21 diciembre 2020

Ceremonia de entrega del premio ALTODO a Francisco Javier Lara Peláez

Este viernes 18 de diciembre de 2020, tuvo lugar la ceremonia de entrega del IV Premio Anual ALTODO, concedido en esta ocasión a quien hasta fecha reciente fuera Decano del Colegio de Abogados de Málaga, Francisco Javier Lara Peláez. La expresión física del premio consiste en una estatuilla de bronce, diseñada por José Luis Fernández, diseñador también de la conocida estatuilla de los Premios Goya, que simboliza a cuatro abogados de oficio provistos de sus togas, abrazados en círculo y con el brazo de uno de ellos elevándose hacia el cielo.

De entre su largo listado curricular, reseñado al inicio del acto por la Vicepresidenta, Virginia de la Cruz Burgos, quiso el premiado que destacáramos por encima de todos uno tan sencillo como este: “abogado del Turno de Oficio”. El premiado, que ha formado parte de la abogacía institucional al más alto nivel, manifestó sentirse especialmente orgulloso de serlo, de seguir siéndolo, y de haberlo sido mientras ocupaba cargos institucionales de gran relevancia, tanto en el Colegio malagueño, como en el mismísimo Consejo General de la Abogacía Española.

Tal vez por ello, como bien dijo el Presidente, Juan Manuel Mayllo Martínez, supo empatizar con el colectivo y entender siempre las necesidades de la abogacía de oficio, a cuyo lado siempre estuvo. El último servicio prestado a sus compañeros, que definitivamente inclinó la balanza a su favor, por unanimidad de nuestra Junta Directiva, fue su decisión de anteponer en los peores momentos de la pandemia el derecho a la salud de sus colegiados y compañeros por encima de cualquier otro derecho o consideración, exigiendo que, sin merma alguna de los derechos de los justiciables, se adoptaran medidas de seguridad adecuadas en los Juzgados y centros de detención, o en su defecto, métodos alternativos a la asistencia presencial. Su negativa a aceptar las presiones de cierto órgano judicial malagueño, e incluso de la propia abogacía institucional a la que pertenece, le ha llevado al banquillo por presunto delito de desobediencia y obstrucción a la justicia. Cuando tomó esa decisión, era perfectamente consciente de que esto podía suceder, y a pesar de ello, puso por delante los intereses del colectivo a los propios.

En su discurso, y en presencia de Victoria Ortega, Presidenta del Consejo General de la Abogacía Española, del Decano del ICAAH, Angel Llamas Luengo, y de representantes del ICAM, no tuvo reparo en ser muy critico con la abogacía institucional, cuya condescendencia y pusilanimidad frente a los poderes públicos puso en el vértice del conglomerado de causas que han conducido al secular maltrato institucional hacia el abogado de oficio. Los poderes públicos, y los partidos políticos, también se llevaron su porción de crítica, a presencia de Yolanda Ibarrola, Viceconsejera de Justicia de la Comunidad de Madrid, o de Cristina Ayala, senadora por el Partido Popular. Y por último, también se llevó su tanto de culpa el propio colectivo de abogados de oficio, por su resistencia a sustituir la tradicional “queja de pasillo” por una mayor participación en los actos de protesta y en el secundamiento de medidas de presión.

ALTODO quiso dejar claro con este galardón que la dignificación del turno de oficio puede y debe hacerse también desde la propia abogacía institucional, señalando así la línea a seguir, que no es otra sino la que tantas veces hemos expresado: “el despertar de las conciencias dormidas”.

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