17 enero 2020

La formación de abogados binacionales

Oportunidades profesionales en el ejercicio profesional en entornos jurídicos hispanos y estadounidenses

Alfonso López de la Osa Escribano
Director del Centro de Estudios Jurídicos México-Estados Unidos
Facultad de Derecho, Universidad de Houston
Texas, Estados Unidos
https://www.law.uh.edu/mexican-law/

Los abogados hispanos, y entre ellos los abogados mexicanos y españoles, cuentan con cada vez más oportunidades profesionales en Estados Unidos, debido a la gran demanda por parte de empresas y despachos jurídicos de este país, de profesionales con este perfil. Las ventajas de conocer los ordenamientos jurídicos mencionados junto al estadounidense son hoy en día innegables. Haber estudiado los respectivos sistemas jurídicos, y en concreto las diferencias que existen entre los sistemas jurídicos de derecho común (common law) y los sistemas codificados (de derecho romano o de codificación napoleónica) se ha convertido, junto con haber superado el examen de la correspondiente barra o colegio de abogados en el respectivo estado de ejercicio, en elementos muy valorados por despachos jurídicos de cualquier tamaño en Estados Unidos. Detrás de este fenómeno, nos encontramos con la capacidad que tienen este tipo de profesionales de adaptarse a las diferentes culturas jurídicas existentes, con la finalidad de llevar a término la transacción, o la dirección letrada del litigio de la manera más adaptada a los intereses de sus respectivos clientes.

Este tipo de abogados, cuentan normalmente con una formación binacional, bicultural o transnacional. Para los abogados binacionales, término cada vez más empleado en Estados Unidos, el Derecho comparado se ha convertido en una herramienta impagable, a la hora no solo de conocer el derecho de cada país, sino a la hora de integrar la comparación y anticipar los obstáculos o escollos (en ocasiones debidos a la diferente percepción de la cultura jurídica del país del respectivo cliente) que se puedan presentar. A tal fin, la educación y formación de estos profesionales debe ser o buscar ser lo más similar posible en ambos sistemas de derecho. El conocimiento de idiomas y una formación global, son de gran ayuda.

¿Pero, como podríamos definir una buena formación jurídica en los sistemas anglo-sajón y de tradición romana? ¿Qué significa tener una formación jurídica binacional, bicultural o transnacional? ¿Cuáles son los elementos necesarios para una apropiada práctica profesional en ambos sistemas?

 

  1. ¿Abogado binacional o internacional?

Si bien el sentido del carácter binacional del abogado que deba ejercer en entornos hispanos y estadounidenses parece claro en un primer momento, puede existir cierta controversia sin embargo en su significado, ya que se le pueden dar varios sentidos. Para los detractores del concepto, la noción es de alguna manera controvertida, ya que no integra la relación que pueda existir entre los distintos países, sino que trata de dos naciones de manera yuxtapuesta o paralela. Los partidarios de la noción, sin embargo, consideran que representa un grado aún mayor de integración, ya que un abogado binacional puede representar el paradigma de la persona que ha asumido e integrado dos culturas jurídicas y es igualmente competente en ambas. En este sentido, serviría poner como ejemplo aquella persona que tiene doble ciudadanía y se considere binacional, como nacional de ambos países.

A la hora de hablar de práctica profesional entre países, puede ser de interés abordar el grado de integración que pueda existir en determinadas áreas o zonas legales jurídicas. Así, constatamos que existen áreas más integradas que otras, y donde el carácter binacional o transnacional sea especialmente útil. Si la integración es evidente en países miembros de la Unión Europea, o en el espacio legal norte-americano creado con el tratado NAFTA o, y esperemos pronto su sucesor, el TMEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá), puede no serlo tanto entre países que no tengan firmado un tratado bilateral de libre comercio. Entre naciones no situadas en un mismo espacio legal, que no pertenecen a una organización supranacional de Estados, o que no se encuentren vinculadas por un tratado especifico, consideraríamos que la práctica profesional del abogado binacional sigue siendo útil, pero se aproxima al ámbito del Derecho internacional, ya sea este público o privado, y sus principios aplicables.

En aquellos casos en que existiera algún tipo de pacto o acuerdo entre dos o más naciones, nos inclinaríamos por utilizar el término de Derecho transnacional o binacional (que sería más propio al caso concreto de dos naciones; bicultural, al caso específico de dos culturas; multicultural en el caso de varias), avanzando en el proceso integrador. En el supuesto de que entre los distintos países se hubiese creado una única área legal, supranacional, integrada tanto en régimen inter-gubernamental como de atribución competencial, tanto en un sector específico (libre comercio), como un conjunto de ellos (incluyendo uniones monetarias; derecho sociales; etc.) entonces nos inclinaríamos por la utilización del término Derecho supranacional como ejemplo de ese mayor avance en un proceso de integración (por ejemplo como hemos vivido en Europa tras más de cincuenta años de dinamismo comunitario, o como se vive en Norte-América desde la entrada en vigor del tratado NAFTA en 1994). El empleo de uno u otro término obedece a una percepción de grado de mayor o menor integración.

