15 marzo 2022
Vicente Ortiz: “Si nuestros clientes están hablando en el metaverso, tenemos que estar ahí”
Vicox Legal se convirtió en septiembre de 2021 en el primer despacho español en abrir una sede en el metaverso. Este bufete marbellí especializado en derecho digital y tecnológico compró una parcela en Decentraland y allí está recibiendo ya a clientes, e incluso ha hecho una fiesta en la terraza para lanzar una campaña sobre la declaración de la renta. Hablamos con su socio director, Vicente Ortiz, sobre este mundo virtual y su utilidad para la abogacía.
¿Qué es el metaverso?
Se trata de un mundo totalmente virtual, construido desde cero, que replica el mundo real. No hay un único metaverso, sino varios. Algunos son una reproducción virtual de la Tierra y otros, como Decentraland, es un mundo nuevo, con parcelas -en este caso concreto, 90.000-, en el que puede interactuar, comprar cosas, vender servicios…
¿Qué se puede encontrar quien entre en esta realidad virtual?
El metaverso no deja de ser un hermano digital del mundo real: hay juegos, hay una universidad donde puedes formarte, si tienes un proyecto puedes pedir financiación y presentarlo a los inversores… Se pueden hacer muchísimas cosas, cada vez más de las que se pueden hacer en el mundo real.
Un problema con este tipo de plataformas era la posibilidad de realizar intercambios comerciales de forma segura con una moneda propia. Pero cada vez se posibilita más una economía nueva en la que intercambiar productos y servicios de forma rápida y segura.
Vicox es el primer despacho español en un metaverso. ¿Cómo surge la idea de establecerse allí?
Soy inversor, entre otros temas en criptomonedas, y tenía una cantidad importante de MANA, la moneda de Decentraland. Empecé a analizar parcelas de este metaverso y encontré una que hacía esquina, que tenía bastante tráfico de gente… Vi la oportunidad, decidí comprarla y abrir la oficina.
La apertura del despacho en el metaverso puede servir para darse a conocer entre gente de ese sector ¿Realmente funciona?
Sí, pero hay que moverse. No sirve con crearte el edificio y dejarlo ahí. Nosotros hacemos eventos puntuales. Por ejemplo, recibimos a clientes una vez al mes. Ahora está a punto de comenzar la campaña de la renta y hay gente que necesita servicios relacionados con la fiscalidad de las criptodivisas. Desde el despacho hemos lanzado una campaña de 150 NFTs (token no fungibles. En este caso, los clientes los compran a cambio de los servicios que el despacho va a prestar) para realizar la declaración de la renta a quienes tengan criptoactivos. De estos, hemos reservado 50 plazas para los clientes que están en el metaverso. Y para informar de esta campaña, organizamos un evento en la terraza que tenemos allí.
Resumiendo. Sí, hemos notado cambio y hemos notado la posibilidad de hacer campañas concretas para nuestros clientes.
¿Tener presencia en el metaverso es algo necesario para los despachos de abogados especializados en temas como nuevas tecnologías, blockchain, criptomonedas…?
Sí. Tenemos que estar donde estén nuestros clientes. Si nuestros clientes están hablando allí, por coherencia tenemos que estar. Además, también asesoramos a clientes que quieran estar en el metaverso. A partir de nuestra experiencia, les facilitamos la curva de aprendizaje para que no cometan los fallos que cometimos nosotros al entrar en este mundo.
Quizá una de las dudas que puedan surgir es cómo autentificar la identidad de quienes están detrás de los avatares. ¿Existe algún modo de hacerlo?
En primer lugar, hay que distinguir los metaversos centralizados de los descentralizados. Los centralizados tienen unas ciertas garantías en este sentido: te tienes que identificar y en muchos casos hay que acreditar esta identidad. Pero los metaversos que están teniendo éxito son los descentralizados, en los que los avatares están vinculados a una cuenta en plataformas como Metamask (un monedero de criptomonedas). Estas plataformas funcionan con blockchain. En estos metaversos descentralizados detrás de un avatar hay una clave alfanumérica. Y, si no quieres, no hay forma de saber quién está detrás.