20 noviembre 2015

Reflexiones sobre la abogacía joven, el Low Cost y el futuro de nuestra profesión

Por Iago Otero, abogado. 

Éste es mi primer artículo sobre gestión de despachos, marketing, nuevos modelos de negocio, etc, porque aún siendo una materia que me gusta y la cual e estudio por interés personal y profesional no es a lo que me dedico profesionalmente no es mi especialidad y, como dice el refrán; “zapatero a tus zapatos”. Entonces, ¿por qué decidí escribir este artículo?

Porque últimamente no hay congreso en el que no se hable de la Abogacía Low Cost, y en muchos de ellos relacionándola con la abogacía joven, por lo que se está diciendo implícitamente que la abogacía joven es abogacía Low Cost, lo cual me molesta, pues por ser joven no tengo por qué hacer peor trabajo ni cobrar menos.

El concepto Low Cost (en castellano, bajo coste) está de moda en el mundo empresarial, y como era de esperar ese concepto también llegó a nuestro ámbito profesional; la abogacía. Sin embargo, yo considero que el concepto “bajo coste” no es aplicable en nuestra profesión. ¿Por qué?

El modelo “bajo coste”, aunque no hay unos requisitos para considerar a una empresa low cost, a grandes rasgo se caracteriza por las siguientes características:

  • Descomponer al máximo el producto para que sea el cliente quien elija qué es lo que desea comprar, en contraposición al modelo tradicional en el que es el proveedor quien decide qué costes integran el producto que desea vender. Yo no me imagino un despacho que descomponga un procedimiento judicial en partes, y te cobre x euros por cada uno. Imaginaos que al cliente le das un presupuesto y le dices; por hacerte la denuncia X euros, por estudiar el asunto X euros, cada vez que vaya al juzgado a ver tu expediente X euros y por ir juicio X euros y que entonces el cliente elige que el Despacho A le haga la denuncia, pero el B vaya a juicio, y que ya va él al juzgado que así da un paseo… Esto sería imposible.
  • En la cantidad; vender mucha cantidad a un precio bajo. ¿Qué es mejor? ¿Vender 1 producto a 1000.­€ o mil productos a 1.­€? La empresa Low Cost lo tiene claro. Esto puede ser aplicable en grandes despachos y es el modelo de  negocio  de  Legálitas  (entre  otros).  Pero  es  inasumible  para    los despachos de 2 o 3 personas.
  • Otra de las características básicas de las empresas Low Cost es reducir al máximo los costes para así reducir el precio sin perder rentabilidad, y esta idea sí que la podemos aplicar a la abogacía joven y a la abogacía en general.

¿Pero cómo?

Nota del autor: No esperéis ahora un sesudo análisis económico de los nuevos modelos de negocio, no soy economista ni sé de números, simplemente haré una reflexión basada en mis experiencias y en mi forma de ver el futuro de nuestra profesión.

Lo primero que tenemos que asumir es que los abogados con despacho propio somos abogados pero también somos empresarios y como tales debemos de invertir parte de nuestro tiempo en gestionar nuestra empresa, nuestro despacho. Como dice un amigo mío; “da igual lo rico que esté el pan que hagamos si no tenemos una panadería que lo venda.“ Por lo tanto debemos buscar nuevas formas de negocio e innovar, el objetivo es que nuestro negocio/despacho sea rentable, pero dando un servicio de calidad a nuestros clientes.

Esto último es fundamental, nuestro trabajo consiste básicamente en solventar problemas a las personas, problemas personales y en muchos casos muy graves, por lo que nunca debemos olvidar que tenemos un trabajo de una gran relevancia social y por ello debemos tratar a cada cliente de una manera personalizada y hacer nuestro trabajo lo mejor posible. Por lo tanto cualquier modelo de negocio relacionado con la abogacía tiene que estar centrado en el cliente y en darle un servicio óptimo, aquel modelo que se base en cubrir formularios predefinidos no es un modelo válido, al menos para mí. En todas las ideas que aporte en este artículo habrá una característica común; la calidad de nuestro trabajo no es negociable.

Cómo rebajar costes sin que esto afecte a la calidad

Lo primero que debemos hacer es tener claros y cuantificados nuestros costes. Una vez identificados, tenemos que estudiar qué gastos podemos reducir o eliminar y cómo.

Los gastos básicos de un abogado con despacho propio son; cuota de ICA, Mutua/RETA  y  gastos  de  despacho  (alquiler,  luz,  agua,  internet,  consumibles…). Es evidente que los dos primeros los tenemos que asumir en cualquier caso, no hay negociación posible, pero en lo que sí podemos reducir gastos es en nuestro despacho.

La abogacía siempre ha vendido imagen, tener despachos grandes, con techos altos, mesas de madera y una secretaria, como si todo esto fuera una obligación. Como es muy caro, muchos abogados decidieron compartir despacho, lo que consiste básicamente en compartir gastos y tener a alguien con quien tomar café, pero en el ámbito profesional cada uno iba por su lado. Sin embargo, aún así, el coste de este tipo de despacho sigue siendo alto. En Vigo, un despacho compartido por 2 o 3 personas, el despacho tipo, suele andar entre los 250­500 € al mes per cápita, si a esto le sumamos la mutua y el colegio, podríamos decir que el abogado el día 1 de cada mes tiene como mínimo 400.­€ de gastos. Ya os dije que no soy economista, así que los números son meras aproximaciones.

Ahora preguntaos, ¿es necesario tener un despacho clásico? ¿Qué alternativas tengo?

