05 diciembre 2024

La fatiga por compasión en el ejercicio de la abogacía: un desafío para quienes defendemos a los demás animales

Por Laia García Aliaga, abogada especializada en Derecho Animal y miembro de la Comisión de Derechos Humanos y Derechos Animales de la Jove Advocacia de Catalunya. 

El derecho animal es una disciplina jurídica que trasciende la mera aplicación de normas. Se trata de un campo profundamente emocional, una rama del derecho muy vocacional, en la que las personas que nos dedicamos a ella no solo enfrentamos la carga de gestionar casos de maltrato y explotación animal, así como la de la lentitud de la justicia (que puede no llegar a tiempo para salvar la vida de un animal), sino también la de acompañar a nuestra clientela, quienes a menudo llegan con historias de sufrimiento personal y una profunda conexión emocional con los animales.

Los asuntos que enfrentamos como profesionales del Derecho en esta rama jurídica, exigen una sensibilidad especial hacia el sufrimiento de seres vulnerables. Por ello, somos juristas que solemos enfrentarnos a una carga emocional significativa y esta exposición constante puede derivar en un fenómeno conocido como fatiga por compasión.

Es un síndrome que combina agotamiento emocional, despersonalización y pérdida de sentido de propósito, definido en 1992 como “una forma única de agotamiento que afecta a las personas que se dedican al cuidado de los demás”, por Carla Joison.

Es habitual en diversas profesiones como las relacionadas con la sanidad humana, la sanidad de otros animales, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, la abogacía especializada en Derecho Animal (y en otras ramas como la violencia de género, por ejemplo), las personas cuidadoras y las activistas, entre otras.

¿Qué produce la fatiga por compasión?

De acuerdo con la Real Academia de la Lengua (RAE), la compasión es un “sentimiento de pena, de ternura, y de identificación ante los males de alguien”. Así, este síndrome se produce por la exposición constante a situaciones de sufrimiento, generando un impacto acumulativo en la salud emocional, física y mental de la persona que la padece. La base de dicho síndrome es la empatía que la persona profesional siente hacia quienes sufren a su alrededor.

En el ámbito del derecho animal, no solo lidiamos con las historias desgarradoras de los animales, víctimas de maltrato y otras situaciones horribles, sino también con el dolor y la frustración de nuestra clientela, quienes muchas veces buscan justicia desde una posición de profunda vulnerabilidad.

Además, es habitual que no se permita a la abogacía mostrar sus sentimientos, lo cuál fomenta el desarrollo del síndrome de fatiga por compasión y también que no se disponga de una adecuada red de apoyo cuando se sufre como profesional.

Causas específicas en el ámbito del derecho animal

La abogacía especializada en Derecho Animal enfrentamos una serie de desafíos únicos que intensifican el riesgo de fatiga por compasión, tanto por la naturaleza de los casos como por la interacción con su clientela:

  1. Exposición al sufrimiento animal: Los casos de maltrato, abandono y explotación animal generan un impacto emocional profundo. Fotografías, informes veterinarios, testimonios desgarradores y la interacción con animales rescatados pueden convertirse en un recordatorio constante de la crueldad que buscamos erradicar.
  2. Dolor emocional de la clientela: Muchas personas llegan a nosotras cargadas de dolor, rabia o impotencia. Algunas han sido testigos directas del sufrimiento animal, otras han perdido animales que consideraban miembros de su familia y algunas están emocionalmente devastadas por la lentitud o la indiferencia del sistema judicial. Este acompañamiento emocional requiere un nivel de empatía que puede resultar agotador.
  3. Frustración por las limitaciones del sistema legal: Aunque las leyes avanzan, las sanciones por maltrato animal a menudo son insuficientes. La sensación de que los esfuerzos no conducen a un cambio real puede desgastar profundamente.
  4. Carga de trabajo elevada y recursos limitados: La mayoría de las personas que nos dedicamos al Derecho Animal trabajamos en entornos con presupuestos ajustados y altos niveles de presión, lo que aumenta la sensación de agotamiento.
  5. Confrontación social y cultural: Enfrentarse a un entorno social que no siempre comparte los valores de respeto hacia los animales puede generar aislamiento y desgaste emocional.