 

  1. El papel del derecho comparado a nivel global

Conocido como el pariente pobre del Derecho internacional, el Derecho comparado es de inestimable utilidad a la hora de conocer diferentes sistemas jurídicos nacionales. El Derecho comparado se puede considerar o bien desde una perspectiva sustantiva, o bien desde una perspectiva adjetiva a los derechos nacionales. En el caso de esta última, se trataría de hacer uso de la metodología comparada para estudiar y analizar los derechos nacionales de los distintos países y conocerlos, pero en cierto modo de manera inconexa. El método de Derecho comparado, desde su percepción adjetiva, se transforma en verdadero derecho sustantivo e incluso autónomo a los derechos nacionales que inicialmente lo habrían inspirado, cuando permite arrojar conclusiones que por un análisis individual del derecho nacional, difícilmente se habrían podido extraer. Este proceso se puede convertir en un posterior mecanismo de producción normativa a nivel nacional, inspirando al legislador que busca integrar nociones jurídicas conocidas en un derecho extranjero. Esta producción normativa es resultado de un análisis de derecho comparado. Al aproximarse ambos sistemas legales y de manera recíproca por el cauce legislativo, se estaría garantizando una mejor aprehensión de la dimensión de la cuestión jurídica concreta, y se estaría avanzando en la integración legal entre países. En este proceso, no debe imponerse ningún sistema legal, sino que deben complementarse entre sí en lo que los poderes públicos y la sociedad consideren apropiado, en pleno respeto de la soberanía de cada país. Este método comparativo permite aprender más sobre el derecho común de origen anglosajón y de base romano o justinianea, e idear provechosos sistemas de interacción que puedan tener.

 

  1. Las capacidades del abogado binacional

Una persona capacitada para convertirse en un buen abogado binacional o bicultural debe ser un excelente estudiante con la inquietud intelectual necesaria de querer saber cómo funcionan otros derechos. La búsqueda de la excelencia académica, profesional y ética debe ser su principal objetivo. Buen comunicador, sabe moverse y adaptarse con rapidez a su entorno, ya sean reuniones de trabajo, con clientes, o en sala, y expresa sus argumentos de manera ordenada, pausada y estructurada, ya que está acostumbrado a trabajar en entornos de diferentes culturas.

A nivel de educación superior, la formación de abogados binacionales se refuerza por la existencia de sistemas de equivalencia o acreditación de competencias o capacidades en la enseñanza del derecho en el otro país, ya sea a nivel de grado, post-grado o formación continua, que garantice una educación jurídica óptima, que redunde en beneficio de los respectivos clientes. Este nivel de excelencia, se garantiza con la existencia de los mecanismos de evaluación de la calidad de la docencia y de los programas de estudios en Derecho, adaptados también a la dimensión binacional (o internacional en este caso), fomentando la movilidad de alumnos entre países y culturas.

El abogado binacional se forma paulatinamente. De hecho, un abogado experto en lides jurídicas en otro país, ha sido primero un abogado experto en su propio país sobre un sector o rama del Derecho. Más tarde, con la perspectiva necesaria que da el estudio y conocimiento de un derecho propio, se convertirá en especialista de ese mismo sector del derecho en otro país.

El abogado formado para ejercer en dos países, debe hacer suya la formación continua y el reciclaje en la práctica profesional permanente, durante de toda su vida, orientada a sus propios intereses intelectuales y profesionales. Los Consejos Generales, los Colegios profesionales, las barras de abogados, juegan un papel primordial en la organización de cursos de formación continua, o en el auspicio u homologación de cursos organizados por despachos de abogados o universidades que concedan los créditos de reciclaje anuales necesarios, solicitados por las barras de abogados. Estos cursos, deben ir igualmente destinados a formar abogados en derecho comparado, en el derecho nacional de otros países, como base en la comparativa con el derecho nacional propio.

El abogado binacional es especialmente conocedor de la cultura legal y social del otro país en el que desempeñe su trabajo. Aficionado a viajar (y a tomar aviones…), el perfil de este abogado es no solo dinámico, empático, conocedor de los idiomas de los países en los que busca trabajar, sino que debe también (y diría que es de los aspectos más relevantes y que no recibe siempre la importancia debida, junto con el conocimiento del derecho correspondiente), comprender la idiosincrasia de los países en que trabaje. Extensivamente hablando, conocer el derecho de otro país y hablar el mismo idioma, significa también comprender sus prácticas y costumbres, con positiva y respetuosa predisposición, y con espíritu constructivo. Es posible ser un gran conocedor de otros derechos, pero no saber cómo funcionan la cultura y sociedad de un país en cuestión, los tempos e incluso tradiciones, no hace sino dificultar las posibilidades de éxito en la transacción jurídica buscada. De hecho, se reducen considerablemente aquéllas. Para conocer la idiosincrasia de una cultura, la aproximación debe hacerse con total desapego a uno mismo, sin prejuicio anterior, escuchando primero y tratando de buscar la mejor manera de que el negocio jurídico prospere en el interés de todos. Y esto, si queremos especialmente que se repita en el futuro y la relación profesional sea duradera.

