26 noviembre 2014

Hoy es el día después

Por María Vázquez Góngora, abogada

Ayer salieron las estadísticas de muertes, la evolución de la estadística judicial, y la repetición de un eco, que integrado ya en el “eco-sistema”, se vuelve inaudible, por el continuo magreo de los resultados, del análisis y sobre análisis del mundo de las consecuencias.

La evolución del ser humano requiere que demos un paso firme en elevarnos hasta el plano de las causas, porque el plano físico, el plano del mundo de los resultados, es un plano consecuencia, que nos sirve para tomar consciencia, pero desde el que no podemos cambiar nada.

Si no nos gusta el resultado de una suma, hemos de mirar hacia  los sumandos.

Si no nos gusta el resultado de una suma hemos de  poner nuestra energía creativa al servicio de los sumandos, alterándolos, recreándolos  en la dirección adecuada. La constatación de que vamos en mejor línea será si tras implementar una serie de variaciones, obtenemos  un resultado más  acomodado  a nuestras necesidades.

Año tras año, con sus mínimas diferencias, constatamos la misma realidad en la violencia de género, y el termómetro que mide los actos más extremos, como los homicidios-asesinatos, experimentan pocos cambios. Es correcto contabilizar los cadáveres, desde luego necesario, pero a continuación imprescindible dirigir la mirada en la dirección correcta.

Como decía el psicólogo, maestro, Antonio Blay Foncuberta, pensando no descubrimos, mirando si, y el acto de mirar es simple. A quien primero hay que mirar es a la víctima.

Finales de septiembre  de 2011: un nuevo caso de asesinato, esta vez una mujer de 41 años.

Es sólo un caso entre tantos, pero si nos adentramos en él, si hacemos el esfuerzo de sumergirnos, encontraremos un gran  beneficio: darnos cuenta.

Mirando a una familia destrozada, por la pérdida de una mujer de mi edad, guapa, trabajadora, amable, educada, sensible, y muy inteligente, recibí la misión de darme  cuenta de muchas cosas, y después de comunicarlas. Así que allá voy.

Hoy sólo me voy a fijar en un aspecto de la escena, la mejor, la que más energía insufla: su hija, 13 años.

Esta niña al día siguiente de que su padre asesina a su madre, necesita una respuesta a todos los niveles, jurídico, psicológico, asistencial,  una protección y asistencia especiales. Y entonces surge una vertiginosa cadencia de aspectos a reconducir: impuestos, obligaciones económicas de la progenitora, privación de la patria potestad del padre, etc….y como no solicitar su pensión de orfandad. “Pide y se te dará”.

La ley sólo daba margen para pedir la pensión de orfandad simple, sólo había muerto la madre,  pero su realidad era otra, era una huérfana total, de madre y de padre, que ingresa en prisión y se le priva de patria potestad. Pedí una respuesta a la realidad, pedí para ella una pensión  completa o doble. El INSS la niega, y concede 250 € al mes de pensión a una niña en semejantes circunstancias.  El siguiente paso fue recurrir esta injusta pensión con un resultado tan favorable que se hizo público, fue noticia principal del día, mereciendo  el premio internacional Género y Justicia  2014, que otorga la Organización  Women`s Link.

El primer paso es por tanto mirar la realidad, no pensar la realidad. La realidad está ahí, sólo hay que mirarla, verla, darse cuenta.

¿Cuál es el segundo paso?. El segundo paso es firme determinación, fijar un objetivo, que parte de un pensamiento recto.

El pensamiento es: “dar una pensión digna, y una protección especial adecuada a los hijos de víctimas mortales de violencia de género”.

Este pensamiento existe, y lo compartimos muchas personas, tanto es así que tras comunicar la situación a las mayores instancias, vio la luz en el Congreso, Diario de Sesiones de fecha 26.02.2013,  a través de una proposición no de ley del partido popular, defendida por su portavoz, Jose Miguel Castillo Calvin, y  que fue respaldada por los portavoces de todos los partidos políticos  que asistieron, Psoe, Izquierda Unida, Ciu, con la sola excepción de Amaiur, que incompresiblemente se abstuvo.

Una vez fijado el objetivo, el tercer paso es mantenernos conectados en todo momento con el recto pensamiento, con lo que nos hemos comprometido. La cuestión, regular una protección especial para estos niños, esto siempre en el pensamiento.

La respuesta, el 26 de febrero de 2013, se aplazó al Estatuto de la Víctima, por aquellos   entonces en fase de elaboración, y entonces:    ¡ desconexión!.

La redacción inicial del Estatuto de la Víctima olvida a los niños hijos de víctimas mortales de violencia.

Esto nos lleva al cuarto y último paso, LA COHERENCIA: cuando caemos en la desconexión con el pensamiento recto, cosa que nos puede ocurrir en cualquier momento, hemos  inmediatamente  de reponernos, reconectarnos, y  volver a la acción, que hoy es cumplir con lo prometido, con lo  justo y por tanto posible. Esperemos que los partidos políticos se reconecten y defiendan con hechos la postura mantenida el 26.02.2013. Este artículo sólo pretende ser un cariñoso recordatorio para todos.

Ayer, un día brújula, un día de toma de conciencia, y hoy el siguiente día de los 364 que quedan para describir una órbita más en torno al sol, a la luz.

Hoy es ya día de acción, de coherencia. La falta de coherencia a nivel biológico nos lleva a la enfermedad, y a nivel mental, a la locura de dejar la nave personal sin dirección, a merced del exterior.

Para encontrar progresos en una materia tan difícil como la violencia de género es imprescindible en primer lugar, tomar contacto con la realidad, imprescindible salir de los observatorios, las víctimas no son estrellas lejanas en el firmamento, a  las que otear desde el laboratorio, aún con potentes artefactos. Las víctimas conviven con nosotros, sus hijos son patrimonio de la humanidad,  y hemos de mirarlas. En segundo lugar hemos de ayudarlas, sin propaganda, a ellas, paliando los efectos, las consecuencias. En ellas vamos a descubrir el plano de las causas,   y esto nos permitirá implementar los cambios necesarios para evolucionar.

Es por tanto una tarea de todos, sin exclusión, sobre cada uno de nosotros recae una parte de responsabilidad, siendo testigos en los juicios, jurados en el enjuiciamiento, periodistas relatando la vida real, médico, asistente social, político, abogada….dejando de ser estatuas, para ser luz.

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