04 julio 2022
Manuel Portero Frías: “El abogado de oficio tiene una obligación moral con la sociedad”
Por Mercedes Núñez Avilés
Este abogado sevillano de 82 años lleva trabajando desde 1970. Pionero en la defensa gratuita, acaba de ser condecorado por el Colegio de Abogados de Sevilla por llevar más de 50 años en el ejercicio de la abogacía y en el turno. Ahora ya solo trabaja en el despacho con su hijo Javier y ha dejado su labor en defensa de los más vulnerables. El próximo 12 de julio es el Día de la Justicia Gratuita y del Turno de Oficio y, repasando su trayectoria, queremos rendir homenaje a los cerca de 44.000 profesionales que integran este colectivo en nuestro país.
¿Cómo recuerda sus inicios en el turno?
El primer caso no lo he olvidado nunca. Defendí a un chaval de etnia gitana, cuyo apodo era “el niño del lunar”. Lo acusaban de un delito contra la salud pública, por venta de carne de mulo, que no estaba tratada por ningún veterinario y por hurto de las caballerías. La vendían en los bares en Sevilla. El hurto no se pudo comprobar por falta de pruebas, porque realmente estos animales que sacrificaban eran regalados por inservibles.
¿Por qué decidió apuntarse?
Mi maestro, Adolfo Cuellar, me dijo que lo hiciera porque tenemos esa obligación moral con la sociedad. Entonces era totalmente gratuito. El incentivo del abogado de oficio es la vocación de servir a la sociedad. Hacer algo por los demás. Y satisfacción, también, de hacer todo lo posible por tener el deber cumplido. Prestar esa ayuda, dentro de mis limitaciones, aunque no siempre puedas lógicamente identificarte con el delincuente, es una gran satisfacción.
¿Qué anécdotas ha vivido a lo largo de estos años?
He visto de todo. Llevé la defensa de un hombre de 23 años que había violado y asesinado a su vecina. Aquello fue tremendo. La Audiencia de Sevilla le condenó a 29 años. Siempre me aseguró que no recordaba nada, después de una fiesta de alcohol y pastillas. No sé si fue sincero conmigo. Defender a alguien no significa que estemos de acuerdo con sus actos. Me suplicó recurrir al Supremo y conseguí una rebaja a 18 años. Además, mi despacho fue de los primeros en abrir la batalla contra los bancos por las hipotecas y las cláusulas suelo. He conseguido ganar muchos casos.
¿Ha sufrido obstáculos o amenazas?
Agresiones por parte de clientes no he tenido, aunque a veces he pasado miedo. Defendí a un secuestrador que se había atrincherado en una vivienda con varias personas porque tenía deuda por drogas. Cuando fui a verle a prisión me dijo “esto me lo tienes que solucionar o si no, échale cuenta”. A mí aquello me sonó a amenaza. El asunto salió medianamente bien.
¿Cuáles son los principales problemas que tienen los abogados del turno?
Aparte de cobrar poco y que los baremos no se actualizan, también hay retrasos en los pagos. Y en los señalamientos. Ya no nos asombra que un asunto que esté comenzando hoy con una diligencia previa se señale el juicio oral en 2026. Y además es importante que se reconozca y se ponga en valor su figura, porque no se hace. Se habla de abogado de pago y abogado gratuito, cuando el esfuerzo es el mismo. Para mi tiene más responsabilidad que la libertad de una persona dependa de mi trabajo como abogado de oficio.
¿Qué opinión le merecen las nuevas materias en el turno de oficio, como segunda oportunidad, delitos de odio o discapacidad?
Necesarias. Llevé algunas cuestiones por mi cuenta en lo que entonces era segunda oportunidad en barriadas de vivienda de protección oficial. Había que explicarles a las familias que cuando terminan de pagar la hipoteca, tenían también que cancelar en el registro del Banco Hipotecario. Para esa familia el único bien que tenían en su vida era esa vivienda y me agradecían que les resolviera hasta el último problema para empezar a vivir sin deudas.
Si volviera a colegiarse, ¿se adscribiría de nuevo al turno de oficio?
Por supuesto. La satisfacción de poder hacer algo por los demás es algo que solo tiene cabida en este colectivo. Aunque a veces tengo la sensación de que siempre se puede hacer más.