
Blog de Comunicación y Marketing Jurídicos
20 marzo 2025
Por David Muro, socio en Diferencia Legal
TWITTER: @Davidmurof
En mis recientes conversaciones con abogados de diversos perfiles –desde despachos unipersonales y firmas emergentes hasta profesionales de grandes bufetes–, he notado una constante: cierta reticencia a abordar acciones de desarrollo de negocio. Este temor, a menudo acompañado de pereza, dificulta la implementación de estrategias comerciales efectivas.
Es incuestionable que la falta de una actividad comercial profesionalizada limita la fidelización de clientes, el up selling y el cross-selling, el “reciclaje” de la cartera de clientes y, en definitiva, el crecimiento de un despacho. Si bien el desarrollo de negocio abarca múltiples acciones, me centraré en un aspecto muy importante en la actividad comercial de los despachos, pero frecuentemente mal ejecutado: las alianzas estratégicas o acuerdos de colaboración.
Una alianza estratégica se define como un acuerdo entre dos o más partes para obtener beneficios mutuos. En el sector legal, estas alianzas pueden ser una fuente valiosa y rentable de clientela. Sin embargo, muchos despachos y abogados subestiman su potencial, quizás por un enfoque erróneo.
El problema radica en concebir la alianza como una fuente unidireccional de referenciación, ignorando la necesidad de reciprocidad. El éxito de una alianza estratégica depende de su naturaleza bidireccional: un enfoque mutuo, recíproco, conjunto, compartido. La falta de este equilibrio es la principal causa de fracaso y la razón por la que muchas alianzas no perduran.
En primer lugar, se ha de tener muy claro el objetivo común. Luego se ha de pensar en los recursos y tiempo disponible con el que cuenten ambas firmas para nutrir dicha colaboración, planificar las acciones necesarias para que llegue a buen puerto, ejecutarlas y medir los resultados de forma periódica.
Existen muchos tipos de alianzas estratégicas:
Las alianzas estratégicas entre despachos, bien desarrolladas, pueden ser herramientas fundamentales para que los despachos amplíen su alcance, diversifiquen sus servicios y fortalezcan su competitividad. Estas alianzas pueden adoptar diversas formas, dependiendo de los objetivos que persigan las firmas involucradas. Existen diferentes tipos de alianzas:
Esta modalidad es común cuando las firmas optan por trabajar con especialistas externos en lugar de contratar un perfil interno, lo que permite mantener la flexibilidad operativa y ofrecer un servicio más completo y especializado sin asumir los costos de contratación de personal adicional.
A menudo, se basan en la confianza mutua y la colaboración entre despachos que, aunque no están directamente compitiendo, buscan mejorar su posicionamiento mediante el intercambio de recursos y conocimientos.
Es decir, existen múltiples tipos de alianzas estratégicas en el ámbito legal, cada una orientada a resolver necesidades específicas de los despachos de abogados. Sin embargo, todas comparten un principio fundamental: la búsqueda de un beneficio mutuo.
Ya sea a través de la referenciación de asuntos, la captación de nuevos clientes, la ampliación de la presencia geográfica o, incluso, el fortalecimiento de la comunicación y el marketing, estas alianzas están diseñadas para crear valor para las partes involucradas, ya sea de manera económica, operativa o estratégica, y no sólo para una de las partes.
Y, por último, y no menos importante, mencionar las alianzas que se forjan como inicio de un proceso de conocimiento mutuo y colaboración entre dos firmas que valoran una posible integración u operación societaria de cierto calado a futuro. De nuevo, el beneficio mutuo ha de primar, acompañado siempre de una afinidad cultural, entendimiento personal entre socios y el compartir valores, propósito y forma de entender los negocios, algo que es, incluso, más importante que un acuerdo sobre los números y que, en ocasiones, lleva al traste muchas de estas operaciones.