26 marzo 2025

Los ADR, la nueva baraja de cartas de la abogacía

Marta MartínezMarta Martínez
Decana del Colegio de Tortosa. Presidenta de la Comisión de ADR de la Abogacía.

Estos métodos de solución de controversias (ADR, por sus siglas en inglés) evitan llegar a juicio, abriendo todo un escenario de posibilidades para alcanzar un resultado satisfactorio para el cliente.

Hablar de la nueva baraja de cartas de la abogacía es tratar al profesional del derecho como el eslabón que precede a toda interposición de una demanda ante la jurisdicción competente. La intervención preceptiva de un letrado o de una letrada en determinados procedimientos judiciales y el enfoque de las leyes de enjuiciamiento, desde tiempo inmemorial, ha visualizado el ejercicio de nuestra profesión ante la ciudadanía como una herramienta de litigio y de confrontamiento, dejando al margen su cauta naturaleza negociadora y condescendiente. Precisamente, el legislador ha madurado la idea de que el confrontamiento de las partes en conflicto dentro de un complicado mundo jurisdiccional no es la manera de consolidar las relaciones jurídicas de nuestra sociedad. El legislador, por primera vez, sitúa a la ciudadanía en el centro de sus políticas sociales, económicas y judiciales y para ello le tiende a la abogacía una nueva baraja de cartas para que, con ella, la encauce en el camino más adecuado para solucionar las diferencias que entre ellos se crean, resultado de sus relaciones personales y comerciales.

Nunca he dejado de remarcar que el profesional de la abogacía es el director del conflicto que por derecho escrito y consuetudinario ha cumplido la misión de asesorar diligentemente a sus clientes para llegar a la correcta solución del problema que se le encarga. Descifrar las pretensiones de las partes, analizar los documentos que se le depositan y plantear un solicito ante el juez o la jueza ahora no es su única misión. La abogacía tiene toda una baraja de cartas que puede usar, según su criterio, para alcanzar de la forma más rápida posible el resultado que satisfaga los intereses de su cliente. Tan solo una de las cartas apuesta por ser la decisión de un juez o jueza la necesaria para cumplir con su objetivo, pues el resto de su baraja comprende otros sistemas, mecanismos y figuras que abren un amplio abanico de posibilidades para alcanzar la finalidad pretendida de la parte. No lo dudéis, a veces no es todo ganar, sino solucionar.

Muchos de nosotros, profesionales del derecho, estamos acostumbrados a entablar una negociación contundente con nuestro compañero, cuyo encargo es precisamente mermar que el resultado que nosotros pretendemos sea abatido y cuestionado. Conseguir que el acuerdo sea un hecho puede ser una realidad pero, aun en el caso de que no lo sea, la intervención de otros profesionales, mayoritariamente, también mujeres y hombres de derecho, puede ser la clave para que el pacto se consiga y armonice de nuevo las relaciones entre las partes. Si la abogacía ha sido cauta en escoger el perito que mejor puede acreditar, con sus conocimientos de ciencia y saber, determinados hechos, aspectos.

Y situaciones, cruciales para armar motivar una sentencia y estimar únicamente sus argumentos, con mayor énfasis puede hacer valer técnicas, instrumentos, métodos y sistemas cuya única pretensión sea desgranar entre las partes el problema, salir a la luz los verdaderos intereses de las mismas, ponerlas en el mismo canal de comunicación e intentar que nadie salga perdiendo. Perder no significa que no haya dado la razón, perder significa que aún habiendo tela dado no experimentas ganancia alguna.

Cada técnica, método, sistema, instrumento es una carta de la baraja que el profesional de la abogacía puede escoger, previa valoración de los hechos, declaraciones de su cliente, documentos aportados, naturaleza del conflicto. Solamente él o ella sabe con certeza qué carta debe jugar y qué consecuencias acarrea para que su cartera de clientes continúe confiando en su destreza. Los clientes han arrojado la confianza en nuestra profesión desde siempre y ahora tenemos la posibilidad de que haya una continuidad si somos capaces de valorar que nuestro asesoramiento y nuestra pericia no solo debe demostrarse ante un juez o jueza, pues nuestra valía debe propiciar que las partes se vean bien asistidas ante un profesional de la conciliación, un profesional de la mediación, un tercer experto independiente.

Tales profesionales interactúan al mismo nivel que las partes, no se hallan sentados ante un estrado. Unos tratan de buscar la manera en que las partes pueden comunicarse entre ellas porque la empatía y el parafraseo ayudan a verse como iguales y analizar el padecimiento de cada parte en conflicto; otras asumen el rol deponente de una solución que puede soslayar su insatisfacción; otros simplemente toman la decisión en un procedimiento arbitral más flexible y rápido; finalmente, otros prefieren acudir a la carta más institucional de la abogacía que no es otra que cambiar el estrado por la mesa redonda donde confluyen abogadas y abogados con sus clientes para canalizar las diferencias de las partes mediante un trato directo y conjunto, bajo la premisa de renunciar a llevar el pleito si el acuerdo no se alcanza.

La nueva baraja está compuesta por la conciliación, la mediación, la oferta vinculante, el experto independiente, la negociación asistida, la decisión judicial, el derecho colaborativo, las técnicas restaurativas. Todos están al mismo nivel. Todos pueden darte, compañero y compañera, la herramienta que necesitas para intervenir en aquello que más te gusta hacer. Que no es otra cosa que cumplir con la expectativa de solucionar el problema con el menor plazo de tiempo para encauzar otro tema del mismo cliente o de otro que se aguarda en la sala de espera.

Creo, sinceramente, que la dirección del conflicto para hallar la solución ya no reside en los juzgados, pues a partir de ahora reside en el despacho del profesional de la abogacía, sito en todos los pueblos y ciudades de nuestro país. En nuestras manos está, pues, que la justicia, ahora más que nunca, resida lo más cerca posible de quien la necesita.

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