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04 diciembre 2023
Ejemplo de texto jurídico complicado de leer
Por Rafael Guerra
Nada como los ejemplos para aproximar las ideas a su comprensión. Ahí va uno que muestra hasta qué punto un texto jurídico resulta complicado de leer. Pero, antes, unas aclaraciones.
Se trata de un fragmento muy pequeño de una sentencia muy grande, sin que importe cuál; la sentencia, se entiende. Lo interesante aquí no es la fuente, sino la turbidez de lo que mana de ella.
Tampoco es relevante el contenido. Sí, lo difícil que resulta llegar a él.
No he tenido que rebuscar para encontrar la muestra. Textos así abundan en la literatura jurídica, especialmente, la procesal y, en ella, la judicial, que es la más pública.
Con la elección no pretendo señalar. Cada uno escribe como quiere.
Hechas estas precisiones, ahora sí, ahí va el ejemplo.
“En consecuencia, como contrapesos en la ponderación, la Sala señalaba, de un lado, el potencial ofensivo que para los derechos de la personalidad tuviese la información publicada y, de otro lado, el interés público en que esa información apareciese vinculada a los datos personales del afectado, interés en cuya valoración debían ser cohonestados, a su vez, la naturaleza pública o privada de la persona concernida y el paso del tiempo: según la Sentencia, cuando se trata de personas de relevancia pública –«personas que desempeñan un oficio público y/o utilizan recursos públicos, y, en un sentido más amplio, todos aquellos que desempeñan un papel en la vida pública, ya sea en la política, en la economía, en el arte, en la esfera social, en el deporte y en cualquier otro campo», de acuerdo con la resolución 1165 (1998), de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa sobre el derecho a la vida privada–, el interés público puede justificar que una información sobre hechos que afectan a su privacidad o a su reputación, aun sucedidos mucho tiempo atrás, esté vinculada a sus datos personales en un tratamiento automatizado como el que suponen las consultas a través de motores de búsqueda en Internet.”
¿Qué tal? Complicado, ¿a que sí?
Normal que lo sea. Se trata de una sola oración sintáctica – desde el comienzo al punto – construida con más de 200 palabras. Exactamente, 201. ¿Cómo no va a resultar trabajosa su lectura? Aunque sólo sea por el tamaño. Hay otros detalles que no favorecen su lectura. Pero, en aras de la brevedad, los paso por alto.
¿Habría sido posible decir lo mismo de forma más sencilla? Sin duda. ¿Cómo? Echándole tiempo y ganas. Perfectamente las mismas ideas podían haberse expresado en cuatro, cinco oraciones, o las que hubiesen hecho falta, con 25, 30 palabras cada una. Eso exige un poquito de destreza retórica – no demasiada –, paciencia, dedicación y esfuerzo. Lo dicho, tiempo y ganas.
Creo que quienes escriben – los profesionales del foro lo hacen mucho – siempre deberían comprobar si les “salen” oraciones con la dimensión de la reproducida, o similar. Si tal sucediese, sería bueno que las descompusiesen en otra más cortitas, más fáciles de leer y de entender; que ambos conceptos van unidos. Lo pide, cuando menos, la cortesía comunicativa.
Descuidar el vestido elocutivo de un texto implica despreciar a sus lectores. No digo que la intención de quien ha redactado el reproducido más arriba, haya sido mortificar a los suyos. Pero el efecto es ese.
Como anécdota añadiré que la sentencia suministradora del ejemplo contiene, salvo error de conteo, otras 37 oraciones con un tamaño superior a las 100 palabras. Y acumula 219 con más de 50 cada una. Este número supone prácticamente el 62 % del total de oraciones. Tiene 335, que juntan 17.159 palabras – salvo mala cuenta, insisto –, lo que supone 51 palabras de media por oración. En todo caso, no creo que estemos ante cifras de record. Diría que son normales entre los textos de su entorno.
Simplicidad en el escribir. Es el primer paso para tener lectores serenos. Después, el adorno, que los convertirá en gozosos. Y, por fin, ideas brillantes, que los llenarán de entusiasmo. Pero, qué se yo, parece como si los autores de textos judiciales pasasen de estos principios retóricos. Ante textos como el transcrito, saco la impresión de que a sus autores, les trae sin cuidado el confort intelectual de quienes los lean.