22 junio 2021
La regla para un buen divorcio (y para la vida en general) de Elena Zarraluqui
Elena Zarraluqui tiene en la mesa de su despacho una regla antigua de madera que usa para explicarles a sus clientes cómo debe ser su actitud ante un divorcio -y por extensión, ante la vida-. La agarra por el medio con dos dedos y la mueve hacia arriba o hacia abajo: “Tú estás aquí, y depende de ti hacia dónde vayas, arriba o abajo. Hay personas que ante un mal divorcio se hunden, se van para abajo y de ahí no las saca nadie. Pero si tienes una actitud positiva, después de divorciarte subes. Y eso depende de ti. Es una cuestión de actitud”.
Elena pertenece a la tercera generación de una saga de abogados. El primer bufete lo fundó su abuelo y su padre, Luis Zarraluqui, fue uno de los redactores de la Ley del Divorcio: “Antes de que se aprobara iba a Guinea Ecuatorial o a Nueva York a gestionar las nulidades matrimoniales porque aquí eran muy complicadas”, cuenta su hija. Especializada en derecho de familia, con un volumen muy importante de matrimonial, es una de las abogadas de divorcios más importantes de España. Por su bufete, aunque no saldrá de su boca, han pasado algunos de los más sonados de nuestro país. “Llevo gente de todo tipo, no solo con dinero, pero es cierto que me vienen siempre situaciones complicadas”, reconoce.
- ¿Y en ese proceso tan complicado cuál es el papel de los abogados?
Hacerlo lo más fácil posible. Y para eso tienes que ser empático, saber tratar a la gente, porque lo están pasando fatal. Ante todo tienes que defender los intereses de tu cliente a muerte, con todas las armas, pero sabiendo que no todo vale, eso es lo primero que me enseñó mi padre. No voy a inventarme un maltrato o un abuso sexual para sacar a un hombre de casa o romper una relación de un niño con su padre. Yo no amenazo a los contrarios. Y tampoco vendo algo que no crea que voy a poder defender. Yo te cuento cómo lo veo, te cuento lo que quieres oír y lo que no, te explico los riesgos.
- ¿Qué consejos da para un buen divorcio?
Buscar cada uno un buen abogado, que no te lleve a un pleito, que intente pelear un acuerdo. Yo creo que siempre, siempre es mejor un acuerdo, pero para alcanzarlo los dos tienen que hacer concesiones, y si no estás dispuesto a hacerlas, pues a pelearlo a un juzgado, pero ahí tienes que saber que será un tercero el que va a decidir y tú vas a ser el 300 de esta semana y no va a poner tanto interés como tú. Pero también es verdad que no se pueden consentir determinados abusos. El abogado es fundamental, y tienes que confiar en él. Y también es importante que no te dejes influir por lo que dice la gente. Y que no pienses que es el final de tu vida, sino el inicio de una nueva etapa a la que has de llegar bien, satisfecho con lo que has hecho y tranquilo con la forma en lo que has actuado.
- ¿Y si hay hijos de por medio?
Tienes que pensar en ti, porque sí tú estás bien, tus hijos van a estar bien. Y si no lo estás, van a estar mal. No involucres a tus hijos en esta guerra, tienen que mantenerse al margen de esto. Y si no los metes, ellos van a estar mejor con sus padres divorciados que juntos, porque al final los niños captan ese mal rollo. Y luego, sé generoso económica y afectivamente. Los hijos no son de uno, son de los dos, ponte en el lugar del otro.
- Prefiere los divorcios a las separaciones.
Sí. A la gente que no tiene claro que sea una ruptura definitiva yo siempre les recomiendo que se divorcien, y oye, mira, si luego te vuelves a juntar, pues mira qué bien, pero será porque lo quieres. Me parece que cuando tomas una decisión tan importante como esta, tiene que ser un corte limpio, cuanto más limpio más fácil será rehacer tu vida. Si tú sigues pensando que hay una esperanza de volver no te vas a recuperar. Mi padre siempre decía que si una herida la sigues hurgando todo el día no se cura. Esto es lo que tiene que pasar con la ruptura de un matrimonio, de una familia.
- ¿Es caro divorciarse?
Lo caro es el postdivorcio, porque donde una familia vive bien, dos viven peor y la gente no se da cuenta de eso, de que hay que hacer un esfuerzo y todos tienen que apretarse el cinturón. Fuera no se está tan calentito como dentro. Quizás vivirás peor, en una casa más pequeña, pero estarás feliz.
- ¿Son útiles los acuerdos prematrimoniales?
Sí, sin duda, y cada vez se están firmando más. Cuando vas a hacer el expediente matrimonial al registro, tú no tienes un folleto que te informe sobre los regímenes económicos, hay uno que es el de participación que es un mix de los dos, del de gananciales y de separación de bienes, que te da una opción de compensar…
- El año pasado cayeron los divorcios por la pandemia. Pero este año ya han vuelto a subir, un 10% en el primer trimestre.
Tiene toda su lógica, hubo gente que salió huyendo, a casa de sus padres… Una convivencia no es fácil, el día a día es difícil, vuelves a casa cansado, tienes los niños, y si además te echan del trabajo, pues te tienes que querer mucho. Y si encima estás encerrado y no puedes tener ese desfogue de salir, te tienes que querer una barbaridad, y ser muy buena gente y estar muy comprometido.
- Se están divorciando cada vez más personas mayores de 75.
Yo siempre he tenido clientes mayores. Los 75 años de ahora no son los de antes, puedes estar fenomenal, y piensas ¿por qué voy a tener que aguantar esto, a esta señora o este señor? Yo quiero disfrutar de mi vida, entrar, salir, viajar. Y dicen basta, ya no quiero más. Los hijos por lo general les apoyan, aunque puede haber situaciones dramáticas. Es maravilloso poder tener el control de tu vida. Hay gente que se casa también a esa edad.
Y sin levantarse de un mullido colchón de piel, en un despacho tan acogedor que darían ganas de quedarse allí con ella todo el día, Zarraluqui insiste: “Yo soy muy pesada con la actitud ante la vida. Hay que ver lo bueno, no lo malo. Y la regla la cojo continuamente, para arriba para abajo…”.