09 abril 2015
AI denuncia ataques de francotiradores y bombas de barril contra civiles en Yarmuk
Al menos 18 civiles, entre ellos una niña de 12 años y un trabajador humanitario, han muerto en Yarmuk desde que el grupo armado autodenominado Estado Islámico atacó la semana pasada el campo de refugiados palestinos y se hizo con la mayor parte de su control, según Amnistía Internacional.
Miles de personas más corren peligro ahora que las fuerzas gubernamentales sirias han intensificado los bombardeos aéreos y terrestres contra el campo –utilizando, entre otras cosas, bombas de barril–, en repuesta a la ofensiva del Estado Islámico en la zona. Los civiles también se han encontrado bajo el fuego de francotiradores y se han visto atrapados en enfrentamientos entre grupos armados, especialmente el Estado Islámico y el grupo Aknaf Beit al Maqdis, mayoritariamente palestino.
“Para los civiles que continúan atrapados en Yarmuk, la vida es una lucha agónica por la supervivencia. Tras soportar un asfixiante asedio de dos años impuesto por el gobierno, ahora se ven atrapados por el fuego de francotiradores, temiendo por su vida, mientras los bombardeos aéreos y terrestres se intensifican”, ha manifestado Hassiba Hadj Sahraoui, directora adjunta del Programa para Oriente Medio y el Norte de África.
Pese a la escalada de los enfrentamientos, tanto las fuerzas gubernamentales sirias como los combatientes del Estado Islámico se han negado a permitir la entrada de ayuda médica o humanitaria en el campo, y han dejado a decenas de personas heridas sin acceso a atención médica crucial u otro tipo de ayuda que podría salvarles la vida. Uno de los dos centros médicos de Yarmuk que aún funcionan, el Hospital Palestino, fue alcanzado el 1 de abril por un misil que hirió a seis voluntarios.
“Las heridas principales son causadas por fuego de francotiradores y proyectiles de artillería”, dijo un trabajador médico de Yarmuk a Amnistía Internacional.
“Las principales enfermedades son los problemas cardiacos y respiratorios, la diarrea y las infecciones, todo ello agravado por la desnutrición. Sufrimos una grave falta de medicinas y material médico, y necesitamos urgentemente líquidos de rehidratación, bolsas de sangre y antibióticos.”
En el campo no queda ninguna organización de ayuda humanitaria que siga trabajando.
“Para aliviar este implacable sufrimiento, se necesita desesperadamente el acceso inmediato y sin trabas a Yarmuk por parte de agencias humanitarias independientes”, ha manifestado Hassiba Hadj Sahraoui.
Según los activistas locales, Zeinab Daghestani, una niña de 12 años, murió por los disparos de un francotirador el 7 de abril cuando trataba de huir a la parte sur de Yarmuk, más tranquila. Entre los civiles muertos se encuentra también Majed al Omari, trabajador de la organización de ayuda humanitaria Fundación Jafra que, según se cree, murió a consecuencia de fuego cruzado el 3 de abril. Jamal Khalefe, activista de medios de comunicación, de 27 años, murió ese mismo día durante un fuerte bombardeo. Otro joven refugiado palestino, Hussein Taha, murió el 6 de abril cuando su casa fue alcanzada por una bomba de barril.
Los residentes dijeron a Amnistía Internacional que, la última semana, se habían lanzado sobre Yarmuk unas 25 bombas de barril, la mayoría por la noche.
La población civil de Yarmuk se ha visto atrapada entre la perspectiva de los abusos del Estado Islámico y el peligro inminente de los bombardeos gubernamentales. Los barrios de la calle Palestina, la calle Mansoureh y el Cementerio de los Mártires, zonas que, pese a que algunos combatientes del Estado Islámico han tomado posiciones en ellas, todavía son predominantemente civiles, han sido blanco de ataques gubernamentales.
“El uso de bombas de barril contra una población civil sitiada y muerta de hambre es una demostración más de la manera en que el gobierno sirio burla el derecho internacional y de su crueldad para con los civiles. El proteger las vidas civiles no parece ser un elemento a tener en cuenta cuando el gobierno decide bombardear una zona”, ha manifestado Hassiba Hadj Sahraoui.
“El uso de artillería y bombas de barril contra una zona civil poblada constituye un crimen de guerra. Todos los ataques de ese tipo deben cesar de inmediato. Asimismo, todas las partes deben tomar todas las precauciones posibles para minimizar el daño a los civiles.”
“Para los civiles, la situación es cada vez peor”, dice un residente. “No hay agua, ni comida, ni medicinas.”
Unos 18.000 civiles permanecen sitiados en Yarmuk. Los casi dos años de brutal asedio impuesto por el gobierno en julio de 2013 han dado lugar a una crisis humanitaria devastadora. Hasta marzo de 2014, al menos 194 personas habían muerto en el campo, la mayoría a consecuencia del hambre y de la falta de atención médica.
Un activista civil de Yarmuk dijo a Amnistía Internacional que otros dos residentes habían muerto de hambre esta semana.
“La magnitud del sufrimiento humanitario y la desesperación en Yarmuk es abrumadora. Todas las partes enfrentadas deben permitir el acceso inmediato de las agencias humanitarias, para que puedan cubrir urgentemente las necesidades de la población civil y ayudar a la evacuación de quienes desean huir a zonas más seguras”, ha manifestado Hassiba Hadj Sahraoui.
La entrada de los combatientes del Estado Islámico en Yarmuk el 1 de abril fue facilitada, según la información recibida, por Jabhat al Nusra, un grupo armado cuyos combatientes ya estaban presentes en el campo. Este grupo lucha contra otros grupos armados como Aknaf Beit al Maqdis, al parecer cercano a la organización palestina Hamás, y Jaish al Islam. Los residentes dicen que el Estado Islámico decapitó a tres combatientes palestinos capturados. Antes de 2011, Yarmuk albergaba la mayor población refugiada palestina del país, así como a miles de ciudadanos sirios.