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12 diciembre 2023
Claves del liderazgo humanista para el bienestar en el ejercicio de la abogacía
Por Berta Santos
El ejercicio de la abogacía está experimentando una transformación ante la llegada de la inteligencia artificial y la mayor sensibilización por la salud mental. En los próximos años seremos testigos de una auténtica revolución en el desarrollo del trabajo de la persona abogada.
Todo ello implica que las personas han de acompañar a esa evolución, y por tanto, ser capaces de cambiar y adoptar nuevas competencias técnicas y soft skills, para adaptarse a los nuevos tiempos.
En el último informe realizado por la Comisión de Salud Mental de la International Bar Asociation, se formularon diferentes preguntas claves para conocer el bienestar de la profesión. A este respecto, se formuló la pregunta sobre cuáles habían sido los problemas que experimentan los profesionales del sector y el 63% reconoció las largas horas de trabajo, el 61% presiones de tiempo por plazos pocos realistas, el 60% la incapacidad para realización de descansos, y el 56% la falta de control de la carga de trabajo.
En mi opinión, estos resultados no pueden ser una sorpresa por cuanto la abogacía se ha caracterizado por ser una profesión exigente y difícil. No obstante, en los nuevos tiempos en el que la abogacía joven viene reclamando cambios, que además vendrán marcados por la irrupción de la tecnología, sí resulta necesario tomar una responsabilidad compartida, para apostar por un modelo de liderazgo humanista, que suponga un liderazgo por y para la persona.
En este sentido, es fundamental tomar como base la doble dimensión del liderazgo, esto es el liderazgo social, en el que están implicado el entorno de la profesión, clientes, despachos, empresas, instituciones, al que hay que añadir la dimensión personal denominada como autoliderazgo, que corresponde a la persona individual.
El verdadero liderazgo comienza con el desarrollo del autoliderazgo y las denominadas competencias soft, esto es, aquéllas que no están vinculadas al ámbito técnico de la profesión, sino las relacionadas con la gestión emocional, el carácter y la personalidad de la persona.
Así, resulta cada vez más importante que las personas abogadas sean capaces de marcarse límites a ellas mismas y a los demás, por cuanto en el momento que esos límites se pierden, la persona pone de manifiesto su incapacidad de liderarse a sí misma, y, en consecuencia, liderar a los demás.
Para ello, será necesario poder generar un modelo de ejercicio profesional que ponga en el centro a la persona y fomente los siguientes aspectos:
- Alto de nivel de consciencia de las personas a un nivel individual y de los equipos, además del desarrollo de competencias técnicas y competencias blandas, enfocadas en las motivaciones, valores y principios de las personas.
Así como cultivar una cultura de transparencia, ya sea en la organización, o conmigo mismo si ejerzo la abogacía en solitario, así como buscar espacios para la reflexión, contar con recursos y herramientas que ayuden a la toma de consciencia.
- Ejercicio profesional basado en la confianza y el compromiso, para ello, será necesario poder fomentar la colaboración entre profesionales, así como el trabajo en equipo, establecer objetivos claros y realistas, además de reconocer y recompensar el buen desempeño. De nuevo, no se trata únicamente de prácticas a desarrollar por el despacho sino también poder reconocerse a uno mismo y recompensarse por el buen trabajo, en caso del ejercicio de la abogacía de forma individual.
- Enfoque en la persona, para ello, será necesario desarrollar habilidades emocionales personales y sociales, desarrollar sensibilidad hacia los demás y el trabajo de la empatía.
- Desarrollo de valores y competencias. Identificar cuáles son los valores de cada persona, además de desarrollar un compromiso sostenible con el bienestar de la persona y la organización, así como tener claridad sobre las expectativas de cada profesional, buscar momentos de evaluación y de reubicación, para conseguir realizar los ajustes que sean necesarios.
- Diversidad y equidad. Ser capaces de identificar y trabajar en las amenazas o los sesgos inconscientes, para evitar trabajar con el piloto automático, además de desarrollar una escucha activa, para ser capaces de leer todo aquello que está sucediendo en una determinada situación.
La necesidad de recuperar el liderazgo humanista ha sido ampliamente estudiado en diferentes artículos de la Universidad de Harvard, en definitiva, un liderazgo basado en una comunicación clara, consistente, transparente, para crear culturas corporativas que fomenten el cuidado hacia las personas, además de crear autoconsciencia y autocuidado en lo que se refiere al liderazgo personal.
En definitiva, citando a Francisco José Fernández Romero socio de Cremades & Calvo Sotelo en su artículo publicado recientemente en el periódico Expansión “¿Qué es en última instancia un abogado sino un garante o un profesional al servicio de los derechos de las personas? Honremos nuestra condición de abogados fomentando también la salud mental de las personas que trabajan en nuestro entorno”, al que añadiría la importancia de la responsabilidad de cada uno, en el fomento de la salud mental de nuestra propia persona. Quizás el primer paso hacia trabajar con mayor bienestar, sea cuidar nuestra propia salud mental, con todos los retos y dificultades que ello conlleva.