Una nueva y extraña normalidad

Por Eugenia Navarro
@eugenianavarros

Estamos ya a la vuelta del verano, un nuevo curso empieza y a pesar de los esfuerzos realizados en el confinamiento, seguimos con una gran incertidumbre y viviendo esta extraña y nueva normalidad. Sinceramente, desde el 13 de marzo, cuando se declaró el estado de alarma, nunca pensé que sería un trayecto tan largo y que tendría un impacto tan grande en nuestra manera de relacionarnos, de ir a trabajar y en nuestras propias familias. Este nuevo curso empieza de manera diferente, con esa sensación de equilibrio inestable y de cambio. La pandemia nos ha forzado a pensar y a evolucionar, a replantear premisas establecidas y a solucionar problemas. La tecnología ha pasado a ser, de verdad, una prioridad y el COVID_19 un catalizador de cambios.

En septiembre se reactiva la actividad, pero esta vuelta es diferente y encontrar el equilibrio entre la seguridad sanitaria y la reactivación de la economía es una ecuación difícil. Por una parte, el recuentro con compañeros, clientes y amigos requiere de ciertas medidas de seguridad, por otra, el teletrabajo sigue siendo un gran aliado de la seguridad, lo que hace que nuestra forma de trabajar sea diferente, más aislada y solitaria. Muchos pensaban que trabajar desde casa era una panacea, pero hemos visto que tiene sus luces y sus sombras y que no siempre las condiciones de trabajo forzado en casa, son óptimas.

Así pues, afrontamos un inicio diferente, que va a exigir mucho de nosotros mismos y especialmente nos va a requerir ser resilientes. La resiliencia es una actitud para sobrellevar los momentos difíciles, aprendiendo de ellos, poniendo en valor y perspectiva nuestra vida y lo más importante, generando un plan de acción para cambiar un momento adverso. Sabemos que este momento pasará, no sabemos cuando, pero sin duda aprenderemos y seremos mejores después de esta pandemia. Mejores porque hemos salido de nuestra zona de confort, porque nos ha obligado a mejorar procesos, a establecer prioridades y a generar nuevos modelos de trabajo y de servicios. La flexibilidad y la capacidad de adaptación son características clave para afrontar una realidad cambiante e incierta.

¿Cuáles son los aspectos que van a estar más afectados por esta nueva realidad?

Una nueva manera de relacionarnos, aunque el teletrabajo sea lo apropiado como medida de seguridad, es importante mantener video conferencias con compañeros y equipo, establecer ciertos hábitos que favorezcan la comunicación e incluso el ocio. El sentimiento a un equipo y a un grupo genera una mayor resiliencia y ayuda a romper el aislamiento.

El cliente en el centro. No me canso de decirlo, pero creo que en los tiempos que nos esperan es absolutamente relevante para nuestro éxito profesional. La flexibilidad y el cambio de mentalidad para adaptarnos a sus necesidades son viejos conocidos, pero son más una frase bonita que una realidad. Analizar el mercado, las tendencias y comprender el entorno para adelantarse a los posibles cambios requerirán de reflexiones estratégicas profundas, más allá de meras intuiciones.

Optimización de procesos. Va a ser difícil competir sin ser eficiente, las nuevas formas de trabajo nos pueden llevar a un replanteamiento de los procesos y eso nos puede ayudar a mejorar su eficiencia. La eficiencia y la rentabilidad serán los que marquen la sostenibilidad del negocio.

Nuevos conocimientos:

Tecnología. Va a ser necesario conocer la tecnología que existe en el mercado que nos puede ayudar. Tendemos que comprender qué nos ofrece el mercado y las relaciones con los proveedores son importantes para poder aprender a mejorar nuestra forma de ofrecer servicios.

Liderazgo. Siempre es importante aprender sobre liderazgo, pero en remoto va a requerir de nuevas competencias. No se trata solo de liderar equipos, si no también la propia carrera, conocerse como profesional y sacar lo mejor de uno mismo. En este caso, tanto la organización del tiempo, como complementar la carrera profesional con nuevas competencias exigirán ser el mejor profesional posible. La reinvención y la resiliencia formarán una parte importante para generar.

Geopolítica. Entender la situación política y cultural en un mundo tan global, nos puede añadir una perspectiva más amplia, con más soluciones y un mejor entendimiento de la complejidad del entorno.

Comunicación. Las habilidades de comunicación van a formar parte de nuestro trabajo no solo para la relación con el cliente, si no también para nuestro propio marketing, para demostrar en qué somos buenos y qué somos capaces de hacer. El abogado deberá evolucionar y encontrar esas habilidades de comunicación que le hagan ser más empáticos con sus clientes.

Trabajo en entornos multidisciplinares y multiculturales. La complejidad de los temas necesitará de diferentes profesionales, allí dónde estén. Las distancias dejarán de ser una barrera y por supuesto, el idioma también. No solo porque los profesionales hablemos más idiomas si no porque la tecnología nos permitirá traducciones simultaneas sin problemas. Llegaremos a la era de los asistentes virtuales.

Pero si algo bueno nos llevaremos de esta pandemia, es la generación de profesionales más solidarios y más generosos, es decir, más comprensivos con las situaciones familiares, más capaces de trabajar por objetivos, sin ataduras de horarios y mucho más flexibles con la realidad de los otros. Las carreras estancas irán desapareciendo y serán cada vez más hechas a medida en función de la valía. La flexibilidad del mercado laboral generará mucho más talento no alineado, muy especializados y capaz de trabajar por proyectos. Las estructuras rígidas no se adaptan bien al cambio y se irán volviendo cada vez más líquidas.

En fin, una nueva realidad, cuando menos extraña, que nos aguarda este otoño. Demos lo mejor de nosotros mismos, seamos pacientes y resilientes y esperemos que podamos volver, no a una nueva normalidad, si no, valga la redundancia, a una realidad de normalidad.

Por Eugenia Navarro
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