19 abril 2022

Asistente, dime si voy a ganar el juicio

La inteligencia artificial, el machine learning, el Big Data, el teletrabajo y Rosalía me temo que han llegado a nuestros días para quedarse y no nos va a quedar más remedio que adaptarnos a ellos si queremos salir adelante. Pero ¿en qué consiste todo esto y en qué nos puede ayudar en nuestro trabajo?

Retrocedamos en el tiempo.

En 1959 el ingeniero de IBM Arthur L. Samuel realizó un programa para jugar a las damas. Este programa tenía un algoritmo que iba aprendiendo a medida que se ejecutaba sucesivamente. Cuanto más se ejecutaba, más iba aprendiendo y los resultados iban mejorando. Esto es lo que se conoce como machine learning.

Basándose en estos principios, empezaron a desarrollarse algoritmos que eran capaces de aprender patrones de escritura, identificar imágenes, sonidos, etc.

Un acontecimiento muy mediático se produjo en 1997, cuando un programa llamado DeepBlue desarrollado por IBM y entrenado con millones de jugadas con la técnica de autoaprendizaje de machine learning fue capaz de derrotar al ajedrecista Garry Kasparov.

Gracias a todos los servicios en la nube, y la capacidad de almacenamiento actual, el machine learning y la inteligencia artificial se han incorporado a nuestra vida diaria.

Desde el reconocimiento facial que usan los dispositivos móviles, los navegadores GPS, los sistemas de conducción autónoma, los anuncios que se te muestran mientras navegas, las recomendaciones de productos e incluso las películas y series que están produciendo las grandes plataformas no serían actualmente posibles sin el uso de estas tecnologías.

¿Y en el mundo jurídico cómo se están integrando estas tecnologías actualmente?

  • Revisiones de contratos: La inteligencia artificial revisa los contratos e indica qué términos son aceptables y cuáles pueden plantear algún problema.
  • Análisis de contratos: La inteligencia artificial revisa los contratos (por muy densos que sean) y evalúan los datos cruciales de dichos documentos.
  • Investigación jurídica: Gracias a estas tecnologías, los sistemas inteligentes son capaces de proporcionarnos los recursos de datos legales más adecuados a nuestro caso.
  • Predicción de litigios: Basándose en patrones de una gran cantidad de litigios, es capaz de predecir el resultado del resultado, permitiendo a los abogados adoptar la mejor estrategia.
  • Análisis y clasificación automática de documentos: Gracias a estas tecnologías se pueden automatizar muchísimas tareas incluso llegando a generar automáticamente documentos para ser usados en los juicios o incluso generar las facturas a los clientes.

Como dejamos el grueso del trabajo a las ‘máquinas’ siempre nos surgirá un problema ético y moral y más cuando está en sus manos el futuro judicial de personas.

En los sistemas de conducción autónoma hay un dilema moral basado en el dilema del tranvía (que fue formulado en 1967): Imagina un coche autónomo con los frenos rotos yendo a toda velocidad hacia una abuela y un niño. Si se desvía solo puede salvar a uno de ellos. El algoritmo del coche va a ser el que elija finalmente. ¿La decisión tomada será la correcta?

Hay que ser extremadamente cuidadoso en este aspecto. En algunos países, el uso de estos sistemas ya ha sido regulado por las autoridades judiciales e incluso la Unesco ya ha tomado cartas en el asunto dando unas recomendaciones al respecto del uso de estas tecnologías.

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