14 febrero 2018
Vicente Magro, magistrado de la Sala Segunda del TS: “Hay que tomar conciencia de que la violencia de género es una lucha de toda la sociedad”
Por Ana Sanz Martín
Vicente Magro Servet fue elegido el pasado 25 de enero por el Pleno del Consejo del Poder Judicial nuevo magistrado de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, con 30 años de antigüedad en la carrera judicial. Anteriormente ocupó el cargo de magistrado de la Audiencia Provincial de Madrid. Ha escrito 1079 artículos doctrinales, 60 libros jurídicos y acaba de publicar su primera novela “Te querré siempre para mí”, que trata de la violencia de género y tiene como protagonista a una abogada que descubre que ella misma es una víctima. Doctor en derecho con la calificación cum laude. Pertenece desde el 2002 al Observatorio contra la violencia Doméstica y de Género. Fue presidente de la Audiencia Provincial de Alicante durante 15 años, en los que aplicó nuevos métodos para hacer frente a la violencia de género y para introducir la mediación.
- ¿Por qué una novela sobre la violencia de género?
Me apetecía desde hace tiempo introducirme en el apasionante mundo de escribir una novela. Era un reto pendiente en mi vida y al mismo tiempo que me apetecía afrontarlo, porque la vida es un reto permanente pensé en elegir el tema de la violencia de género sobre el que he tratado desde el punto de vista jurídico y sólo para juristas (mi tesis doctoral leída en Madrid en la UNED en 2005 trató sobre “Soluciones al problema de la violencia de género”). Pensé en dirigirme esta vez a las víctimas, y una novela de ficción era la mejor manera de intentar abrir los ojos a los cientos de miles de mujeres que viven el infierno de la violencia de género.
Además, también pensé que enfocarla desde el punto de vista de una abogada de Madrid especialista en problemas de familia y sobre la que describo una historia de maltrato psicológico del que ella misma no es consciente de ser víctima. Con esta novela pretendo abrir los ojos a muchas víctimas que sufren esta forma de maltrato tan cruel y a veces tan difícil de detectar.
- La estadística hecha pública por el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género refleja que han aumentado un 12% las denuncias presentadas en los juzgados de violencia sobre la mujer, ¿cómo se pueden mejorar aún más esa cifra? ¿Por qué tantas mujeres deciden no denunciar?
Hay que mejorar la información. La ley, una buena ley integral y multidisciplinar, es una herramienta estupenda pero las víctimas deben conocer de una forma asequible y fácil de qué herramientas disponen para luchar contra su agresor. La mejora en la información es básica para que ellas decidan dar el paso más difícil de su vida, como es romper con esa relación de dependencia emocional que tienen con su marido, pareja o novio. Y esto es muy difícil. No es un delincuente ajeno a ellas. Es su pareja y en muchas ocasiones el padre de sus hijos. No es una situación fácil porque confluyen muchos factores emocionales, económicos, de dependencia que les hacen pensárselo mucho. Muchas creen incluso que son culpables de esta situación. Es gravísimo el síndrome de Estocolmo que sufren las víctimas de violencia de género. Por ello, hay que ayudarles, estar cerca de ellas. Abrirles los ojos y mejorar los canales de información, las medidas de detección del riesgo y sobre todo, aprobar esas medidas que están recogidas en el Pacto de Estado contra la Violencia de Género aprobadas en el Congreso y el Senado (más de 600 medidas).
- ¿Se puede ayudar a las víctimas que no denuncian? ¿Por qué es tan importante que acudan al juzgado?
Se pueden hacer campañas informativas explicando qué derechos tienen, qué ocurrirá si denuncian, dónde pueden acudir. Se calcula que puede haber en España más de 500.000 víctimas, pero denuncian unas 130.000 cada año. De cada 50 mujeres que mueren asesinadas por sus parejas sólo cinco o seis habían denunciado, lo que explica la gravedad del problema. Por ello hay que advertir del riesgo de convivir con quien no te quiere, con quien te hace daño y con quien te tiene secuestrada en un infierno difícil de salir. Pero sobre todo lo que no podemos hacer luego es fallarles cuando quieren denunciar y limitarnos a darles una orden de protección. Hay que valorar el riesgo en cada caso, hay que ponerles un abogado desde el mismo momento que acuden a una dependencia policial para que les asesore y les aconseje sobre qué hacer. La víctima nunca puede sentirse sola. Esta es la clave de este difícil escenario.
- ¿Espera que el Pacto de Estado contra la Violencia de Género ayude a mejorar la situación de las víctimas?
Seguro. Son más de 600 medidas acordadas entre Congreso y Senado. Participé como asesor externo en las del Senado y cada uno de los profesionales de distintas áreas que lo hicimos hemos explicado qué se puede hacer para mejorar. Este es un documento histórico, porque no es un texto que sale solo desde el criterio de un departamento ministerial. Sale del consenso de muchos profesionales y luego en las Cámaras alta y baja del Parlamento se les ha ido dando forma para llegar a estas medidas. Ahora queda “pintarlo” en forma de proyecto o proposición de ley y darle trámite y luego aplicarlo bien y que los profesionales y todos los ciudadanos se conciencien de que esta es una lucha de todos y todas. No sólo de jueces, policías y fiscales, sino de toda la sociedad. Aquí no vale mirar para otro lado, pensando que esto es un problema de unos pocos, sino que es un problema social y así hay que enfocarlo.
- ¿Le han servido los asuntos conocidos como magistrado como inspiración para su novela?
