05 agosto 2019
Mar Moreno, abogada y política: “Los localismos y los populismos son minoritarios, pero nos someten a un riesgo cierto de regresión”
Por María José Cámara
La abogada laboralista Mar Moreno, colegiada desde 1985 en Jaén, ha compaginado a lo largo de su carrera profesional el ejercicio de la abogacía con su vocación política. Actualmente, desempeña el cargo de consejera electa del Consejo Consultivo de Andalucía, y fue la primera mujer que ocupó la presidencia del Parlamento de Andalucía, siendo elegida por unanimidad.
En su última novela, El día que nos obliguen a olvidar, reivindica el papel de la memoria individual y colectiva en una sociedad en constante evolución, donde ninguna conquista es eterna. “Hay que cambiar los tabiques pero conservar la estructura del mundo”, confiesa esta letrada jienense, que no duda en poner de manifiesto que “la experiencia es la mejor fuente de argumentos” a la hora de buscar inspiración para sus obras.
- Indica que su libro es una advertencia del “peligro de retroceder, de la necesidad de estar siempre alerta”. ¿Considera que la sociedad actual involuciona?
Falta contundencia en la defensa del modelo europeo, deberíamos sentirnos muy orgullosos de haber construido Europa, su sistema político y el conjunto de valores humanistas y cosmopolitas que nos definen. Los localismos y los populismos son minoritarios, pero nos someten a un riesgo cierto de regresión.
- ¿El mundo actual se erige sobre conquistas contemporáneas efímeras y digitales? ¿Qué trascendencia puede tener eso?
Hay que cuidar los cimientos, una persona necesita sus recuerdos para saber quién es, una sociedad necesita conocer su historia para saber lo que es. La banalización social nos hace manipulables y frágiles.
- El día que nos obliguen a olvidar es el título de su obra. ¿Llegará a convertirse en una realidad?
En lo que se refiere a la parte de ciencia ficción, estoy segura de que la inmortalidad o al menos la prolongación sustantiva de la vida humana está a la vuelta de la esquina. En cuanto a lo social, mi novela es distópica, transcurre bajo una dictadura, pero es profundamente esperanzadora: el ser humano ha sido capaz de superar mil tiranías, mil catástrofes, mil maldades.
- ¿Qué impacto puede tener la modificación de recuerdos que forman parte de la memoria colectiva?
En todo tiempo y lugar los conquistadores, los vencedores de cualquier contienda, han intentado imponer su versión de la historia. En mi novela las personas se someten a una extracción voluntaria de sus recuerdos para poder vivir eternamente. No es ninguna novedad que el ser humano ceda libertad a cambio de confort o seguridad, pero hay una cosa clara: sobre una mentira no puede construirse nada sólido, ni en lo personal ni en lo colectivo.
- Colegiada desde 1985 en la abogacía jienense. ¿Qué le ha enseñado la profesión durante estos años?
La abogacía me enseñó el valor de las togas frente a los sables. El Estado de Derecho es una construcción maravillosa que nos protege contra la arbitrariedad, por eso respetar las leyes, actuar en la vida conforme al derecho y proteger a las personas de los abusos de poder públicos o privados es un compromiso vital.
- ¿Qué supuso para usted ser la primera mujer en ocupar el cargo de presidenta del Parlamento de Andalucía?
Como mujer, pude dar un paso más para visibilizar nuestra capacidad. Como política, presidir el Parlamento y moderar sus debates, supuso una auténtica escuela de democracia, desde entonces valoro muchísimo más las formas. El fondo es muy importante en cualquier debate, en cualquier propósito, pero las formas son la propia civilización.
- ¿Cómo valoraría la situación actual de las mujeres en los ámbitos de poder. ¿Hemos conseguido avanzar en esta materia?
Desde el punto de vista de nuestras abuelas, el salto ha sido de gigante. No se puede hacer más en menos tiempo. Si nos comparamos con el “ideal” de una sociedad plenamente igualitaria, todavía nos queda mucho, por eso no podemos bajar la guardia y menos en otras partes del mundo.
- ¿Política de vocación y abogada por convicción? ¿Qué destacaría de su faceta política?
Me ha gustado conocer los entresijos de lo público y del Estado. Si no la hubiera practicado, tal vez no sería consciente del valor de la democracia representativa y de la enorme complejidad de armonizar intereses tan contrapuestos como los que a diario se enfrentan en la toma de decisiones. Creemos que lo que nosotros pensamos o necesitamos es lo más importante, y no nos damos cuenta de que otro montón de personas piensan otra cosa o necesitan otra cosa. Armonizar, sintetizar intereses sin que nadie “rompa la pelota” es lo más valioso de la actividad pública.
- ¿Su experiencia laboral, como letrada y política, le sirve para las historias que escribe?
Sin duda. La experiencia es la mejor fuente de argumentos. La imaginación se nutre de la realidad, la cambia, la modifica, pero necesita alimentarse de ella.
- Confiesa que es una apasionada de la “mitología de la inmortalidad”, ¿cómo se concibe eso?
La literatura y la mitología están llenas de referencias a la inmortalidad y a la eterna juventud, desde los vampiros a Fausto, pasando por todo tipo de elixires y fuentes milagrosas. El ser humano siempre ha envidiado la inmortalidad de los dioses. Ahora la ciencia tal vez lo haga posible, y a mí, la verdad, me gustaría vivir de mil años para arriba.
- ¿Considera que existe desconocimiento por parte de la ciudadanía respecto al Turno de Oficio? ¿Cómo se podría mejorar? ¿Falta compromiso de los líderes políticos?
Ahora formo parte del Consejo Consultivo de Andalucía y, por lo tanto, no ejerzo, pero he formado parte del Turno de Oficio. La ciudadanía no puede imaginarse hasta que punto un servicio público tan sensible recae tan a plomo sobre los hombros de los abogados y abogadas. Se ha mejorado desde que yo ejercía, pero el de la Justicia es el servicio público más barato que presta el Estado, lo cual no es bueno para la administración de Justicia.