El impacto de la clientela en la fatiga por compasión

Un aspecto singular del Derecho Animal es la relación con nuestras clientas, quienes a menudo se encuentran en un estado de vulnerabilidad emocional. Muchas de ellas buscan justicia no solo por los animales, sino también como una forma de procesar su propio dolor:

  • Vínculo emocional profundo con los animales: Para nuestras clientas, los animales no son “propiedad”, ni “objetos de derecho”, sino seres queridos cuya pérdida o sufrimiento generan un impacto emocional similar al duelo por un familiar humano.
  • Culpabilidad y autoexigencia: Algunas clientas cargan con una sensación de culpa por no haber podido evitar el daño. Este sentimiento puede trasladarse a la abogada, quien se convierte en una receptora de emociones intensas.
  • Expectativas desmedidas: Muchas clientas esperan que el sistema judicial ofrezca una reparación total a su sufrimiento y al de los animales, lo que pone una presión adicional sobre la profesional, quien debe gestionar tanto las expectativas como las realidades jurídicas.

Síntomas comunes de la fatiga por compasión

En este contexto, los síntomas de la fatiga por compasión en abogacía especializada en Derecho Animal pueden incluir:

  • Cansancio extremo: Sentirse agotada después de escuchar historias de maltrato o tras reuniones emocionalmente intensas con clientas.
  • Sobrecarga empática: Una sensación de “absorber” el sufrimiento tanto de los animales como de las clientas.
  • Irritabilidad y distanciamiento emocional: La profesional puede volverse cínica o desarrollar mecanismos de defensa que la alejen de la empatía inicial.
  • Pérdida de propósito: Una sensación de inutilidad o desesperanza, especialmente en casos en los que la justicia no responde como se espera.

Estrategias para prevenir y gestionar la fatiga por compasión

Aunque el desgaste emocional es inherente al trabajo en Derecho Animal, existen estrategias que pueden ayudar a manejar esta carga (puesto que nuestra gestión emocional será clave en este aspecto):

  1. Establecer límites emocionales claros: Si bien la empatía es esencial, la abogacía no debe convertirse en la principal receptora del dolor de las clientas. Es importante aprender a escuchar sin absorber emocionalmente el sufrimiento.
  2. Practicar el autocuidado: La fatiga por compasión no solo afecta a la mente, sino también el cuerpo. Actividades como la meditación, el ejercicio, la terapia con profesionales, el tiempo al aire libre y con animales que son felices, el tiempo de calidad con nuestro entorno seguro, compartir experiencias con otras profesionales del sector que también se cuiden, la práctica del mindfulness… son algunas herramientas clave para recargar energías.
  3. Formar una red de apoyo profesional: La abogacía que trabajamos en Derecho Animal debemos buscar espacios seguros para compartir experiencias, ya sea en asociaciones profesionales, grupos de apoyo o con supervisión psicológica especializada (o más de una).
  4. Gestión de expectativas con las clientas: Ayudar a las clientas a entender los límites del sistema legal y establecer objetivos claros puede reducir la presión emocional sobre la abogada.
  5. Celebrar los pequeños logros: Aunque el sistema judicial puede ser lento y frustrante, reconocer cada victoria, incluso las más pequeñas, refuerza el sentido de propósito y el impacto positivo del trabajo.
  6. Buscar formación continua: Adquirir herramientas en manejo emocional e inteligencia emocional permite gestionar mejor la carga emocional que conlleva este tipo de práctica.

El sistema judicial y la fatiga por compasión

El sistema judicial debería reconocer el impacto emocional del Derecho Animal no solo sobre las víctimas humanas y no humanas, sino también sobre las profesionales que luchamos en este ámbito. Instituir programas de apoyo psicológico para las abogadas y fomentar una cultura laboral que priorice la salud mental es clave para garantizar que este desgaste no se convierta en un obstáculo para la justicia.

Conclusión: cuidar a quienes cuidan

El Derecho Animal no es solo un ejercicio técnico-jurídico, sino un compromiso profundo con la justicia y la empatía. La abogacía de esta especialidad enfrentamos un reto grande: no solo debemos luchar contra la crueldad hacia los animales, sino también acompañar a sus clientas en sus procesos de dolor. Esta doble carga emocional convierte al derecho animal en una de las áreas más exigentes del ejercicio jurídico.

Reconocer la fatiga por compasión como una realidad inherente al ejercicio del Derecho Animal es el primer paso hacia una práctica más sostenible. Proteger a quienes dedican su vida a la defensa de los animales es esencial para garantizar una defensa fuerte y resiliente para quienes la necesitan. Porque, al final, la justicia no solo depende de las leyes, sino también del bienestar de quienes luchan para que se cumplan.

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