
Innovación Legal
10 marzo 2025
Por Jordi Estalella
TWITTER @jordiestalella
En el sector legal, la inteligencia artificial (IA) ha pasado de ser una idea futurista a una realidad con impacto tangible. Sin embargo, en medio de la avalancha de titulares que proclaman el fin de la abogacía tal como la conocemos, es fácil perder de vista lo esencial: la tecnología por sí sola no es la que transforma la profesión, sino el liderazgo de quienes la implementan.
Los socios de firmas y los directores de asesorías jurídicas no pueden darse el lujo de adoptar una postura pasiva frente a la IA. Pero tampoco deben dejarse arrastrar por la euforia tecnológica sin una reflexión estratégica. La clave no está en sumarse al cambio por inercia, sino en dirigirlo con visión, asegurando que la adopción de la IA responda a una estrategia clara y no a una moda pasajera.
Liderazgo en tiempos de transformación
Las revoluciones tecnológicas generan reacciones opuestas. Algunos profesionales se dejan llevar por la promesa de una automatización sin límites, invirtiendo en herramientas que quizá nunca lleguen a integrarse de manera efectiva en sus procesos. Otros, en cambio, observan el fenómeno con escepticismo y prefieren no hacer nada, confiando en que la tradición del sector se mantendrá inalterada. Ambas posturas pueden ser peligrosas.
La historia ha demostrado que la tecnología solo tiene un impacto real cuando se alinea con una estrategia bien definida. La intervención de Estados Unidos en Vietnam o, más recientemente en Afganistán, con el calamitoso final para la superpotencia, dejó una lección clara: disponer de la maquinaria bélica más avanzada no garantizó la victoria, pues la estrategia de fondo era errónea. Algo similar ocurre con la IA en el sector legal. No basta con implementar software sofisticado si no se tiene claro cuál es su propósito ni cómo encaja en la estructura y cultura del despacho.
El verdadero liderazgo en la era de la IA no se limita a la compra de herramientas digitales. Exige un entendimiento profundo de cómo la tecnología puede mejorar la práctica jurídica y, sobre todo, cómo puede integrarse en el modelo de negocio sin alterar los valores esenciales del ejercicio profesional.
La visión estratégica del líder en el sector jurídico
Adoptar la IA de manera inteligente implica más que una simple actualización tecnológica; requiere una transformación en la mentalidad de los líderes del sector. No se trata de preguntarse qué herramientas existen en el mercado, sino de analizar qué problemas concretos pueden resolverse con su implementación.
Un despacho que basa su reputación en la cercanía con el cliente y la personalización del servicio no debería adoptar sistemas automatizados que lo alejen de ese valor diferencial. Del mismo modo, una asesoría jurídica con una alta carga de trabajo repetitivo y documental podría beneficiarse enormemente de la automatización, liberando tiempo para tareas de mayor valor estratégico.
Esta reflexión no puede quedar relegada a un segundo plano. La transformación digital requiere liderazgo, y eso implica tomar decisiones basadas en datos y no en suposiciones. Es fundamental evaluar con precisión en qué áreas la IA puede generar impacto, medir su rentabilidad y establecer mecanismos para su correcta implementación.
Liderar el cambio, no relegarlo
Uno de los grandes desafíos en la adopción de la IA es la resistencia al cambio. Muchos abogados ven en la automatización una amenaza a su trabajo, cuando en realidad su mayor potencial está en mejorar la eficiencia y permitir que los profesionales se concentren en actividades que realmente requieren criterio humano.
Aquí es donde el liderazgo adquiere un papel crucial. No se trata solo de introducir tecnología, sino de gestionar el impacto que tendrá en la cultura del despacho o de la asesoría. Un líder efectivo no impone el cambio, sino que lo comunica de manera clara, mostrando a su equipo cómo la IA puede ser una aliada en lugar de una competidora.
El error de muchas firmas radica en creer que la adopción de nuevas tecnologías es solo un problema técnico, cuando en realidad es un proceso de gestión del talento. La mejor estrategia para reducir la resistencia es la formación. Un abogado que entiende cómo funciona la IA y qué ventajas le ofrece es menos propenso a rechazarla. Por ello, los líderes deben asegurarse de que sus equipos estén preparados y motivados para utilizar estas herramientas, en lugar de verlas con desconfianza.
La IA no reemplazará el juicio humano
A pesar del avance de la IA en el sector legal, su capacidad sigue siendo limitada en comparación con el criterio de un abogado experimentado. La interrelación con el cliente, la interpretación de la ley en contextos específicos y la creatividad en la argumentación jurídica son aspectos que, por ahora, ninguna máquina puede replicar de manera efectiva.
El cine ofrece un paralelismo interesante. Cuando el sonido llegó a Hollywood, muchos actores del cine mudo fueron descartados porque no se adaptaban a la nueva era. Sin embargo, la esencia del cine no cambió: seguía necesitando talento humano para contar historias. Lo mismo ocurre con la abogacía. La IA podrá asistir en la recopilación de información y en el análisis de datos, pero las decisiones estratégicas y la gestión de conflictos seguirán dependiendo del juicio humano.
La tecnología no reemplaza la abogacía, pero sí está cambiando su dinámica. Los líderes del sector deben entender este cambio y aprovecharlo a su favor, sin caer en la trampa de creer que la IA resolverá todos los problemas de forma automática.
Un liderazgo con propósito
La inteligencia artificial está transformando el sector legal, pero el impacto de esta transformación dependerá del liderazgo con el que se gestione. Los socios y directores de asesorías jurídicas tienen la responsabilidad de dirigir este cambio con una visión clara, evitando tanto la inacción como la adopción irreflexiva de tecnología.
El éxito no vendrá determinado por la sofisticación de las herramientas, sino por la capacidad de los líderes para integrarlas de manera efectiva en su modelo de negocio. La IA bien gestionada puede ser una ventaja competitiva, pero su verdadero valor radica en cómo se usa, no en el hecho de tenerla.
Más que nunca, el liderazgo en el sector legal requiere un equilibrio entre pragmatismo y visión de futuro. No se trata de resistirse al cambio ni de subirse a la ola tecnológica sin reflexión. Se trata de liderar la transformación con criterio, asegurando que la IA sea una herramienta de apoyo y no un sustituto de lo que hace única a la abogacía: su capacidad de comprender, interpretar y resolver problemas humanos.