21 marzo 2016
Refugiados: una llamada a recurrir las devoluciones del acuerdo con Turquía
Por Francisco Solans, abogado
Sin que todavía se conozcan los términos concretos del acuerdo, las noticias llegadas de la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno con el primer ministro turco son que se ha llegado a un acuerdo que incluye los siguientes puntos:
– Devolución rápida, pero individualizada y respetando un procedimiento, de todo el que entre irregularmente desde Turquía. Al menos no será retroactivo y comenzó el domingo. Para los que ya han cruzado no se dice nada, salvo que se lleva nueve meses para repartir a 160.000 y sólo hay cifras ridículas
– Por cada devuelto se aceptará a una persona vulnerable que se enviará desde los campos de refugiados en Turquía, con un máximo de 72.000 personas, que serán felizmente reasentadas en territorio europeo. Como se supone un efecto inmediato de la primera medida, no se prevé siquiera alcanzar esa cifra.
– Como tal devolución es ilegal a un país que no reconoce a esos refugiados como tales, ni les garantiza unas condiciones mínimas, como Turquía, prometemos todos juntos que en un futuro cercano Turquía lo será, para lo cual acepta un “apoyo económico” de cierta magnitud, junto con otras prebendas.
– Tal conclusión sólo puede ser calificada de bochornoso engaño a la ciudadanía, que ha contestado y se ha opuesto con profundidad a esas intenciones, y un intento de subvertir la legalidad por parte de quienes más responsabilidad tienen en cumplirla.
Con estos elementos, la Abogacía Española sólo puede responder de una manera, y es con la indignación y contundencia con que ha venido haciéndolo en los últimos meses ante esta situación.
– Denunciamos tal acuerdo como radicalmente contrario a la legalidad europea. No sabemos lo que Turquía será mañana, si llegará a reconocer los derechos propios de un país europeo y, entre otros, la condición de refugiados a los que simplemente lo son, pero hoy sus leyes no lo hacen. Un sirio, un afgano, un eritreo, hoy, en Turquía, no son sino inmigrantes irregulares sin apenas derechos. Hoy, Turquía, no cumple los niveles jurídicos mínimos como para decirle a un refugiado que viene desde allí que no puede entrar aquí porque ya ha alcanzado aquello a lo que tenía derecho.
– Expresamos nuestra convicción de que la exigencia de que las devoluciones o expulsiones no sean colectivas no es una mera exigencia formal, salvable con profusión de papeles y con procedimientos sumarios resolubles en unos pocos días. El protocolo 4º de la Convención obedece a las necesidades de estudio individualizado, procedimiento contradictorio que permita una defensa suficiente, y posibilidades de recurso y tutela judicial efectiva, sin los cuales ninguna decisión de devolución puede ser justa. Hoy por hoy, ninguna decisión de devolución de un solicitante de protección internacional a Turquía, donde no tiene reconocido derechos, puede ser justa, se haga con el procedimiento que se haga.
– Hacemos un llamamiento a los abogados de toda Europa para coordinarnos y para dar una respuesta adecuada, articulando la tutela judicial a favor de los derechos de las personas que se van a ver afectadas por este acuerdo. Cualquier refugiado que vaya a ser devuelto o lo sea en virtud de este acuerdo tendrá derecho a un recurso efectivo, que un abogado articulará ante los tribunales, en el territorio que sea necesario, ante la jurisdicción oportuna, ante la instancia a la que haya que llegar. Y que sea el Derecho, no los intereses, quien decida lo que es justo.
NOS TOMAN POR TONTOS
El tiempo necesario para responder a los abusos del poder se hace más corto, máxime cuando la misma prepotencia con que se expresa amenaza para mañana o pasado mañana. Así están seguros de que no habrá control efectivo de nadie y de que lo que digan los Tribunales no les afectará cuando ya hayan consumado sus tropelías; de que ignorarán la contestación aun sabiendo que saldrán a la calle miles de personas para reprocharles su miseria, para decirles que no nos representan, sus engaños.
Anuncian un acuerdo, con parches, con rectificaciones, con retórica, contradicciones, pero interesa demasiado subrayar la propia autoridad como para dejarse llevar por menudencias: desde el domingo devolveremos a todos los inmigrantes irregulares – ya no son refugiados – que lleguen a Grecia, y en una prepotente ingenuidad, creen que eso resolverá el problema, su problema, y cortará de raíz las entradas, que no superarán las 72.000, porque como la gente ya sabrá que los vamos a devolver a todos, ya no intentarán entrar más.
Están pretendiendo darnos el gusto de pensar que nuestras objeciones han sido oídas, y se quedan en lo cómodo, en lo formal, insistiendo en que no habrá devoluciones en caliente ni colectivas, pero el lenguaje les delata. Si lo importante es que no entre nadie, si lo importante es crear una disuasión, si lo importante es evitar el “efecto llamada”, ¡¿qué credibilidad tendrá una devolución que acompañemos de un papel con un nombre, después de un proceso de dos o tres días?! ¿Acaso deja de ser una devolución inmotivada, injusta, colectiva, porque le pongamos un nombre a un papel y no la hagamos inmediata? Nos toman por tontos.
No voy a entrar a valorar los muchos elementos que hacen inviable el acuerdo anunciado –que sea inmediato en unas cosas, pero relegado a condiciones más que difíciles en otras–, puesto que se aprecia en exceso que la intención es la misma: la de engañar, la de tomarnos por tontos, la de que les creamos cuando afirman sus buenas intenciones. Parece ser que la condición para el acuerdo es que Turquía modifique su legislación y se convierta de la noche a la mañana en un destino seguro de plenitud de derechos para los refugiados, pero el acuerdo se aplica desde el pasado domingo. Y nuestro gobierno se lo ha creído.
Simplemente diré lo obvio, lo que ningún acuerdo puede soslayar, subrayaré lo evidente, y que cada cual saque sus conclusiones:
Contexto.- Europa es una de las zonas más ricas del planeta con una población de alrededor de 500 millones de personas. Es como si en un año llegara una rica urbanización de 500 habitantes una sola persona más, pobre, pidiendo que le dejaran trabajar, aportar, construir y vivir en ese pueblo, y no se le permitiera.
Premisa mayor.- Siria está en guerra desde hace cinco años. Una guerra civil especialmente cruenta, cruel, en la que los contendientes no se amilanan por el riesgo de daños colaterales en la población civil, sino que los buscan. Su población huye. No busca nada, salvo la supervivencia. No hay efecto llamada desde ningún sitio, sólo la búsqueda de un lugar donde no caigan bombas.
Premisa menor.- La Convención de Ginebra, redactada en su día con la lección histórica de las miríadas de refugiados europeos de la Segunda Guerra Mundial, obliga a todo país que se diga civilizado a dar cobijo a quien pida protección ante una situación así. El resto de leyes europeas decían respetar esa ley.
Triste conclusión.- La cultura europea se alza al mundo gritando sus valores: derechos humanos, libertad, igualdad, fraternidad… y cuando se le presenta un pequeño problema de refugiados a sus puertas, un problema que podría resolver con un poco de generosidad y solidaridad, acalla su altisonante arrogancia, baja la voz y por la espalda, con engaños, subterfugios, verborrea de trilero, enseña su ser más vil y miserable, su alma de mercachifle, para negociar en el bazar turco la externalización de su problema a cambio de treinta monedas de plata. Quizá Europa, cuna de la civilización, ha dejado de ser civilizada.