiones he visto cómo llegan a Marruecos algunas ONG con macroproyectos de miles de euros para trabajar con estos niños, pero al final su trabajo se queda en elaborar informes. Por eso, ONG y organismos internacionales deben trabajar codo a codo con las instituciones públicas, para que una vez que se retiren o se queden sin fondos para el proyecto, las instituciones garanticen la continuidad del proyecto.
Le han concedido el Premio Nacho de la Mata por ser el impulsor de la mediación social transnacional. ¿En qué consiste?
Es otra forma de mirar las migraciones, desde los países de origen a los países de destino. Se trata de defender los derechos de los menores y jóvenes migrantes con tres puntos de intervención: el trabajo con ellos en el país de destino; con los familiares en el país de procedencia; y con las entidades públicas, asociaciones y ONG implicadas en su protección.
Uno de los aspectos más importantes es fortalecer el vínculo entre el menor y la familia, algo que muchas veces se pierde cuando el menor migra y que provoca que este no se centre en el que era su objetivo al arriesgar su vida para llegar a España.
Fue uno de los fundadores de Al Khaima. ¿Qué trabajo desarrolló esta asociación?
Fue fundamental en dos ámbitos: en la creación de una red transnacional para ayudar a documentar a los menores y en el trabajo con las familias que llevaban tiempo sin saber nada de sus hijos. Conseguimos algunos hitos importantes, como que un juez de familia de Marruecos ordenara la inscripción de un menor que no estaba registrado ni se encontraba en territorio marroquí. Gracias a ese trabajo en red entre instituciones públicas y ONG conseguimos documentar a muchos chavales.
¿Qué supone recibir este premio que lleva el nombre de Nacho de la Mata?
Cuando me llamaron y me informaron me emocioné mucho. Es un premio muy especial para mí. Yo conocí a Nacho, trabajé con él en la época en que España empezó a expulsar a los menores a Marruecos: buscábamos a las familias y hacíamos los informes de la situación familiar y Nacho recurría las expulsiones.
Pero este reconocimiento no es solo para mí, es para todas aquellas personas que están trabajando en terreno a pie del cañón y en silencio.