Blog de Derecho de los Animales
10 marzo 2017
El sórdido mundo de las peleas de perros
Lourdes Cano García @lourdescanog. Abogada. Miembro del Grupo de Trabajo de Protección Animal y Medioambiental del Colegio de Abogados de Córdoba
Indagar en el mundo de las peleas de perros organizadas es adentrarse en una auténtica galería de los horrores. Es un tipo de maltrato animal, que por su planificado sadismo y repercusión social, debe ser intensamente perseguido por la crueldad sin límites hacia los animales víctimas de estas redes y también, por el amplio abanico de modalidades delictivas que se dan cita en este estremecedor mundo.
Una vida de sufrimiento hasta la muerte.
El maltrato de los perros utilizados en estas brutales prácticas comienza desde que son cachorros, cuando son adiestrados mediante crueles técnicas a fin de fomentar su agresividad y fortaleza física, siendo lo más parecido a una tortura continua. La vida de estos animales es muy corta, pues se deshacen de los que no se consideran “aptos” y los que sí lo son, no suelen durar más de cuatro o cinco combates. Combates que son a muerte, por lo que los pobres animales, ganen o pierdan, están condenados.
Las razas que habitualmente se utilizan para estos crueles espectáculos son american staffordshire terrier, bull terrier, o pitbull entre otras, amén de otras razas o mestizos que se utilizan como sparrings y que son robados a sus dueños con este fin. Según datos de la Guardia Civil, unos 400 de los 2.500 o 3.000 canes que son sustraídos anualmente se destinan a sparring de los de pelea. La mayoría de ellos mueren durante los combates de entrenamiento o poco después, como consecuencia de las heridas.
Sin necesidad de enumerar el rosario de torturas a las que son sometidos los perros por los sujetos que se dedican a su explotación mediante la organización de peleas a muerte, posiblemente concluyamos que la redacción del art. 337 del Código Penal tras la reforma de 2.015, se ha quedado corta en cuanto a las penas a imponer a quienes son condenados como autores de este execrable delito.
Clandestinidad, trama y mucho dinero en juego.
Las peleas se organizan en un lugar distinto cada vez, normalmente en barrios marginales, donde son difíciles las denuncias. Los organizadores de las peleas de perros obedecen a un perfil diverso. Los hay con un nivel socio económico alto, que participan en estas apuestas como una forma de diversión al límite. También hay personas con escasos recursos y formación. La clandestinidad ampara a los participantes de las peleas caninas, que además encuentran en internet una herramienta útil para convocar y organizar las peleas caninas.
Sirva de ejemplo un reciente operativo de la Policía Nacional —bajo la denominación “Operación Chase”— que ha dejado al descubierto una enorme trama de peleas de perros y tráfico de drogas de ámbito nacional. Incluso internacional, ya que en este punto los informes policiales aseveran que los integrantes de esta organización criminal participaban en peleas de perros en el extranjero en una liga ilegal denominada “RAFA”.
También ha desvelado que las peleas de perros estaban financiadas por el tráfico de drogas y que tenían en Tenerife uno de sus principales centros junto con Alicante, Murcia y Madrid. En la investigación policial se describe cómo este grupo criminal contaba con un sofisticado sistema de organización. A través de las conversaciones telefónicas intervenidas y que han posibilitado el procesamiento de los detenidos se pone de manifiesto que disponían de una jerga propia. Como ejemplos aparecen términos como “fiesta privada” o “convención“, en función del número de peleas, apostadores y espectadores. Otro de los términos es “contrato“, en el cual se pactan el lugar para celebrar la pelea y las condiciones económicas; aparece, además el término “puntos“, para referirse a las cantidades económicas siendo su equivalencia en términos económicos a 1.000 euros. En cuanto a los perros, las peleas terminaban sólo cuando uno de los canes moría, utilizando el término de “champion” para aquellos animales que ganaran tres combates y “gran champion” para aquel perro que haya ganado cinco combates.
La colaboración ciudadana es fundamental para facilitar la labor policial y frenar las peleas de perros. Las denuncias de particulares son claves para detener estas prácticas ilegales. Las pistas que pueden hacer sospechar que en determinado lugar se llevan a cabo peleas de perros son movimiento de perros (sobre todo de ciertas razas como american staffordshire terrier o bull terrier) y reuniones a horas intempestivas de gran cantidad de personas con canes.
Una amplia gama de actividad delictiva.
Además del delito continuado maltrato animal, el sórdido mundo de las peleas de perros aglutina un amplio abanico de actividades delictivas, entre las que figuran el de pertenencia a organización criminal, tráfico de estupefacientes e ilegal de medicamentos, blanqueo de capitales, tenencia ilícita de armas, robo…
En el operativo policial anteriormente referido, han sido detenidas 34 personas. Además, los agentes han practicado 17 registros domiciliarios en los que han rescatado a 230 perros y se han incautado de una pistola y un revólver, 3 plantaciones de marihuana (800 plantas adultas), 4 kg de marihuana seca, 40 gramos de cocaína y 200 gramos de hachís, 30.000 euros, sistemas de entrenamiento específico canino extremo y diferentes sustancias como anabolizantes, testosterona, hormonas, diuréticos o material eutanásico. La operación ha sido desarrollada por agentes de la Comisaría General de Policía Judicial, de la Jefatura Superior de Policía de Canarias y de las comisarías de Tenerife, Alicante y Murcia.
Según los informes psicológicos de que disponen algunas protectoras de animales, el perfil de los participantes en estos lamentables espectáculos, corresponde en general a “individuos con trastornos de personalidad de distintos tipos, desde psicopáticos muy agresivos, a personas con graves complejos de inferioridad“.
Ello nos da una idea de la gravedad de este espeluznante fenómeno, del sufrimiento que causa a un gran número de animales y de las perjudiciales consecuencias para toda la sociedad.