27 enero 2015
Las mujeres del “sari” rosa: acabar con la violencia de género
Leo interesada la noticia sobre el grupo Gulabi Gang que recientemente se ha publicado en los medios de comunicación así como la de la estrella del comic Priya que es la primera súper heroína del comic en India, representa a una mujer con sari naranja a lomos de un tigre que lucha por derribar a los hombres que la agredieron.
El objetivo es cambiar la actitud de toda una sociedad que permite y justifica la agresión sexual. Priya representa a las 93 mujeres que son violadas cada día en India, una media de 4 mujeres violadas cada hora.
Por su parte en la región de Uttar Pradesh también en India surgió el Grupo Gulabi Gang que utiliza una táctica muy diferente.
En una de las regiones más pobres del país con una arraigada cultura patriarcal, rígida división de castas, agresiones por violencia de género, elevadísima tasa de analfabetismo entre las mujeres, trabajo infantil, matrimonios forzados de niñas y demandas de dote, es también una de las zonas más pobladas de India con aproximadamente 175 millones de habitantes, en esta situación no es difícil imaginar, sólo imaginar, como viven las mujeres.
Y sin embargo, también allí ante tan desfavorable entorno surgió en 2006 un grupo de mujeres, la mayoría pertenecientes a castas bajas (dalits) que tienen como objetivo terminar con la injusticia que sufren y luchar contra la dominación masculina imperante.
Se las conoce como las mujeres del ‘sari’ rosa, porque de este color es el sari que portan y ha adquirido popularidad recientemente al haber decidido “pasar a la acción” ante la inactividad de los poderes públicos, a pesar de que reconocen la existencia de una ley que dicen correcta, ésta no se implementa y las mujeres continúan indefensas.
Por lo que han decidido como digo, “pasar a la acción” de modo que se entrenan y utilizan un palo largo de bambú, “lathis”, para esgrimirlo contra los maltratadores, lo utilizan como un medio de defensa personal.
Han manifestado públicamente que están en contra de la violencia, pero ahora entienden que si es necesaria para protegerse, utilizarán el lathi.
Actualmente son más 100.000 mujeres que luchan contra la consumación de matrimonios infantiles y el rapto de mujeres – niñas para traficar con ellas y hacen presión para que se investiguen violaciones denunciadas.
¿Y las niñas de Nigeria? Son ya casi 300 días desde que las secuestraron y por mucho ruido que las redes sociales y la prensa hiciera en su momento, nada se ha conseguido, incluso parece que han dejado de ser noticia, ya casi ni se habla de ello, pero causa verdadero estupor y repulsa que esa situación continúe y que los ataques a los derechos humanos más elementales de las mujeres sean el pan de cada día, en Nigeria y en otros muchos lugares.
¡Y qué decir de las mujeres y las niñas de Afganistán!
A menudo me he preguntado qué hacen las mujeres de otras latitudes para mejorar su situación como mujeres que sufren discriminación y violencia por el sólo hecho de serlo, de ser mujeres. Mujeres que sufren la violación de sus derechos humanos y que se ven en la necesidad de rechazar el ataque a palos. Las niñas de Nigeria y Afganistán ni eso, donde la violencia sexual es arma de guerra.
Nosotras que hemos nacido y vivimos en un entorno mejor, no óptimo pero en el que vamos mejorando como consecuencia de la lucha y trabajo impenitente de muchas mujeres antes que nosotras, no podemos cejar. Tenemos que seguir trabajando en busca de una igualdad entre hombres y mujeres que permita acabar con la violencia de género preventivamente. Pues ahora nosotras que trabajamos a pie de juzgado sabemos que todavía hoy nuestras intervenciones son quirúrgicas, cuando intervenimos ya se ha producido la agresión física o psíquica en esa mujer, a la que asistimos y para quien pedimos medidas de protección. El mal ya se lo han hecho.
Todo nuestro afán va dirigido a conseguir una educación y actitud de las personas que prevenga y elimine de la conducta de los hombres actos violentos contra las mujeres. Pero no sólo en nuestro pequeño espacio, en nuestro entorno, sino para todas las mujeres de India, de Nigeria, Afganistán y de tantos otros lugares.
Ana María Mozos
Vocal de la subcomisión de Violencia sobre la Mujer del Consejo General de la Abogacía Española