De hecho, un buen abogado binacional debe haber desarrollado habilidades de negociación en sus estudios universitarios, que pondrá en práctica más adelante. A este fin, los moot-courts o competencias sobre resolución de conflictos, donde se aprendan técnicas negociadoras impartidas por formadores o coaches, si además conllevan un elemento binacional o transnacional, más provechoso será para el alumno, futuro abogado de varios países.

El desarrollo de este talento profesional de negociación, puede permitir al abogado binacional o bicultural ser competente en asuntos de contratos y transacciones, buscando cerrar un trato, que en última instancia es el objetivo principal de una transacción. La flexibilidad, la adaptabilidad, y por supuesto grandes dosis de imaginación, son habilidades que todo abogado binacional debe tener para trascender la simple lectura de un texto legal y poder representar de la mejor manera posible los intereses de su cliente. Todo estudiante de derecho sabe leer, pero también es necesario transmitir desde nuestras aulas, que dicha lectura y aprendizaje se lleve a cabo utilizando la imaginación. Para fomentar la “imaginación jurídica” en la redacción de cualquier documento legal o propuesta de soluciones, el derecho comparado es una innegable fuente de inspiración a la hora de aprender el derecho de otros países.

 

  1. El método de formación y aprendizaje del Derecho

La enseñanza del Derecho en los sistemas jurídicos hispanos, tradicionalmente se ha asociado con el método exegético, que busca comprender el origen de la regla (concepto o disposición de la ley), desmembrando la noción de manera teórica para su total comprensión y aprendizaje. Esto se ha asociado tradicionalmente con un método de razonamiento deductivo, que va de lo general a lo particular, típico del proceso argumentativo. Sin embargo, la enseñanza del derecho en los sistemas anglo-sajones, está  basada en el método del caso combinado con el método socrático (de dialogo cooperativo entre alumnos, impulsado por preguntas del profesor), por el cual se realiza el análisis de un caso jurídico específico, identificando la controversia o cuestión litigiosa (legal issue), y se estudia cómo se resolvió. El aprendizaje se lleva a cabo de manera inductiva, yendo de lo particular a lo general, analizando el precedente (legal precedent). Aunque el método del caso parece un sistema cada vez más empleado en los programas de estudio (incluso hispanos), consideramos que la combinación de ambos métodos de aprendizaje permite una mejor comprensión de las diferentes técnicas del derecho en los sistemas legales codificados y anglosajones, y por añadidura, una mejor formación para el abogado binacional o bicultural.

La enseñanza del derecho está cambiando no solo a nivel de los sistemas jurídicos hispanos, que hacen suyos métodos de estudio de sistemas anglo-sajones, sino también por el uso de tecnologías electrónicas para la enseñanza a distancia (plataformas on-line, motores de búsqueda jurídicos, etc.), que están cambiando el paradigma en la manera de aprender derecho. El acceso a la información es muy extenso y transmite una sensación de conocimiento inabarcable. A las facultades de lectura, comprensión, análisis y reflexión, y posterior aprendizaje (incluso fijando con ayuda de la memoria ciertos conceptos fundamentales, siempre después de los pasos anteriores), se une la enorme capacidad de síntesis que los abogados deben ejercitar para procesar dicha información. Un buen abogado binacional necesita cultivar estas capacidades igualmente, con el elemento añadido de trabajar en dos o varios idiomas.

En cuanto a la cuestión lingüística, en la práctica binacional, la traducción de documentos legales juega de hecho un papel clave, debido a la necesidad de adaptar los documentos originales a sus traducciones cuando tengan que utilizarse en una negociación o aportarse en juicio. Un buen abogado binacional debe contar a su vez con un buen equipo de traductores. Estos traductores no solo deben ser especialistas, sino también conocedores de la cultura jurídica de los países cuyos idiomas deseen traducir.

En definitiva, derecho y cultura van de la mano en la práctica profesional de los abogados ejercientes a nivel nacional en varios países. El reto intelectual y profesional es grande, y el resultado muy gratificante para aquellas personas que deseen explorar horizontes, máxime cuando existe cada vez más demanda a nivel mundial de abogados capacitados para trabajar en entornos multiculturales. Le exponencial extensión de la cultura hispana en el mundo, hace que abogados con este perfil vean también abiertas ante sí un gran número de oportunidades profesionales, y es que sin duda los hispanos tenemos mucho que aportar en este sentido.

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