20 enero 2023

¿Éxito o fracaso de la Mediación? Depende

Por Susanna Antequera, abogada de Derecho de Familia, de Antequera de Jáuregui Abogados.

Conocemos que, en nuestro país, la Ley 5/2012 de mediación en asuntos civiles y mercantiles incorporó al ordenamiento español la Directiva 2008/52/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 21 de mayo de 2008. También sabemos que la figura del mediador es un profesional neutral que activa herramientas -de forma imparcial- para facilitar la comunicación en un conflicto entre dos progenitores o cónyuges -los verdaderos protagonistas- con el objetivo de lograr un acuerdo para evitar el peliagudo procedimiento contencioso donde se trabaja en un sistema adversarial de ganadores y vencidos

Por otro lado, también conocemos la incultura sobre la mediación en nuestro país. Esto genera una absoluta desconfianza en que pueda funcionar realmente convirtiendo a nuestro país en uno de los más litigiosos de la Unión Europea. Entonces, en la actualidad, ¿la mediación funciona?. “Depende”, como la famosa canción de nuestro querido músico y malogrado Pau Donés en Jarabe de Palo.

Depende de la sana conciencia del abogado/a. Si realmente es especializado en familia, conocerá perfectamente que enfrentarse a un juez no ducho en materia de familia, puede ocasionar un auténtico desastre en el caso en cuestión. Por tanto, qué mejor que los propios protagonistas decidan o aprendan a decidir sobre su ruptura y custodia de sus hijos en lugar de un juez no formado en derecho de familia. Pero si la sana conciencia del abogado/a le permite activar y aconsejar el mecanismo de la mediación o bien solicitarlo durante el proceso contencioso, a los cónyuges se les brinda una vía extrajudicial de acercamiento constructivo y positivo.

Iniciado el servicio de mediación ahora el “depende” le corresponde al mediador, de su formación y calidad como profesional. En derecho de familia, aflora una explosión de sentimientos donde los cónyuges o progenitores acuden a la primera sesión con recelos, venganza, rabia, tristeza. frustración, dolor…  ¿Realmente puede o sabe gestionar esta montaña rusa de emociones sin tomar parte por uno de los dos?. Falta potenciar, fomentar e impulsar más la cultura del pacto presentándolo como un paso positivo y constructivo.

Particularmente considero que la propia norma es débil por cuanto no garantiza la calidad de los profesionales y el éxito radica precisamente, también en estas cualidades.

Muchos han sido los procesos en los que la mediación ha fracasado porque no ha habido una reestructuración en el ADN de nuestra sociedad. Vivimos todavía en la incultura del acuerdo sumando la poca implicación de las instituciones públicas, falta de información a la ciudadanía en general y ausencia de un marco legislativo uniforme y extensivo a todas las comunidades autónomas. Debemos desarrollar claves para logar éxitos en la mediación. Por tanto, también depende de las instituciones públicas y de los recursos que se destinen, entre otras cuestiones para interiorizar la cultura de la negociación constructiva.

No obstante y a pesar de todo ello, quien suscribe puede constatar que el 60% de los casos derivados a mediación judicial, ha logrado obtener el resultado esperado: que los protagonistas hablen, se perdonen, se den las gracias, acuerden y decidan sobre la custodia de sus hijos cerrando -quizá no con el acuerdo de su vida- pero logrando calma y sosiego para evitar que ambos sean perdedores en un proceso contencioso a pesar de la cultura del ganador y vencedor en un juicio.

Las abogadas y abogados de familia siempre nos encontraremos rodeados en confrontaciones familiares. De hecho, buena parte de las actitudes que impregnan nuestra cultura de la resolución de conflictos tienen que ver con el todo o nada, con la fuerza y la debilidad, con el ganar y perder (Orte y Ballester, 2007).

En mi caso, ha funcionado la mediación cuando todos y cada uno de los intervinientes como son los cónyuges o padres, abogados, jueces y mediadores, hemos apostado por ello. Sigo teniendo la dulce esperanza en ver como se implementa -tarde como ocurre en nuestro país- de forma obligatoria no únicamente la primera sesión informativa, sino un seguimiento continuado o bien abrir vías paralelas -como ofrezco en casos petrificados- tales como orientación familiar, psicoterapia, etc las más adecuadas en cada momento.

Sólo con la verdadera implicación y formación en derecho de familia de todos los profesionales y fomentando la cultura del pacto, podremos logar que el “depende” se escuche únicamente en la citada y preciosa canción de Jarabe de Palo.

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