03 octubre 2024
Claves para fortalecer las relaciones profesionales en la abogacía
Por Berta Santos, abogada y coach especializada en desarrollo profesional.
En el ejercicio de la abogacía, enfrentarse a clientes exigentes, colegas competitivos y contrarios del día a día. ¿Pero qué pasa cuando las emociones se apoderan de la situación? Aquí es donde la comunicación emocional puede marcar la diferencia entre una relación profesional sólida y un conflicto constante.
¿Por qué la Comunicación Emocional?
La comunicación emocional implica la capacidad de reconocer, comprender y gestionar las emociones propias y ajenas en el contexto profesional. A menudo, las emociones determinan cómo percibimos y reaccionamos ante una situación, influyendo en el tono de la conversación, las decisiones y el resultado final. Por ello, desarrollar esta habilidad permite a los abogados transmitir información de manera efectiva, calmar tensiones y conectar con las personas de manera más profunda.
Según el libro The Oxford Handbook of Psychology and Law de David DeMatteo, las emociones más predominantes en el ámbito de la abogacía son el estrés, la frustración, la ansiedad y el enojo. Todas estas emociones requieren un gran desgaste de energía y pueden llevar a reacciones impulsivas, tensiones innecesarias y conflictos no deseados. Los abogados que son capaces de reconocer estas emociones, tanto en ellos como en los demás, logran una mejor autorregulación y manejo de las situaciones.
En el día a día de la abogacía se dan interacciones que van más allá de los argumentos técnicos. Implica, además, gestionar las emociones de los clientes que se encuentran en situaciones vulnerables, manejar las presiones del equipo y enfrentar desacuerdos con la parte contraria. Si no se tiene un manejo adecuado de estas emociones, las relaciones pueden deteriorarse rápidamente.
Gestión Emocional en la Abogacía
El primer paso para una buena gestión emocional es el autoconocimiento. Comprender cómo nuestras propias emociones influyen en nuestras acciones es fundamental para regularlas de manera efectiva antes de interactuar con otros. A este respecto, conviene determinar cuáles son los puntos que observar en las relaciones profesionales de la persona abogada en los casos siguientes:
- Relaciones con Clientes:
El cliente suele enfrentar incertidumbre y vulnerabilidad. Si el abogado mantiene una escucha empática y valida las emociones del cliente, se fortalecerá la confianza y la cooperación.
- Relaciones con Colegas:
La comunicación abierta y transparente y el apoyo mutuo son fundamentales para gestionar las tensiones que puedan surgir en el entorno laboral.
- Relaciones con Adversarios y Personal Judicial:
Enfrentarse a situaciones conflictivas requiere un control emocional riguroso para evitar respuestas impulsivas. El foco debe estar en los hechos y no en las emociones.
Además, es importante tener presente cuáles son las habilidades y los aspectos claves de una buena comunicación emocional:
¿Cómo Poner Límites de Forma Asertiva en la Relación con el Cliente?
Establecer límites claros y saludables es esencial para mantener una relación profesional equilibrada y evitar malentendidos. Para ello, es fundamental aprender a poner límites de manera efectiva teniendo en cuenta los siguientes pasos:
- Definir el Límite de Forma Clara y Objetiva: Explicar al cliente qué comportamiento o situación no es aceptable y qué ha de ocurrir en su lugar. Por ejemplo: “Aprecio tus llamadas, pero necesito que limitemos las consultas a los horarios establecidos para poder atender adecuadamente cada caso”.
- Establecer Consecuencias si el Límite no se Respeta: Informar de manera clara qué sucederá si no se respetan los límites. Por ejemplo: “Si no respetamos estos horarios, tendré que limitar el tiempo de respuesta para priorizar los casos más urgentes”.
- Mantener la Coherencia y el Compromiso: Reafirmar el límite cada vez que se vea desafiado y mantener la coherencia en las acciones. Por ejemplo: “Como comentamos antes, responderé las consultas fuera del horario solo si se trata de una emergencia”.
- Mostrar Empatía y Ofrecer Alternativas: Demostrar comprensión por la situación del cliente y ofrecer alternativas cuando sea posible. Por ejemplo: “Entiendo que este tema es importante para ti. Si necesitas más tiempo de consulta, podemos programar una reunión adicional”.
Además de todo ello, una buena comunicación emocional supone tener en cuenta las siguientes habilidades.
Habilidades de Comunicación Emocional
- Escucha Activa: Implica prestar atención a lo que dice el interlocutor, sus emociones y su lenguaje no verbal. Facilita una mayor comprensión y refuerza la conexión con el cliente.
- Empatía: Comprender y experimentar las emociones del otro sin identificarse demasiado con ellas. Esto permite conectar a un nivel más profundo sin perder la objetividad profesional.
- Asertividad: Expresar las propias necesidades de manera neutra, clara y respetuosa. Establecer límites con el cliente ayuda a mantener una relación profesional equilibrada y previene malentendidos.
- Transparencia y Constancia: Informar de manera clara y directa sobre el estado del caso y mantener una comunicación regular, utilizando el lenguaje pactado con el cliente.
Además de todo ello, existen herramientas y prácticas muy útiles para ayudar a la persona abogada a mejorar su comunicación y su gestión emocional como las siguientes:
Herramientas para Desarrollar la Comunicación Emocional
- Mindfulness y Meditación: Practicar la atención plena ayuda a observar pensamientos y emociones sin reaccionar impulsivamente.
- Diario de Emociones: Registrar emociones diarias permite identificar patrones y trabajar en su regulación.
- Coaching Jurídico: Ayuda a desarrollar estrategias para la autorregulación y el manejo emocional en un entorno profesional.
- Pausa Consciente y Reflexión: Realizar pausas antes de responder a situaciones estresantes evita reacciones impulsivas.
- Terapia Psicológica: Para explorar emociones que no se pueden gestionar de manera autónoma y encontrar sus causas en el entorno personal y el pasado.
La comunicación emocional no solo mejora las relaciones con los clientes, sino que también posiciona a la persona abogada convirtiéndole en alguien más equilibrado, confiable y profesional. Destacar y crear relaciones duraderas en el entorno jurídico, conlleva poder trabajar en uno mismo.