29 octubre 2024

El autocontrol del abogado en los procesos de comunicación

Oscar LeónPor Óscar León
TWITTER @oscarleon_abog

El autocontrol, que puede definirse como la capacidad de regular y dominar los impulsos emocionales y reacciones inmediatas, canalizándolos de manera productiva para lograr objetivos tanto personales como profesionales, es una habilidad clave dentro de la inteligencia emocional que permite gestionar las emociones de manera efectiva. Este concepto, descrito por Daniel Goleman, tiene un papel fundamental en la vida profesional del abogado, donde la comunicación efectiva es esencial para el éxito en las funciones propias de la profesión: el asesoramiento, la negociación y la defensa de los intereses de sus clientes. En estas tres áreas, el autocontrol no solo es una virtud deseable, sino una necesidad imperiosa para garantizar que la interacción con las partes involucradas se mantenga en un cauce profesional.

Veamos a continuación la incidencia del autocontrol en cada una de las referidas funciones.

Autocontrol en el asesoramiento jurídico

En el ámbito de la asesoría legal, el abogado se enfrenta con frecuencia a situaciones cargadas de tensión emocional, especialmente cuando el cliente se encuentra en un estado de vulnerabilidad, frustración o incertidumbre. Aquí, el autocontrol se convierte en un componente esencial del proceso de comunicación, permitiendo al abogado gestionar sus propias emociones y ayudar a canalizar las del cliente.

En tal sentido hay que destacar que el cliente acude al abogado en busca de claridad y orientación, pero muchas veces llega con expectativas poco realistas, exigencias que pueden rayar en lo irracional, o simplemente con una actitud defensiva debido a la naturaleza delicada de su situación legal. En estos casos, el abogado debe ser capaz de controlar sus propias reacciones emocionales ante el comportamiento del cliente; esto significa no sucumbir a la frustración o al enojo frente a comentarios desafiantes o expectativas irrazonables. En lugar de reaccionar impulsivamente, el profesional debe emplear una comunicación calmada y racional que oriente al cliente hacia una perspectiva más objetiva y realista.

La autogestión (otro término para identificar el autocontrol) permite que el abogado mantenga una actitud profesional y empática, y al mismo tiempo, fomente la confianza y el respeto en la relación con el cliente. Saber controlar los impulsos para evitar reacciones inmediatas y meditar antes de hablar es crucial para establecer una comunicación eficaz en la que el cliente se sienta escuchado, comprendido, pero también guiado hacia soluciones viables. A través del autocontrol, el abogado también evita no tomar decisiones precipitadas que puedan perjudicar a su cliente, garantizando así que todas sus acciones estén alineadas con los objetivos estratégicos del caso.

Autocontrol en la negociación

El proceso de negociación es una de las fases más delicadas dentro de la labor del abogado, ya que es común que las partes involucradas mantengan intereses opuestos, y la tensión emocional alcance niveles significativos. Un buen negociador no solo debe ser experto en las leyes, sino también en la gestión emocional del conflicto.

Durante una negociación, el abogado puede enfrentarse a provocaciones, presiones y en ocasiones, tácticas agresivas por  la contraparte. En estos momentos, el autocontrol es clave; perder la compostura puede llevar a reacciones impulsivas que debilitan la posición del abogado y, por ende, la de su cliente. Un abogado que responde con enojo, sarcasmo o que abandona la negociación frustrado, debilita su posición en el proceso de negociación.

El control emocional, por el contrario, permite que el abogado gestione la tensión sin perder la calma, analizando cuidadosamente cada propuesta y contrapropuesta. A través de la reflexión y la serenidad, es capaz de desactivar conflictos innecesarios y mantener el foco en los intereses principales de su cliente, sin desviarse por las emociones del momento. La asertividad, que es una manifestación de un autocontrol bien ejercido, es una herramienta crucial en la negociación, ya que permite al abogado expresar sus posturas de manera clara y firme, sin necesidad de recurrir a la agresividad ni a la pasividad.

Además, el autocontrol facilita la capacidad de escuchar, lo cual es fundamental para entender realmente los intereses de la otra parte y encontrar puntos de acuerdo que puedan dar lugar a soluciones beneficiosas para ambas partes. En resumen, la capacidad de gestionar las emociones en una negociación puede marcar la diferencia entre el éxito o el fracaso de un acuerdo.

Autocontrol en la defensa

Finalmente, en el ámbito de la defensa, ya sea en un juicio o en cualquier tipo de procedimiento contencioso, el autocontrol es esencial para mantener una postura profesional y respetuosa, incluso cuando el entorno se vuelve hostil; este sería el caso que se produce frente a jueces exigentes, testigos difíciles y, en ocasiones, a ataques directos de la contraparte.

El autocontrol permite al abogado enfrentar estas situaciones sin reaccionar de manera impulsiva. Ante un comentario adverso de un juez, por ejemplo, un abogado que no controla sus emociones podría reaccionar de manera agresiva o irrespetuosa, lo cual pondría en peligro su posición profesional como la del cliente. Por el contrario, un abogado que domina sus impulsos sabe cómo manejar estas situaciones con diplomacia y emplea las herramientas procesales adecuadas para defender sus derechos sin perder la compostura.

Además, el autocontrol es clave en la interacción con testigos o la parte contraria. Si bien puede haber momentos en que las declaraciones de un testigo o de la otra parte sean irritantes o incluso provocadoras, el abogado debe mantener una actitud serena y enfocada en los hechos y la estrategia legal, pues sólo de esa forma podrá controlar el curso del interrogatorio, una fase muy sensible en la que la falta de atención y concentración se pagan muy caro. Finalmente, permitir que las emociones dominen el comportamiento en la sala de audiencias no solo puede comprometer el resultado del caso, sino también la reputación del abogado.

Conclusión

El autocontrol en el proceso de comunicación es una habilidad que el abogado debe cultivar y perfeccionar continuamente. Al asesorar, permite mantener una relación constructiva con el cliente; en la negociación, facilita acuerdos justos y eficientes; y en la defensa, asegura una actuación profesional que refuerza la credibilidad y el respeto en el ámbito judicial. En todas estas funciones, el autocontrol no solo ayuda a gestionar las propias emociones, sino que también contribuye a influir positivamente en las emociones de los demás, lo que es clave para alcanzar los objetivos personales y profesionales del abogado.

Y concluyo con una frase de Herbert: “Conserva la calma en las discusiones, porque el apasionamiento puede convertir el error en falta y la verdad en descortesía”

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