20 octubre 2020

Jóvenes valientes: una nueva esperanza

Laura FauqueurPor Laura Fauqueur
TWITTER @laurafauq

Con la vuelta al cole llegaron nuevas ediciones (o primeras ediciones en algunos casos) de programas de formación en legaltech para abogados: CEU IAM, Complutense, ICAM, IE, ESADE, Francisco de Vitoria, UNIR, y seguro que me dejo algunos… por solo hablar de España, pues el fenómeno es internacional. Y las universidades y escuelas que aún no las tienen las están preparando y las sacarán en los próximos meses.

Por mi parte, di comienzo el viernes a la 2ª edición del máster legaltech del CEU IAM que tengo el honor (y la gran responsabilidad) de dirigir. En formato híbrido, eso sí, pero con alumnos muy reales y por mi parte, muchas ganas de transmitir lo (poco) que sé y, sobre todo, todas las oportunidades que ofrece este sector.

Me consta que los demás programas legaltech tienen también sus aulas llenas (bueno, medio llenas, por aquello de la nueva normalidad…). A lo que me refiero es que ya hemos superado la incredulidad hacia el mundo de la legaltech y los profesionales, en su mayoría, ya son conscientes de la necesidad de formarse a aquello.

Para mí, la gran diferencia entre este curso y el pasado reside en el perfil del alumnado. Si el año pasado, los estudiantes eran profesionales con años (sean pocos o muchos) de experiencia en despachos o in-house, esta segunda promoción la componen en su mayoría jóvenes que están empezando su carrera profesional e incluso, que están cursando el máster de acceso a la abogacía a la vez que el de legaltech.

Lo obvio es que mientras yo cada vez (des)peino más canas, la media de edad de los profesionales que se apuntan al máster va bajando. Lo menos obvio, pero mucho más interesante, es entender que está pasando, es decir, porqué hasta ahora se matriculaban profesionales experimentados que se daban cuenta en su vida laboral diaria que necesitaban aprender de aquello para mejorar su forma de trabajar, abrirse a otras oportunidades, entender a sus clientes, etc., y ahora son jóvenes que apenas han llegado a poner un pie en la abogacía quienes se apuntan.

Es decir, mientras en el curso pasado, los alumnos eran en su mayoría abogados en activo con una o más especialidades que se interesaban por la materia para añadir más competencias “por adición” a su ya nutrido currículum, ahora son muchos jóvenes que entienden que, para incorporarse al mundo de la abogacía, deben estar formados en legaltech desde sus inicios en la profesión, es decir, “por defecto”.

¿Por qué se da este cambio?

Por un lado, creo que la evolución del sector hace que muchos recién graduados se den cuenta de que necesitan algo más para poder integrar la vida profesional y saben que la carrera no los ha preparado para esta parte. Lo ven como un complemento necesario para iniciar su aventura profesional.

Por otro lado, el año 2020 ha puesto de manifiesto que o eres digital, o difícilmente sobrevives profesionalmente a una pandemia.

Y finalmente, los conceptos se están definiendo entre tecnología, transformación digital y legaltech, permitiendo a los más jóvenes entender que, por mucho que sean usuarios proficientes de la tecnología para su vida cotidiana, que manejen redes sociales de forma sobresaliente, y que hagan un video-montaje en 2 minutos, necesitan adquirir conocimientos y habilidades específicos para lograr entender, utilizar – y porque no, inventar – cómo la tecnología aplica a su (futura) profesión pues ya es, y lo será mucho más en los próximos años, una parte integrante del oficio del abogado.

Me atrevo a pensar que lo siguiente será que los futuros juristas traigan formación legaltech “por diseño”, es decir, que será parte integrante de la carrera de derecho. Pero para ello hay que lograr modificar los planes de estudio, con validación de ANECA, formación del profesorado, etc. De la misma forma que las escuelas han integrado formación en informática en las aulas, algún día la formación tecnológica y legaltech será parte de los estudios de derecho.

Auguro entonces que durante cierto tiempo – años o décadas – convivirán abogados formados “por adición” con otros “por defecto” y, ojalá pronto, otros que habrán recibido esta formación “por diseño”. Algo que, por cierto, beneficiará a todas las profesiones jurídicas y no solamente a la abogacía.

Mientras tanto, quienes dirigimos y enseñamos estos programas seguiremos acogiendo a los alumnos de tantas universidades y escuelas que se atreven, desde la humildad y la ilusión, a invertir tiempo y dinero en su formación cuando no saben ni como ni cuando lograrán entrar en el mundo de la abogacía, y procuraremos dar lo mejor de nosotros mismos para prepararlos para lo imprevisible…

¡Bienvenidos, valientes! Que la fuerza de la legaltech os acompañe :)

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