Por descontado. En Alicante organicé en el año 2005 una oficina informativa para víctimas y las hemos recibido, escuchado, hablado con ellas. Nos han contado en su anonimato, cómo sufren, qué sienten, cómo ven a sus hijos sufrir también y ello me ha ayudado a fijar en una novela lo que siente una víctima. Es una novela en la que la protagonista es una mujer, y escrita por un hombre, pero eso al final no se nota, porque no se trata de hombres o mujeres, ambos tenemos que luchar contra esta lacra. Se trata de personas contra la violencia de género. A mí me ayudó saber cómo se siente una víctima que sufre maltrato. Las he escuchado, que es lo que necesitan también, poder contarle a alguien lo que les pasa. Su silencio es para ellas un calvario. Aunque a veces tampoco pueden hablar porque piensan que el maltratador las matará. Y la decisión más difícil de una víctima es cuando decide “recuperar su libertad” denunciando. Y es ahí donde todos y todas debemos estar para ayudarles.
- La protagonista de su novela, Sara, abogada de familia, descubre que ella misma es una víctima de la violencia de género, ¿Por qué tantas mujeres no saben reconocer que están sufriendo violencia doméstica o de género?
Sobre todo ocurre en lo psicológico. En la novela, el marido de Sara era posesivo y celoso, y ella lo relacionaba con que le quería. Lo justifica hasta que, por una amiga que también era víctima de maltrato, se da cuenta de que ella misma es víctima de maltrato psicológico. Cuando reacciona, toma la decisión de divorciarse y empieza su verdadero calvario. Cuando intenta acabar con la subyugación se encuentra con que su maltratador psicológico no acepta que se vaya, ni ella ni sus hijos. En la novela, el entorno de Sara le ayuda a salir de esta situación. El contexto es una historia de amor y odio que era preciso incluir para trasladar la realidad de lo que sufren las mujeres.
- ¿Están los abogados del Turno de Oficio lo suficientemente preparados para luchar contra esta lacra? ¿Qué recomendación les daría?
Que sigan acudiendo a los cursos que organizan los Colegios de Abogados para mejorar su formación. En esta materia hay cambios todos los meses. En la jurisprudencia sobre todo. Estamos dictando sentencias tratando temas de interés. Sobre el maltrato en redes sociales, prohibiciones de comunicación, alcance de la orden de alejamiento, qué requisitos se exigen para adoptarla, sobre los delitos de violencia de género y sus características, la privación de la patria potestad, sobre el régimen de visitas. Esta es una materia muy especializada y que requiere de una formación muy completa. Pero no sólo de abogados, sino de jueces, policías, fiscales y de todos los que tienen la alta responsabilidad de atender de primera mano los casos de violencia de género. Porque no podemos decirles que denuncien y luego fallarle, porque les habremos insistido en denunciar para luego fallarles. Y un fallo en este tema puede acabar con su vida. Es lo que debemos tener presente siempre. La violencia de género no es un delito más del Código Penal. Es un delito que requiere de un tratamiento específico y especializado.
- Recibió en 2016 el Premio “Fiscal Soledad Cazorla” del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, en reconocimiento por su trayectoria jurídica y su compromiso social. ¿Qué supuso para usted recibir este Premio?
Nunca trabajo para que me den premios, sino porque me gusta. Y en la violencia de género porque creo que debo colaborar con mi trabajo, ganas, conocimiento y dedicación a reducir esta lacra. Pero me llevé una alegría inmensa cuando me lo dieron. Era un reconocimiento a una trayectoria y la primera vez que lo entregaban en esta modalidad. Soledad fue una mujer luchadora contra esta lacra. Y recibir un premio con su nombre me llenó de orgullo. Aquél día subí a la tarima de la sede del salón de actos a recibir el premio y expliqué tras recogerlo lo que me salía en ese instante. No me hizo falta preparar nada para trasladar lo que sentí al recibir una distinción que permite darte gasolina para seguir aportando ideas, trabajo y esfuerzo para estar ahí delante y aportar mi grano de arena en este desierto que tenemos y sobre el que tenemos que seguir colaborando. Tengo esta distinción en un sitio privilegiado de casa para recordarlo todos los días. Y para seguir ahí.
- En 1997 un programa de televisión trató por primera vez esta realidad que afecta a día de hoy a 500.000 mujeres. ¿Cree que el tratamiento informativo de los medios sobre la violencia doméstica y de género es el adecuado? ¿Cómo protege la ley en este ámbito a las víctimas?
Los medios de comunicación son los que nos recuerdan todos los días con su denuncia que hay que seguir ahí, que queda mucho por hacer. Los medios denuncian los casos, y esta denuncia social es fundamental para que los responsables sepan que hay que seguir aportando y sin denuncia social los problemas no se arreglarían nunca. En mi tesis doctoral le dedico un importante capítulo a los medios de comunicación como los grandes valedores de todo lo que se ha hecho en este país por su denuncia constante.
- ¿Qué opina sobre la exclusión de declarar de las víctimas de violencia de género durante el juicio?
Debe meditarse cómo hacerlo y no llegar a prohibirlo desde la imposición, sino desde la mejora en la información. Para que vean que declarar lo que sufren es protegerse; y esconderlo y ampararse en el derecho a no declarar les perjudica. Establecerlo desde la obligación de declarar es un error. Quizás podría valorarse que declararan en el juzgado, se grabara esa declaración y luego reproducirla en el juicio, para evitar estar martirizando a las víctimas con constantes declaraciones y que se le dé validez a la que prestan por primera vez ante el juez. Pero no progresamos si entendemos que con las víctimas hay que trabajar imponiéndoles órdenes, porque esto ya lo han hecho antes con ellas los maltratadores.