Innovación Legal
26 abril 2021
Creatividad para vencer el ‘fiu’
Por Laura Fauqueur
TWITTER @laurafauq
Los tahitianos, un pueblo tradicionalmente muy flemático, tienen una expresión muy especial que usan en numerosos contextos: estar “fiu”. Significa estar sometido a un gran cansancio físico o mental, estar harto, sin ganas ni motivaciones. Es una actitud vital que se refleja en el diario de los isleños. Se puede estar fiu de alguien, fiu de algo, fiu de una situación, fiu de uno mismo…
Creo que no hay expresión que mejor describa el estado anímico de la sociedad hoy en día, más de un año después del inicio de la pandemia.
Desgana. Hartazgo. Desesperación. Agotamiento. Estrés. Carga mental. Esclavitud del trabajo (o del desempleo). Falta de libertad. De esperanza. De paciencia. De querencia. Incertidumbre. Desconcierto. Fatiga pandémica. Fatiga tecnológica. Sequía cerebral. Malestar anímico. Presión. Depresión. Aburrimiento. En resumen: fiu.
Estos calificativos han sido usados por abogados con quienes he estado hablando en las últimas semanas (todos menos estar fiu, claro está, pues ni sé si alguien más aparte de mí emplea esta expresión polinesia en España). Algunos letrados trabajan por cuenta propia. Otros en despachos pequeños o medianos. Otros, en despachos grandes o inmensos. Me ha llamado mucho la atención la negatividad que impregnaba el discurso de todos ellos, independientemente de dónde, para y con quienes trabajaban. En resumen, es el fiu de la abogacía.
Por mi parte, llevo ya unos años practicando el design thinking para trabajar y solucionar problemas.
El design thinking es una metodología creativa de resolución de problemas popularizada en Stanford y Sillicon Valley, consistente en buscar soluciones a la intersección de la deseabilidad (lo que se quiere hacer), la factibilidad (si se puede hacer, técnica y tecnológicamente) y la viabilidad (si hay mercado y sería rentable), y completamente centrada en el usuario. Un proceso de design thinking se compone de varias fases para cubrir 3 actividades principales: inspiración, ideación e implementación. Se potencia el uso de los 2 tipos de pensamientos: el divergente y el convergente, y se utiliza para inventar objetos, servicios, productos, sistemas, etc.
Pues bien, mi experiencia usando esta técnica es precisamente la opuesta a los calificativos que el lector habrá podido ver en el primer párrafo y sentir en su fuero interior
De hecho, en los talleres que organizo, sea para proyectos concretos o para formación, el retorno de los participantes suele ser: diversión, libertad, creatividad, confianza, aprendizaje, colaboración, a prueba de futuro, etc.
Sin embargo, no fue hasta que relacioné ambos temas (el fiu de los abogados vs. la satisfacción del design thinking) que me he dado cuenta de mi gran equivocación:
Llevo ya un buen tiempo pregonando los beneficios del design thinking en la justicia. Pero realmente de lo que estaba hablando, era sólo de resultados. De cómo usando design thinking mejorábamos el acceso a la justicia y su funcionamiento, los procesos jurídicos, los servicios legales, la construcción y adopción de legaltech, etc.
Sin embargo, no estaba hablando de lo más importante y beneficioso del uso de esta metodología: el camino. No he hablado de cómo usando design thinking podíamos convertir un trabajo a primera vista aburrido en algo apasionante, de cómo podíamos despertar y confiar en nuestra creatividad, de cómo podíamos reírnos muchas veces en un día, y todo ello encontrando muchas mejoras para nuestras formas de trabajar y de abordar los problemas.
¿Tienes ganas de jugar? ¿De reírte? ¿De crear y de impactar con lo que haces? ¿De forjar relaciones humanas de confianza y colaboración con otros profesionales?
Si tienes la sensación de que tu trabajo diario ya te aporta todos estos momentos felices, es que has encontrado la forma de estimular tu espíritu, sea la que sea, y te felicito.
Si a la inversa, no encuentras la forma de vivir estos momentos en tu trabajo actual, puede que no sea por el trabajo en sí, sino por tu forma de abordarlo. Inténtalo de otra manera. Cambia el enfoque. Prueba el design thinking.
Esta metodología, con sus distintas fases y sus ejercicios dentro de cada una de ella, es muy lúdica. Abordar una situación seria con unos ojos nuevos y una confianza creativa muy entrenada nos permite encontrar soluciones distintas, disruptivas, eficientes, pero siempre disfrutando y aprendiendo intensamente del proceso.
Quienes la practicamos nos regimos por la empatía, la escucha, la creatividad, la colaboración y la iteración. Nuestra forma de capear el temporal de nubes grises es con un batallón de colores y mucha ilusión. ¡Y funciona!
No podemos quedarnos en el fiu. Toca inventar. Innovar. Reinventar. Re-innovar. Ser creativo es el nuevo grial. ¿Y tú, qué haces? ¿Te apuntas?