19 diciembre 2022
Fawzia Koofi: “El mundo nos ha dejado solas en nuestra lucha”
Fawzia Koofi fue vicepresidenta de la Asamblea Nacional de Afganistán y en 2014 intentó presentarse a la presidencia del país. Pero por encima de todo es una activista infatigable por los derechos de las mujeres y niñas afganas.
Su historia personifica, como pocas, la tragedia y el coraje de las mujeres afganas. Al nacer fue abandonada a la intemperie por sus padres, que esperaban un varón. Afortunadamente recapacitaron y se ocuparon de ella. Cuando creció tuvo que pelear para que su familia le dejara estudiar. Empezó estudios de Medicina pero tuvo que dejarlos cuando llegaron los talibanes al poder en 1996. Su carrera política comenzó en 2001 con una campaña para promover la escolarización de las niñas. En 2005 fue elegida parlamentaria y posteriormente vicepresidenta de la Asamblea Nacional. Ha sobrevivido a varios atentados contra su vida. Y en 2020 formó parte de la comisión negociadora con los talibanes. Tras el triunfo de estos en agosto del 2021 se fue del país.
Desde su exilio en Londres mantiene una intensa actividad internacional, que la lleva por todo el mundo, para encontrar soluciones para la crisis humanitaria y política de su país: “Cada minuto de mi vida fuera del país está dedicado a pelear por ese Afganistán en el que no solo mis dos hijas, sino las hijas de todos tengan un espacio para desarrollar su potencial”.
¿Cómo está la situación en su país?
Atraviesa el momento más difícil de su historia, especialmente para las mujeres Su situación es devastadora. No solo es que pasen su vida en una prisión que es su casa. También están desprovistas de los derechos más básicos: educación, trabajo, salir de casa sin un acompañante hombre… Los talibanes creen que oprimiendo a las mujeres van a convertir Afganistán en el paraíso. Sé que la libertad no viene sin un coste pero es muy doloroso ver que ocurre esto.
¿Las mujeres siguen saliendo a las calles a protestar?
Sí, siguen protestando en la calle, aunque es extremadamente peligroso. Cuando salen por la mañana no saben si van a regresar vivas a casa, y dejan un mensaje de despedida. Ellas se han convertido en la principal fuerza opositora a los talibanes. Es una batalla continua, protestan de diferente maneras, en las universidades, en los colegios, en los lugares de trabajo, resistiéndose a vestir lo que imponen los talibanes, que no han logrado dominarlas.
Pero sí han conseguido borrarlas de la vida pública.
Sí, completamente, de la vida pública y de los lugares oficiales, en los que no hay ninguna mujer. Las niñas entre los 12 y los 16 no pueden ir a clase y en la universidad tienen opciones muy limitadas, no pueden ser ni periodistas, ni ingenieras, ni abogadas…
¿Qué debería hacer la comunidad internacional?
Debería apoyar mucho más al pueblo afgano, a través de las organizaciones humanitarias. Y al mismo tiempo, ser más dura con los talibanes, presionarles con sanciones financieras, restricciones de viajes… No solo son dañinos para las afganas sino para todo el mundo. No es solo nuestra causa, sino que es una lucha de todos, que las afganas estamos luchando en primera línea. Lo que está ocurriendo en Afganistán es un crimen contra la humanidad, y los responsables tienen que ser llevados ante la justicia.
¿El mundo se ha olvidado de Afganistán?
Las prioridades han cambiado, con la guerra de Ucrania y la lucha de las mujeres en Irán, toda nuestra solidaridad con ellas, nuestra lucha es la suya. Pero esto hace que las mujeres afganas queden relegadas a una esquina, una segunda fila, lo que complica todo mucho más. El conflicto afgano es muy distinto del ucraniano, es mucho más largo y supone una amenaza para la seguridad internacional. El mundo puede hacer mucho más para evitar este riesgo, la UE, EEUU, lo estados del Golfo, los países vecinos… todos por su propia seguridad deben presionar a los talibanes para abrir un diálogo político y formar un diálogo que incluya mujeres y vele por el bien del pueblo.
¿Le decepcionó la retirada de EEUU en agosto de 2021?
Fuimos muchos, sobre todo mujeres, los que nos sentimos traicionados. Nos han dejado solos en nuestra lucha.
Tras el triunfo talibán se fue del país.
Estuve en arresto domiciliario durante dos semanas y me marché no porque tuviera miedo por mi vida; todos tenemos que morir un día y es bueno si lo haces dejando un legado detrás, y el mío ha sido pelear por las afganas. Me fui fue para protestar por lo que estaba ocurriendo y con la intención de movilizar apoyo internacional para cambiar la situación. Hemos amplificado las voces de las mujeres afganas, hemos llamado todas las puertas de la comunidad internacional buscando apoyo y solidaridad. Viajo a diario, algo que es difícil como madre de dos hijas, pero tengo una responsabilidad mayor. A veces pienso que debería regresar. pero otras mujeres me dicen que fuera tengo más impacto, y más visibilidad que si estuviera prisionera en Afganistán como todas las mujeres.
¿Como se siente respecto el futuro de su país?
Tengo mucha esperanza, siempre la he tenido, como todo el pueblo afgano. Hay días duros, como hoy que han detenido a una amiga y colega, y es muy doloroso. Pero al mismo tiempo tengo esperanza porque creo en nuestra lucha y estoy convencida de que podemos cambiar el status quo.