19 junio 2020
Día Mundial de los Refugiados: la Abogacía exige el cumplimiento de las normas de protección internacional
La Subcomisión de Extranjería del Consejo General de la Abogacía Española, presidida por Blas Jesús Imbroda, decano del Colegio de Melilla, ha hecho público un manifiesto con motivo del Día Mundial de los Refugiados que se celebra por iniciativa de Naciones Unidas
La Abogacía se suma de esta forma a los eventos impulsados por la ONU para recordar que asi 80 millones de mujeres, niños y hombres de todo el mundo se han visto obligados a abandonar su hogar como refugiados o desplazados internos. Y hay algo aún más impactante: de ellos, 10 millones lo hicieron solo en el último año.
La Abogacía Española, a través de Manifiesto elaborado por la Subcomisión de Extranjería, quiere mostrar su solidaridad y su compromiso de ayuda legal al 1% de la población mundial que se ha visto obligada a abandonar su hogar debido a los conflictos, la violencia o la persecución, una nueva cifra récord que sitúa el total de desplazados forzosos a nivel mundial en 79,5 millones de personas, según el último balance del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
MANIFIESTO DIA MUNDIAL DEL REFUGIADO
CONSEJO GENERAL DE LA ABOGACÍA ESPAÑOLA
20 de Junio de 2020
En el año 2001, con motivo del 50 aniversario de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951, la Asamblea General de Naciones Unidas designó el 20 de junio como el Día Mundial de los Refugiados para recordar a millones de personas desarraigadas en todo el mundo. Ese mismo año se celebró el primer “Día Mundial de los Refugiados”.
Dedicamos este día a alzar la voz públicamente para recordar a tantas y tantas personas, hombres, mujeres, ancianos, ancianas, niños y niñas, que tienen que abandonar sus países, sus casas, sus vidas y recorrer trágicos caminos reclamando amparo y protección.
Vivimos momentos históricos con desplazamientos masivos de miles y miles de personas, huyendo de la violencia, de las masacres, de las miserias, de la persecución. Muchas buscando un mundo mejor que les ofrezca una oportunidad de vida, y otras muchas sencillamente buscando poder sobrevivir.
El informe anual de ACNUR, muestra que un número sin precedentes de 79,5 millones de personas estaban desplazadas a fines de 2019. Es la cifra más alta jamás registrada por ACNUR.
Nadie elige el lugar o la zona donde va a nacer, y a nadie le preguntan. A ninguno de nosotros, afortunados de haber nacido y poder haber crecido en el mundo desarrollado, nos hubiera apetecido elegir aquellos lugares donde el hambre, las miserias, la explotación, la violencia, o sencillamente la denigración de los más mínimos derechos, están permanentemente vigentes. Seamos sinceros ninguno lo hubiéramos elegido. Pero a ellos que sí nacieron allí no les dieron la oportunidad de elegir.
Ver las imágenes de las masas de hombres, mujeres y niños caminando kilómetros y kilómetros, huyendo del espanto de la guerra y de la destrucción. Observar a las personas poniendo sus vidas en el más absoluto riesgo, muchas de ellas perdiendo la vida, atravesando los mares o intentando cruzar desesperadamente las fronteras, sometidas en los duros caminos a mafias, explotaciones, tratas de seres humanos, y todo ello además paradójicamente en el S. XXI, siglo de la sociedad del bienestar, del desarrollo económico, de las tecnologías, etc, nos tiene que hacer reflexionar que debe ser posible un mundo mejor, donde la solidaridad con todas estas personas y el apoyo en la lucha por la defensa de los derechos humanos, sea un principio que rija nuestras vidas.
Los principios y los valores que inspiraron la creación de la Unión Europea son en estos momentos de la historia de la humanidad, absolutamente necesarios. La solidaridad, el respeto y defensa de los derechos humanos de todas estas personas debe ser un permanente compromiso de todas las instituciones y de toda la sociedad.
Solicitamos públicamente la protección de los refugiados, el respeto a sus derechos, incluido el derecho a la asistencia jurídica, y que se cumplan y respeten las normas internacionales de protección, que a todos nos obligan.
Abandonan sus hogares, sus familias, lo dejan todo, pero nunca dejan ni dejarán, su dignidad ni sus derechos, que amparados por los ordenamientos jurídicos y convenios internacionales, deben ser absolutamente respetados.
Contribuyendo a ello alcanzaremos un mundo que necesariamente ha de ser mejor, en el que la solidaridad y el respeto a los derechos humanos rija por encima de todo.