08 agosto 2019

Pipicans: ¿convivencia o desavenencia?

Vanessa Sánchez Lao. Abogada-socia en Mireia Serra Advocats. Miembro de la Comisión de Derecho Animal del Colegio de Abogados de Terrassa. Abogada-voluntaria Asociación por el Bienestar Animal IMPROCAN. Abogada-voluntaria Asociación DAP (Defensa Animal Professional).

El pasado domingo 9 de junio de 2019, algunos pipicans de la ciudad de Terrassa (Barcelona), amanecieron con una nota anónima amenazante en la que se informaba a los usuarios que se había rociado la zona con sulfato de estricnina, un producto químico altamente venenoso e incluso mortal para los animales.

A la vista de tal amenaza y a fin de evitar graves consecuencias, desde Policía Local de Terrassa se procedió a precintar los nueve espacios de libre circulación de Terrassa, una ciudad con 219.000 habitantes y en la que casi el 50% de las familias tienen un animal de compañía. El cierre de 8 de los 9 espacios continuó hasta el día 13 de junio y a fecha de hoy aún continúa cerrado el noveno de ellos.

Pese a que los primeros análisis y exámenes llevados a cabo por el servicio de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Terrassa no han dado positivo en estricnina, el miedo está presente en propietarios y usuarios habituales de los pipicans, acudiendo a ellos con reticencias por lo que pueda ocurrir.

Este suceso ha hecho que muchos vecinos se planteen qué acciones legales podrían emprender en caso de que un animal muriera envenenado por alguna substancia rociada en la vía pública.

El envenenamiento de animales está tipificado per se, como delito en el artículo 336 del Código Penal, concretamente este artículo establece:

El que, sin estar legalmente autorizado, emplee para la caza o pesca veneno, medios explosivos u otros instrumentos o artes de similar eficacia destructiva o no selectiva para la fauna, será castigado con la pena de prisión de cuatro meses a dos años o multa de ocho a veinticuatro meses y, en cualquier caso, la de inhabilitación especial para profesión u oficio e inhabilitación especial para el ejercicio del derecho a cazar o pescar por tiempo de uno a tres años. Si el daño causado fuera de notoria importancia, se impondrá la pena de prisión antes mencionada en su mitad superior”.

Dicho delito sería de peligro abstracto, ya que el mero uso del veneno supondría poder dirigir acusación contra aquella persona que, sin disponer de autorización, ponga en riesgo la vida de los animales con dichos métodos.

En caso de que el envenenamiento produzca lesiones a cualquier animal no considerado como animal salvaje, estaríamos ante un concurso de delitos, ya que no sólo se produciría el envenenamiento, sino que también estaríamos ante un delito de maltrato previsto y penado en el artículo 337 del Código Penal.

Cómo proceder en caso de envenenamiento:

Cuando nos encontramos ante un posible caso de envenenamiento, es importante saber cómo proceder. En caso que el animal envenenado muera in situ en el pipican, es aconsejable no tocar ni mover el cadáver y avisar inmediatamente a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad competentes, y ello en aras de evitar romper la cadena de custodia de las potenciales pruebas que se puedan obtener.

Hay que ser consciente, sin embargo, de que en este tipo de hechos delictivos es muy difícil llegar a identificar al autor, ya que en la mayoría de pipicans (como sucede en Terrassa), no existen medidas disuasorias, como cámaras de video vigilancia, de manera que ante la falta de testigos o de atraparse al sujeto in fraganti, difícilmente se podrá obtener una resolución condenatoria.

Si, en cambio, el animal empieza a presentar síntomas, pero no ha fallecido, es importante llevarlo inmediatamente al veterinario, solicitar que se le hagan cuantas pruebas sean necesarias y que nos faciliten copia de los resultados de las pruebas, así como del informe veterinario y, por supuesto, avisar rápidamente a las autoridades para que precinten el recinto y tomen muestras.

Es importante DENUNCIAR, tanto si el animal fallece como si sobrevive, hay que interponer la correspondiente denuncia ante la autoridad competente o ante el Juzgado de Guardia, para que se investigue lo sucedido y se intente identificar al autor de los hechos.

Asimismo, es importante denunciar las amenazas de envenenamiento, como en este caso se ha hecho desde DAP (Defensa Animal Profesional), ya que es la manera de exigir a los consistorios la investigación de hechos de este tipo, dejando constancia por escrito y abriendo la puerta a otras posibles vías en caso de envenenamientos efectivos.

Pese a que ningún amante de los animales, ni ninguna persona en su sano juicio, puede llegar a comprender que alguien sea capaz de hacer daño a un animal de esta manera, lamentablemente este tipo de conductas son más habituales de lo que desearíamos. Las peleas entre vecinos por molestias derivadas de la tenencia de perros, el descontento de algunos usuarios de parques por la presencia de animales en el espacio público o incluso ciudadanos hartos del olor de los orines y el incivismo de los tenedores de animales que no recogen los excrementos de sus perros en la vía pública, son un motivo habitual por el que se envenenan animales.

Esperamos que con la creación de la nueva Consejería de Bienestar Animal que se va a implantar en el Ayuntamiento de Terrassa, se puedan llegar a erradicar estas conductas delictivas, ya sea implantando medidas disuasorias, como la instalación de cámaras de videovigilancia en los pipicans de la ciudad, como apostando por campañas de sensibilización contra el maltrato y de tenencia responsable, que consigan que tanto los amantes de los animales como los que no lo son tanto, lleguen a entenderse y sobretodo a respetarse, primero por mejorar la convivencia en la ciudad, pero lo más importante, para que se deje de poner en riesgo la vida de nuestros más fieles amigos.

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