30 julio 2014
El primer Día Mundial contra la Trata de Personas da voz a millones de víctimas
Millones de personas, en su mayoría mujeres y niños, son víctimas cada año de las redes que trafican con seres humanos, un negocio que mueve millones de euros y sobre el que Naciones Unidas quiere alertar especialmente este miércoles, 30 de julio, en el primer Día Muncial contra la Trata de Personas, informa Europa Press.
La trata de personas implica “el reclutamiento, transporte, traslado, acogida o recepción de una persona a través del uso de la fuerza, el engaño u otros medios con el fin de explotarla”, tal como la ha definido Naciones Unidas. Aunque la forma más conocida es la que tiene por objetivo la explotación sexual, también son víctimas quienes terminan en un trabajo forzado, la servidumbre doméstica no remunerada, la mendicidad obligada o la extracción ilegal de órganos.
El Día Mundial contra la Trata de Personas, surgido a partir de una resolución de la Asamblea General de la ONU, nació con el objetivo de alertar de un crimen incesante y mostrar solidaridad con las víctimas, cuyo número exacto ni siquiera se conoce. Sólo los niños forzados a trabajar ya suman más de 20 millones, según datos de la Organización Internacional del Trabajo.
Un informe publicado en 2012 por la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (UNODC), elaborado a partir de la información de más de 150 países, alertaba de que el 59 por ciento de las víctimas son mujeres y un 17 por ciento, niñas. Los hombres adultos representan un 14 por ciento y los menores un 10 por ciento.
Por regiones, los países de África y Asia cuentan con más casos de explotación laboral, mientras que en Europa o América abunda la sexual. El tráfico de órganos, según el informe la UNODC, esta todavía presente en 16 países del mundo.
LA ABOGACÍA CONTRA LA TRATA
El Consejo General de la Abogacía Española ha mostrado su repulsa hacia la trata de personas. El presidente, Carlos Carnicer, remitió una circular a todos los decanos de los Colegios de Abogados para que los abogados extremen las medidas para detectar a las víctimas de estos delitos, que pueden ser atendidas de oficio en casos de violencia de género u otras cuestiones.
Carnicer aseguró que “la esclavitud no sólo no ha desaparecido, sino que se nos presenta con unos contornos más sinuosos a través de las víctimas de trata con fines de explotación, personas que se ven obligadas a realizar cosas que no desean realizar”
ESFUERZOS INTERNACIONALES
En el año 2000, la Asamblea General de la ONU adoptó la Convención contra la Delincuencia Organizada Transnacional y un protocolo para Prevenir, Reprimir y Sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños. Las medidas entraron en vigor en 2003 y representan, a día de hoy, el único instrumento internacional que persigue este tipo de abusos.
A nivel nacional, corresponde a cada país la aplicación del protocolo y su integración en las respectivas legislaciones. La ONU considera que, a pesar del aumento del número de condenas por el delito de trata de personas, la estadística sigue siendo baja, por lo que ha reclamado una aplicación más eficaz de la nueva normativa y mayor cooperación regional e internacional.
LA VOZ DE MARTA Y JACOB
Marta creció en un barrio pobre de la ciudad costarricense de Putarenas, en la costa del océano Pacífico, y a los 13 años, huérfana de padre y con una madre alcohólica y violenta, se vio obligada a trabajar como empleada doméstica.
A pesar de que confiaba en ganar dinero para que ella y su hermana pudiesen vivir en un lugar mejor, nunca recibió un sueldo por su trabajo de asistenta. Por este motivo, cuando le ofrecieron un trabajo bien pagado para ayudar a turistas en la capital, San José, Marta no lo dudó y aceptó.
Sin embargo, el trabajo no era tal y, en lugar de transportar maletas, se veía obligada a mantener relaciones sexuales con esos hombres extranjeros, según el relato hecho público por la propia ONU con motivo del Día Mundial contra la Trata de PersonAS.
La denuncia de una persona a la Policía sacó a Marta de la situación en la que se encontraba y, así, pudo recibir asistencia médica y psicológica y formarse en una profesión con la que construir una nueva vida para ella y su hermana.
La de Marta es también la historia de Jacob, que a los 13 años abandonó su pueblo natal en Kenia para ir a Nairobi junto a varios hombres con promesas de una mejor educación y un buen trabajo. Jacob terminó en Mombasa, recolectando metal para su venta y mendigando su no conseguía suficiente dinero.
Sin contacto con su familia y sin posibilidad de buscar ayuda, Jacob huyó a la ciudad de Malindi, donde incapaz de sobrevivir mediante la mendicidad terminó cometiendo pequeños delitos. Una organización que proporciona asistencia legal a menores de edad (CRADLE) logró que un tribunal determinase que Jacob necesitaba protección y le reunió con su familia.
A los 14 años, Jacob está contento de volver a casa y estudia para tratar de llegar a la educación secundaria. “Me gustaría ser profesor o policía para ayudar a la gente en problemas”, declara ahora sobre su futuro.