19 diciembre 2023
Amina Bargach: “La invisibilidad es el mayor daño a la salud mental de los menores migrantes”
A lo largo de más de 40 años, Amina Bargach ha trabajado por la defensa de los derechos de los menores migrantes. Con formación en Medicina y Psiquiatría Infantil, inició su labor en Ginebra, atendiendo a migrantes españoles, árabes e italianos. Al regresar a Marruecos en los años 80, se convirtió en la primera mujer psiquiatra infantil y fundó en 1990 el centro de salud mental infantil-juvenil “Sidi Talha”. Destaca la invisibilidad como la raíz de muchos problemas psicológicos que estos niños enfrentan después de migrar. Por eso continúa capacitando a profesionales que intervienen con menores en riesgo social.
¿Qué podemos hacer para proteger los derechos de los menores migrantes?
Es fundamental darles unas buenas condiciones de acogida en el país receptor -lo que yo llamo el “sitting”-. No nos debe importar la razón por la cual han llegado, hay que reconocerles sus derechos. Estos menores se encuentran entre dos sistemas y poseen una red social compleja. La clave para su integración radica en intervenir en ese punto de intersección.
¿Cómo son recibidos?
Como intrusos, y cuando llegan, encuentran racismo y rechazo. Son estigmatizados por ser inmigrantes y criminalizados. Se proyecta la imagen de que el que viene de fuera es un delincuente. No interesa la interacción con ellos. Se les cuestiona y juzga sin entrar a conocer quiénes son. Y no son criminales.
¿Cuál es el mayor miedo de estos menores?
A no ser queridos y aceptados. Llevan consigo una mochila invisible de sueños y necesitan visibilidad. Para hacerse visibles, a veces, renuncian a su yo para adoptar el del otro. La invisibilidad es el mayor daño a su salud mental.
¿Cómo se pueden combatir estos prejuicios tan asentados?
El hecho de que no se les quiera les pone en una situación de defensa, actitud que -olvidamos muchas veces- es provocada por el país receptor. Cuando recuperan su historia, les damos confianza, tranquilidad, y nos liberamos de prejuicios, le devolvemos la carga humana. Para ello es esencial el diálogo, ser capaces de ponernos en el lugar del otro para construir relaciones enriquecedoras, aún con nuestras diferencias, y así favorecer su integración.
¿Por qué no le gusta el término “menores no acompañados”?
No existe un ser humano sin acompañamiento. Hablemos mejor de menores inmigrantes en ausencia de un referente adulto. Recuerdo a uno que emigró de forma clandestina a una ciudad cercana a Melilla. Durante esta travesía, un individuo ajeno se ocupó de él con la misma dedicación que un padre. Pero, al llegar a tierra, fueron separados, provocando en el niño un nuevo duelo por la pérdida de una figura paterna. La única preocupación del menor era saber dónde estaba. Este ejemplo refleja el impacto que tienen las relaciones en la vida de estos muchachos.