08 febrero 2017
Día 8 de marzo de 2017. La fuerza de las mujeres
Amanece como cualquier otro día del año, pero cada 8 de marzo las mujeres del todo el mundo reivindicamos nuestra visibilización como mujeres y nuestros derechos, para que sean iguales, no mayores ni menores, a los de los hombres.
Sin haber salido a la calle nuestras redes sociales se nos han llenado de imágenes y frases bonitas animándonos a levantarnos y a luchar, a ser libres, a ser felices etc. A la vez que esto sucedía, un periódico se hace eco de una oferta de trabajo de un Ayuntamiento navarro presidido por una mujer. Son cuatro puestos de trabajo sólo para hombres, porque el trabajo requiere fuerza. Dejando de lado el día en que se hace público, en esta noticia subyace lo que todas nosotras mujeres, trabajadoras o no, sabemos: que en la sociedad en la que vivimos no se nos trata como iguales a los hombres; que a la hora de acceder a un puesto de trabajo no lo tenemos fácil y que una vez que accedes a él, los salarios no son los mismos que los de los hombres.
El puesto de trabajo que se anuncia requiere fuerza. ¿Fuerza? ¿Las mujeres no tenemos fuerza? Las mujeres tenemos fuerza tanto física como mental, sacamos adelante a nuestras familias, a nuestros hijos e hijas, a nuestros padres, con jornadas maratonianas para llegar tanto al trabajo de dentro de casa como al de fuera. Tenemos fuerza para seguir trabajando en pos de nuestros derechos, a pesar de que éstos sean pisoteados continuamente, tengamos techos de cristal, seamos violentadas en nuestra sociedad y sufridoras-victimas junto a nuestros hijos/as de la mayor pandemia de nuestros tiempo, la violencia de género. Porque recordemos nos están matando día a día y ya a 8 de marzo he perdido la cuenta de las mujeres que han sido asesinadas este año, en una cifra escalofriante que tristemente creo que se está normalizando.
Charlando la semana pasada con una de las mujeres supervivientes que han pasado por mis guardias de violencia, con una situación dramática en su vida de pareja que llevó al agresor a prisión, me manifestaba lo arropada que se sintió – durante ese trayecto duro que es la denuncia, el procedimiento penal, el divorcio- , por su familia y por los recursos asistenciales que se pusieron a su disposición, sociales, psicológicos y jurídicos. Pero le falló una, y fue esa una que ante la generalidad siempre se pone del lado de la víctima, pero que en la particularidad le da de lado a pesar de que el agresor tuvo una sentencia condenatoria y estuvo en prisión. Esa una fue la sociedad en la que vivimos, una sociedad que minimizó el sufrimiento de esta mujer, que minimizó la actuación de ese hombre y que normalizó la violencia; una sociedad que no arropó a la víctima sino al agresor. ¿Alguien duda de que esta mujer no tuvo fuerza? Tuvo fuerza y mucha, no dejó de trabajar sus ocho horas diarias en una fábrica a pesar de su situación, sacó adelante su casa, a su hijo, la hipoteca y ahora es una gran superviviente.
Esta fuerza que tenemos las mujeres no la empleamos contra nadie; la empleamos y seguiremos empleando en trabajar para crear una sociedad igualitaria, donde hombres y mujeres podamos desarrollarnos libremente, donde nadie sufra por el hecho de ser mujer, donde no se silencien nuestras voces. Porque creemos que las mujeres movemos el mundo a pesar de no ser consideradas como iguales. Me gustaría terminar diciendo que este trabajo de las mujeres tiene que ir unido, en el mismo sentido, al de los hombres, porque ellos y nosotras conformamos este mundo. ¿Trabajamos juntos? Os esperamos.
Blanca Regulez, abogada
Vocal de la Subcomisión de Violencia de Género del Consejo General de la Abogacía Española