Blog de Comunicación y Marketing Jurídicos
26 septiembre 2023
La capacidad social del abogado o el síntoma de una buena comunicación
Por Óscar León
TWITTER @oscarleon_abog
“Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla” Lao Tse
Las relaciones con terceras personas son esenciales para el abogado, dado que está continuamente gestionando relaciones que inciden en su práctica profesional. Y con ello no solo nos referimos a relacionarnos con el fin de conocer más gente y captar más clientes, sino que, igualmente, hemos de considerar la perspectiva de establecer vínculos que algún día podrán ayudarnos en nuestra actividad, pues todos sabemos la gran cantidad de intereses que concurren en cualquier caso que nos encomienden, y nunca se sabe quién podrá ayudarnos en el futuro.
Partiendo de esta idea, la denominada capacidad social tiene que ver con la facultad que tenemos de gestionar las relaciones con los demás, con la particularidad, desde la perspectiva de la inteligencia emocional, de dirigirse a la obtención de un objetivo determinado, precisamente porque quienes ostentan esta capacidad (generalmente personas muy empáticas) son conscientes de que para lograr ese objetivo, no pueden conseguirlo de forma individual.
La práctica de esta habilidad puede examinarse desde dos vertientes o modalidades: una vinculada al ejercicio profesional, y otra al liderazgo o gestión del despacho.
La primera se desarrolla cuando salimos del despacho y dedicamos una parte importante de nuestra jornada a interactuar con las personas que directa o indirectamente guardan una relación con nuestra actividad: abogados, clientes, personal de la oficina judicial, notarios, registradores, funcionarios, etc. El motivo de estas relaciones reside, como expuse al principio, en la búsqueda de información para la toma de decisiones profesionales o, simplemente, en el deseo de socializar.
Los beneficios de este proceder son diversos:
– Dispondremos de información de primera mano, actual y fiable sobre asuntos de nuestro interés, lo que facilitará una adecuada toma de decisiones.
– No perderemos la perspectiva profesional de lo que “se cuece” en la calle.
– Nuestro liderazgo se verá reforzado ante nuestros compañeros y empleados, ya que éste no se limitará al conocimiento teórico, sino también al práctico, es decir, sabremos cómo funcionan las cosas ahí fuera tanto o mejor que ellos.
– No sólo fidelizaremos a nuestros clientes, sino que el contacto informal puede llevarnos a la consecución de nuevos clientes y encargos profesionales.
– Transmitiremos una imagen positiva de compromiso y responsabilidad con lo que hacemos.
En la segunda modalidad, el abogado, consciente de que las personas son una fuente importante de información, dedicará parte de su tiempo a interactuar en el contexto de su despacho con tantas personas y con tanta frecuencia como le sea posible. Aquí, el abogado se relacionará de manera informal con sus compañeros, empleados, proveedores, etc., mediante visitas a los distintos departamentos.
Al igual que en el supuesto anterior, en esta modalidad se obtienen importantes beneficios:
– Dispondremos nuevamente de información actualizada y fiable a fin de poder tomar decisiones rápidas, oportunas y eficaces.
– Los empleados percibirán el mensaje positivo de que nos estamos tomando interés por ellos, aumentando su confianza y compromiso.
– Conoceremos el nivel de motivación y satisfacción de los compañeros y empleados.
– Tendremos más opciones de involucrar a los demás en las metas y objetivos del despacho.
Señalar que en ambas modalidades no basta con entablar relaciones o interacciones superficiales, sino que debemos mantenerlas en el largo plazo y de una forma sincera y honesta. En la medida que actuemos conforme a estos criterios, estaremos mejorando nuestro potencial profesional.
Sentadas estas bases, veamos a continuación el perfil de los abogados dotados de capacidad social:
– Suelen tener un amplio círculo de conocidos.
– Se compenetran, o saben compenetrarse, con personas de distinta clase y condición (saben encontrar los puntos en común)
– Son grandes motivadores y muy persuasivos.
– Son personas muy positivas.
– Por supuesto, son grandes comunicadores.
– Son excelentes colaboradores y trabajadores de equipo.
En definitiva, el abogado con capacidad social motiva, inspira, influye, gestiona conflictos, establece vínculos y trabaja en equipos, de lo que se deriva una mayor productividad y rentabilidad para su despacho.
Finalmente, concluir que si bien es una cuestión muy vinculada al tipo de educación familiar y de relaciones que hayamos realizado desde nuestra juventud, la capacidad social se alcanza con un fuerte deseo e intención de adquirir esta capacidad, y con la realización de acciones que nos permitan contactar con la más variada gama de personas (especialmente las vinculadas con nuestra actividad) asistiendo a conferencias, charlas, congresos, reuniones, foros, etc., y desarrollando una importante actividad de networking en las redes sociales para darnos a conocer.