09 julio 2024

¿Cuál es la técnica más adecuada para la exposición del informe oral?

Oscar LeónPor Óscar León
TWITTER @oscarleon_abog

A la hora de exponer el informe oral son tres las técnicas que suelen barajarse desde una perspectiva de comunicación: leído, de memoria, o sin leer con apoyo de un guion. Descartando la exposición “de memoria”, pues es un procedimiento excepcional y poco recomendable, a través de la presente colaboración vamos a examinar las ventajas e inconvenientes de los otros dos sistemas para, finalmente, optar por el que a nuestro juicio es el más válido a efectos de comunicación.

En primer lugar, la lectura íntegra del informe constituye un procedimiento nada aconsejable en la práctica forense, ya que perjudica notablemente la transmisión del mensaje. Veamos a continuación las razones de ello:

1ª.- La lectura del informe va a afectar indudablemente a la entonación del mismo. Hay que ser un verdadero artista para completar la exposición de un informe leído dando a cada frase la entonación adecuada. Si a ello añadimos que el lenguaje no verbal va a brillar por su ausencia, las posibilidades de tener éxito en la entonación del mismo son prácticamente nulas.

2ª.- No es lo mismo un texto preparado para ser leído que para ser expuesto verbalmente. La diferencia estriba en que el texto escrito comprende una densidad de ideas muy elevada, las cuales, durante el proceso de exposición serán difícilmente comprensibles o, quizás mejor dicho, asimilables por el auditorio.

3º.- Al igual que en el caso de la memorización, pueden darse circunstancias que motiven que el juez nos conceda un plazo de exposición inferior al previsto o que durante la misma, nos interrumpa y nos solicite que abreviemos. En estos casos, salvo que esté contemplada esta opción, puede producirse una situación bastante compleja para el abogado, ya que ante un discurso leído, careceremos de la espontaneidad que nos da la exposición oral no leída para decidir el rumbo que deberá seguir el discurso, lo que podrá provocar situaciones indeseables.

4º.- La tradición forense desaconseja este procedimiento, estando mal considerado por los jueces que pueden ver en el mismo una falta de confianza y seguridad en el abogado, sino que encuentran verdaderas dificultades para seguir con atención un discurso de esta naturaleza, acostumbrados a otro tipo de intervenciones forenses no leídas.

5º.- Los jueces no son proclives a la lectura del informe, y en alguna ocasión han llamado la atención al letrado que leía el informe aduciendo que debe exponerse de palabra, oralmente, y no leído.

Por el contrario, a nuestro juicio, el procedimiento más aceptado consiste en la exposición del informe oral de palabra, sin lectura de texto alguno, y sin menoscabo de la lectura puntual de alguna cita jurisprudencial, fecha o dígito en el guion que nos acompaña.

Efectivamente, este procedimiento tiene las siguientes ventajas:

1º.- El esfuerzo memorístico es muy reducido en comparación con el aprendizaje completo del texto, lo que se dedica en comprensión se reduce en memorización.

2º.- El informe será más flexible, pudiendo adaptarse su exposición a los imprevistos que surjan, lo que supone una mayor espontaneidad del mismo.

3º.- La entonación y naturalidad de la exposición se encuentra plenamente garantizada.

4º.- De esta forma, podremos sacar partido al necesario empleo de la comunicación no verbal para transmitir nuestro mensaje.

5º.- La exposición puede (debe) apoyarse en un guion en el que se recojan las ideas principales (ideas fuerza) del informe, lo que nos permitirá disponer de una hoja de ruta para tratar todos los puntos objeto del mismo.

6º.- Finalmente, está demostrado que esta forma de exposición es la mejor para atraer la atención del auditorio y lograr el efecto persuasivo.

En definitiva, por consejo de la tradición y por eficacia, el mejor método para que el abogado pueda convencer y persuadir al auditorio lo constituye la exposición del informe oral no memorizado ni leído, sino expuesto verbalmente, siguiendo un guion escrito el que nos facilite el rumbo de nuestra exposición y aquellos datos cuya lectura sea conveniente para evitar errores de memoria.

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