Hay múltiples alternativas al despacho clásico, por ejemplo un coworking, donde el ahorro frente al despacho “de toda la vida” es considerable. En Vigo un puesto disponible 24 horas al día, siete días a la semana, está entre 135 y 170.­€ y se incluye luz, agua, internet, fotocopiadora, fax, sala de juntas, aula de formación… Por lo que sólo el mero hecho de montar tu despacho en un coworking supondría un ahorro considerable. Además esta opción te permite mucha flexibilidad.

¿Necesito tener abierto mi despacho 8 horas al día? En la mayoría de los casos la respuesta es no. No somos un tienda en el que la gente pasa por allí y decide entrar a echar un vistazo, y hoy en día todos estamos localizados 24 horas al día (smartphone, ordenadores, tablets, relojes…). Así, por ejemplo, si decido que concentraré todas las citas los martes y jueves por la tarde, sólo necesito alquilar un puesto esos días, por lo que el ahorro es aún mayor.

La idea del coworking es un mero ejemplo de que con un poco de imaginación y valentía, podemos ahorrar mucho dinero. Sin embargo, la gran ventaja de trabajar en un coworking no es el ahorro de costes, sino que te da la posibilidad de compartir espacio de trabajo con profesionales de ámbitos muy diversos, lo que para empezar es una forma estupenda de conseguir clientes y de tener cerca a gente a la que consultar dudas no jurídicas, pero sobre todo es un lugar excepcional para que surjan proyectos multidisciplinares.

Como decíamos, las empresas Low Cost se basan en ahorrar costes y en tener productos rentables,

¿Cómo podemos ofrecer un servicio rentable?

Para que nuestro trabajo sea rentable, debemos olvidar esas frases que nos dicen los abogados mayores; “te especializa el cliente” o “tú acepta cualquier caso que te entre por la puerta, luego ya lo estudias”.

Pues bien amigos, tenemos que tener claro, que el “abogado orquesta”, aquel que sabe un poco de todo y mucho de nada, ha muerto. Ha muerto porque no es eficiente. Imaginaos que un día os llega por la puerta un cliente que quiere que le lleves un despido y tú de laboral sabes lo que viste en la carrera, es decir, nada. Tienes 3 opciones:

  1. Decirle que no llevas ese tipo de asuntos y que lo sientes mucho pero que se tiene que buscar a otro abogado.
  2. Le dices que por supuesto que le llevas el asunto. Acto seguido te explica su asunto y tú tomas notas y le dices que necesitas x documentación para poder valorar el asunto, cuando realmente lo que estás diciendo es que ahora que sabes de qué va el asunto, necesitas tiempo para estudiarlo. En cuanto se va el cliente te pones a estudiar como un loco; el despido, tipos de despido, causas, el procedimiento, buscas en internet algún formulario de demanda de despido y de papeleta de conciliación…, porque aunque no sea tu especialidad eres un buen profesional y quieres dar un buen servicio a tu cliente, y eso requiero tiempo y estudio. Si al terminar el asunto haces un análisis del tiempo dedicado al asunto y lo cobrado, observarás que el tiempo dedicado al asunto no compensa lo cobrado por el mismo, es decir, ese asunto, aunque creas que sí, no ha sido rentable.
  3. Decirle que tú no llevas ese tipo de asuntos pero que vaya al abogado X (o que lo lleva tu compañero de despacho), que es un abogado especialista en la materia y acto seguido le das los datos personales de ese abogado, creando así un vínculo con un compañero, que cuando se encuentre en la misma situciación, la lógica dice que hará lo mismo.

¿Cuál creéis que es la mejor opción? ¿Y la peor?

Claramente la mejor opción y la más rentable es la C y, siendo las otras 2 opciones malas, en mi opinión la peor es la B, ya que al menos en la A no malgastas tiempo.

Así  que  la  abogacía pasa por la especialización y la cooperación, de ahí que hablase antes del coworking.

Un abogado especializado es un abogado mucho más rentable, si sólo llevas una determinada materia; fiscal, laboral, derecho informático, familia, sucesiones, etc, el tiempo que le dedicarás a cada asunto será mucho menor y el servicio que le darás a tu cliente será de mucha más calidad, por lo que podrás ofrecer un servicio de calidad a un precio competitivo. Si a eso le añadimos un componente de colaboración (que no tiene porqué ser sólo con abogados, puedes llegar a crear una red de profesionales que le solucione a un cliente cualquier tipo de problema) estarás dando un servicio de calidad y rentable tanto para ti como para tu cliente.

Para que nuestro ahorro de costes sea mayor y nuestro servicio sea aún más rentable deberemos modernizar nuestra forma de trabajar apoyándonos en las nuevas tecnologías e innovar. Y cuando hablo de modernizar nuestra forma de trabajo no me refiero a comprarnos una tablet y crear una cuenta de twitter, hablo de utilizar la informática como una herramienta más en nuestro trabajo del día a día. ¿Cómo? Eso daría para otro artículo o incluso para un Congreso de Primavera.

Jóvenes  abogados,  aunque  creáis  que  estáis  en la peor época para empezar vuestro periplo profesional, tenéis por delante una gran oportunidad, la abogacía como negocio está en un profundo cambio y nosotros debemos aprovechar nuestra capacidad de adaptación y encontrar nuevas formas de ejercer nuestra preciosa profesión y esto pasará necesariamente por la innovación tecnológica y por un abogado especializado y asociativo. Recordad, si intentáis algo sólo tenéis 2 opciones; triunfar o aprender.

IAGO OTERO MOREIRAS 

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