06 febrero 2019

El abogado español del futuro (inmediato) tiene que ser un abogado G-I: global-internacional

Por Borja Suárez, Socio Fundador y Talent Acquisition Manager de Brandsen&Tourgot.

¿Qué características tiene que tener el abogado del futuro? ¿Cómo tienen que pensar? ¿Cómo tienen que actuar? ¿Qué habilidades de negociación y comunicación se les exigirán en un entorno tan global?

 

Por nuestra parte, nos gustaría enfocar esta breve disertación en los profesionales que nos atañen, los abogados del futuro (de hoy) y ofrecer algunas características de las habilidades que tienen que desarrollar y qué inquietudes tienen que tener para triunfar a nivel global.

Global e internacional son dos palabras que definen, a la perfección, el tipo de profesionales que tienen que nacer y desarrollarse en nuestras universidades. No cabe plantear la formación universitaria desde un punto de vista exclusivamente nacional. Aquellas universidades y escuelas de negocios que miran únicamente hacia casa, están condenadas a morir.

El abogado del futuro (de hoy), tiene que poder trabajar en cualquier parte del mundo. Una primera recomendación que ofrecemos es que todo abogado participe, como mínimo, en dos experiencias internacionales: 50% en un país anglosajón y 50% en un país de Asia-Pacífico.

Las principales características de los alumnos extranjeros (y abogados extranjeros) son:

  • Son flexibles culturalmente.
  • Aplican el conocimiento muy rápido.
  • Acceden a sus primeras experiencias laborales muy rápido.
  • Tienen movilidad internacional y disponibilidad absoluta para cambiar de país y, además, lo buscan.

Otro de los puntos tratados, es el hecho de que tenemos que volver a reconocer nuestros orígenes y nuestra historia y, además, estar muy orgullosos de ella. Los últimos años, algunos medios de comunicación y corrientes políticas y sociales han venido desarrollando una campaña de difamación sobre quiénes hemos sido y quiénes somos, y esto es algo que hay que anular.

Un país y sus miembros no pueden ser grandes, ni tener un papel importante en la historia, si sus jóvenes no saben de dónde vienen y lo que supusimos para el mundo. Esta visión hay que recuperarla, estar orgullosos de nuestro potencial y destacar profesionalmente, de nuevo, a nivel internacional.

Este punto anterior es importante porque lo que las empresas globales buscan, son líderes con gran capacidad de aprender rápido y saber:

  • Gestionarse a ellos mismos.
  • Gestionar a la relación con su jefe.
  • Gestionar su carrera profesional.

El abogado del futuro (de hoy) tiene que perder el miedo a salir fuera, abandonar su zona de confort y la pereza, para convertirse en elementos valiosos que puedan asesorar en operaciones globales, trabajando con equipos multiculturales.

Otro de los puntos que el abogado del futuro (de hoy) tiene que trabajar, es la conciencia autocrítica constructiva. Los estudiantes de hoy en día no tienen que conformarse con lo que leen, en tiempo real, en medios y a través de diferentes canales. Tienen que cuestionarlo todo, tienen que ir más allá para determinar qué es válido y qué no lo es.

Algunas de las características, preocupantes, de los millenials y centenials que se están identificando en el mundo académico y profesional español son:

  • Falta de sacrificio. Valoran más todo aquello que no supone un esfuerzo conseguir.
  • Individualismo: pueden trabajar en equipo, pero siempre, buscando un interés personal en última instancia.
  • No trabajan de forma colaborativa. Hay que enseñarles e invitarles a desarrollar esta habilidad porque es fundamental.

También tienen ventajas:

  • Están muy preparados tecnológicamente.
  • Pueden trabajar mucho más rápido que las generaciones anteriores.
  • Pueden plantear problemáticas desde diferentes puntos de vista de una forma digital.

Todo esto hay que aprovecharlo y el abogado del futuro (de hoy) tiene que empezar a trabajar, desde ya, estas habilidades y competencias.

Una buena solución, para conseguir todo esto, es ayudarles a compararse con el resto de estudiantes, de su especialidad, de Europa y estados Unidos, y analizar qué hacen bien para comenzar a asumirlo como propio. Hay que eliminar los complejos de inferioridad respecto a los alumnos europeos y extranjeros. Tenemos un excelente talento y buenísimos profesionales y hay que volver a valorarlo y creérselo.

Y para finalizar, por supuesto, la universidad española tiene que abrirse y permitir un cambio de mecenazgo. Hay que dejar que capitales privados inviertan en educación y en programas de desarrollo, para potenciar el talento técnico y humano de los alumnos y profesionales de mañana.

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