05 septiembre 2024

Evitar los arreones: el abogado que estaba en el foco y desapareció

David Muro Por David Muro

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Suele pasar que, a la hora de afrontar un nuevo curso, nos proponemos hacer cambios y mejoras tanto en el ámbito personal como en el profesional. A muchos de nosotros nos ha dado tiempo a reflexionar durante nuestras vacaciones, y quizá hayas llegado a la conclusión de que necesitas impulsar tu despacho, y te has prometido ponerte las pilas y hacer los deberes en materia de marketing y comunicación.

Empujado por las ganas y el impulso irrefrenable de crecer y conseguir mayor notoriedad de marca, nuestro abogado ficticio inicia el nuevo curso con las pilas cargadas, y por fin se decide a cambiar esa web que tan obsoleta le parecía, a reactivar su actividad en redes sociales, a trasladar al papel a modo de posts y artículos tantos temas que tenía en la cabeza y para los que nunca sacaba tiempo, y a reactivar aquellos contactos que dormían en una tarjeta de visita en un cajón.

A priori esto está muy bien, ¡al fin se ha dado cuenta de lo importante que es poder trabajar su visibilidad! de trasladar al mercado su conocimiento y de fomentar las relaciones con terceros para potenciar la actividad comercial en la firma.

Se ha puesto manos a la obra y cada vez le llegan más contactos de clientes potenciales interesados en contratar sus servicios, los contenidos en la web son leídos e interesan realmente y suben los seguidores en LinkedIn, lo que le está ayudando a potenciar el posicionamiento de la firma. Animado por los buenos resultados, se decide a dar el salto y fomentar su relación con periodistas y medios de comunicación especializados en el sector legal.

Hasta aquí todo pinta bien, ha empezado muy bien el nuevo curso y además se siente muy reconfortado por cómo están funcionando las cosas, aunque algo cansado. Las llamadas de clientes y potenciales colaboradores llamando a su puerta se multiplican. Los periodistas le tienen muy en cuenta y quieren su opinión experta para participar en distintos artículos y entrevistas. Y además de todo esto, sale a la calle, participa en eventos, va a distintos networkings y tiene su agenda repleta de comidas de negocios potencialmente interesantes.

Conclusión: este abogado está en el foco. Por supuesto, parto de la base de que este profesional es muy buen abogado, sabe de lo que habla, arroja opinión experta y tiene dotes comerciales y comunicativas.

Y así pasan los días y, transcurridos unos pocos meses, comienza a sufrir mucho estrés. Le faltan horas al día. Nota como no llega a atender sus obligaciones profesionales: casi se le pasa un vencimiento, se le olvida una cita con un cliente y, para colmo, se comprometió a mandar a un medio un artículo en pocas horas que todavía ni ha empezado.

  • “¡Hasta aquí! Se acabó. No sé para qué me meto en estos “fregados” si estoy desatendiendo lo que realmente importa, que es mi trabajo como abogado”.

Y de buenas a primeras, ese abogado que se encontraba en el foco, al que tan bien le estaba funcionando el marketing, desaparece del mapa. Deja de salir en medios, de generar contenido para la web, desatiende las redes sociales que con tanta energía retomó y, en consecuencia, comienza a perder posicionamiento y visibilidad.

¿Dónde está el error?

Si bien las ganas y el entusiasmo son fundamentales a la hora de abordar cualquier proyecto, no conseguiremos nuestros objetivos si no planificamos las acciones con coherencia. Como se suele decir, mejor “muchos pocos que pocos muchos”.

Nuestro abogado no midió su capacidad real para invertir tiempo de calidad en las acciones de marketing, comunicación y desarrollo de negocio, teniendo en cuenta que debía compaginarlo con su trabajo diario con clientes.

Y aquí vuelvo a aludir, como suelo hacer, a una de las “C” que se antoja fundamental en marketing: la continuidad.

Nuestro abogado no se paró a planificar, y las ganas de exponerse y conseguir notoriedad le cegaron, y actúo por impulso. Podría haber compaginado perfectamente su parcela como abogado con las acciones de marketing y comunicación si, de forma previa, se hubiera marcado un calendario asumible en el que intercalar este tipo de acciones.

Faltó coherencia, planificación y compromiso con la constancia. La reputación no es si no trabajar la visibilidad de forma continuada en el tiempo, y si hubiera rebajado la intensidad, si hubiera planificado, dicha reputación hubiera llegado, más tarde quizá, sí, pero si hay constancia, conocimiento y calidad, acaba llegando.

Es lo mismo que pasa con el gimnasio, por poner un ejemplo. Nos apuntamos con muchas ganas y esperanzas, cumplimos con nuestros ejercicios y entrenamiento a tope durante unas semanas y al cabo del tiempo nos desinflamos, empezamos a no acudir y al final nos desapuntamos, con el consecuente efecto rebote, echando al traste todo lo conseguido.

Pues lo mismo pasa con nuestro abogado. Al contrario de lo que buscaba ha acabado generado muy mala imagen de marca. ¿Por qué? Porque ha actuado por arreones.

El posicionamiento on line requiere de continuidad, y es algo a trabajar al medio y largo plazo. Por supuesto que cuanta más intensidad se le impriman a este tipo de acciones menos tardará en llegar, pero más importante que eso, si cabe, es el compromiso con la constancia, como decía.

Por otro lado, este abogado se ha “quemado”. Además de destruir todo lo que consiguió a nivel de imagen de marca y posicionamiento, se lleva una impresión errónea del marketing y la comunicación, creyendo que o estás a una cosa o estás a otra.

Por suerte no siempre es así, y son muchos los abogados que piden ayuda, se saben planificar y atienden con coherencia y de forma asumible sus obligaciones en parcelas vitales para cualquier despacho o abogado, como son el marketing y la comunicación.

Al igual que la continuidad, la paciencia resulta vital para que cualquier proyecto pueda llegar a buen puerto. No se trata de plantar muchas semillas, se trata de tener paciencia y regar de forma continuada hasta verla germinar y crecer, hasta que de sus frutos.

Nuestro abogado estuvo en el foco, pudiendo cometer incluso otro error muy común como es la sobreexposición, aunque ese es otro tema que abordar.

¿Actuar por arreones? Mejor no: planifica, sé coherente, constante y fíjate metas asumibles.

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