29 septiembre 2015

El abogado que no decía palabrotas

Borja Martínez Echevarría  Por Borja Martínez Echevarría
@borjamec

En un anuncio de natillas, el piloto de motos Marc Márquez asiste atónito a la llegada de familiares y amigos a su casa sin previo aviso. Cada uno de los que se incorporan a la visita roba de las manos del piloto unas natillas de las que el joven está dispuesto a dar buena cuenta. Al sonar el timbre una vez más, Márquez mira a la cámara y dice “Ni de coña” dando a entender que nadie volverá a quitarle las natillas.

Me sorprendió comprobar que una palabra malsonante fuese el reclamo comercial para niños y adolescentes. La publicidad me parecía un espacio reservado donde la vulgaridad  lingüística todavía no había entrado.

PalabrotasVivo en el mundo y sé que el uso de palabrotas, ‘tacos’, insultos, vejaciones y blasfemias está, por desgracia, a la orden del día. Antes –no hace mucho– se seguía utilizando un pequeño pitido para tapar una palabra malsonante en televisión o radio o unos puntos suspensivos en un periódico. Nunca me pareció una censura sino un detalle de consideración hacia las personas que recibían esos mensajes que no tenían obligación de soportar la mediocridad.

Es habitual escuchar blasfemias y palabrotas en cualquier medio de comunicación y en cualquier programa de televisión e incluso acompañarlo de una ligera sonrisa de aceptación. Yo mismo utilicé una vez una palabrota en el titular de en un artículo de opinión y es una cosa de la que me he arrepentido siempre.

La degradación de la calidad en el uso del lenguaje en los medios de comunicación masivos permea hacia el resto de la sociedad y dificulta un uso correcto y adecuado de las palabras en nuestra relaciones habituales.

Es posible que la irrupción de medios para comunicarnos que invitan a la celeridad y al ahorro lingüístico hayan servido de catalizador de un empobrecimiento del lenguaje.

En los muchos años de relación con abogados que llevo –primero como periodista y ahora como consultor– siempre me han llamado la atención aquellos que, en una primera conversación, hacen un uso indiscriminado de palabrotas o blasfemias. ¿Serán así con sus clientes? ¿Se dirigirán de esta forma a un juez? ¿Pueden hablar en un plató de televisión sin soltar un taco?

Lo cierto es que me he encontrado muchos casos en los que el uso habitual de palabrotas para referirse a hechos determinados dificulta el conocimiento y utilización de sinónimos en circunstancias donde no se deban decir tacos.

Por ello, te invito futuro o nuevo abogado, a que cuides tu lenguaje como principio básico de comunicación. Lee mucho. Más todavía. Así generarás un vocabulario activo amplio y con matices que te permitirá manejarte con soltura tanto en un juicio como atendiendo a un cliente o impartiendo una clase.

No hay nada más fascinante que un abogado hablando con propiedad y elegancia.

Borja Martínez Echevarría
TWITTER: @borjamec

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