Innovación Legal
31 mayo 2021
Efectos post pandemia en el sector legal
Por Eva Bruch
TWITTER @evabruch
Si hay algo que todos vivimos durante la pandemia fue la enorme cantidad de videoconferencias en las que abogados, consultores, periodistas, futuristas y profesionales de perfiles diversos teorizamos y especulamos sobre el futuro inmediato del sector y cómo los efectos post pandémicos moldearían tanto las estructuras físicas de los despachos como la demanda de servicios jurídicos y la forma de prestarlos.
Parece ser que la alarma sanitaria está llegando a un punto definitivo de inflexión gracias al buen ritmo de vacunación que finalmente se ha alcanzado y el inicio del periodo estival, por lo que ahora ya sí, empieza a vislumbrarse el final de una etapa que se ha dilatado en el tiempo mucho más de lo que cualquiera hubiera podido imaginar. Ante este posible y cercano final, empresas y despachos andan atareados preparando “la vuelta a la normalidad” aunque algunas señales indican que este regreso, tal y como acertadamente se apuntó por la mayoría de comentaristas, será un regreso a una “nueva normalidad”, una normalidad distinta, alterada, condicionada, diversa y posiblemente más humana.
Una de las señales más evidentes de este cambio de normalidad es la forma en que se hará el regreso a las oficinas. Algunos despachos y empresas ya dan por hecho que no van a volver a las oficinas o por lo menos lo harán de una forma muy distinta a la pre pandemia. El teletrabajo ha demostrado tener aspectos muy positivos, nos hemos dado cuenta que no es necesario viajar todas las semanas para reuniones que pueden hacerse online, que aprovechamos mejor el tiempo al eliminar o reducir los desplazamientos, gastamos menos, contaminamos menos, el trabajo sale igual… pero también tiene sus puntos grises. Es por eso que estamos viendo a muchos bufetes y asesorías que deciden apostar por modelos mixtos, precisamente para aprovechar las ventajas de ambos formatos: una mayor flexibilidad y mejor conciliación pero también la posibilidad de socializar y relacionarse con los compañeros de oficina dos o tres veces por semana, salir de casa, comer fuera, tomar un café con un cliente, etc…
A pesar de ello, este modelo no es el preferido de todos los despachos y los pocos que están intentando volver a la presencialidad total, están hallando elevadas cuotas de resistencia por parte de los profesionales que, habiendo demostrado que pueden trabajar igual, no están dispuestos a ceder por completo el terreno ganado. Sin duda el teletrabajo, en cualquiera de sus múltiples formatos, ha entrado con fuerza en el terreno de juego por la atracción y retención del talento.
Otra señal de esta nueva normalidad, quizás menos visible pero mucho más intensa, es la evidente falta de herramientas tecnológicas que faciliten la gestión del día a día de los despachos y acompañen su estrategia. Este últimos dieciocho meses se han evidenciado las carencias en ambos aspectos y en estos momentos un número importante de despachos y asesorías jurídicas están empezando a implementar herramientas de gestión o bien renovando aquellas que les han acompañado los últimos años y que han quedado superadas porque ya no les aportan suficiente valor. Estamos asistiendo al cambio de sistemas CRM, de ERPs, se complementan estos sistemas con verticales específicos para automatizar documentos, para gestionar el ciclo de vida de los contratos, se instalan herramientas para la gestión automática de dietas y suplidos, se diseñan aplicaciones de móvil para gestionar los temas más variados como la aprobación de entradas en el blog corporativo con un simple click o gestionar los procesos de onboarding. El rediseño de procesos para hacerlos más eficientes se ha convertido en algo imprescindible en todo despacho o asesoría así como la necesidad de tener sistemas de reporting mediante los que obtener información e indicadores clave de negocio.
La correcta elección del elenco tecnológico, aquél que mejor acompañe la particular estrategia de cada despacho, no es una ciencia exacta ni tampoco exenta de riesgos, pero es determinante mejorar la forma de trabajar de los profesionales. La implementación de herramientas que faciliten el día a día de los abogados, no que les añadan complejidad, se está convirtiendo también en otro elemento más en la captación de talento: a similares condiciones, el disponer de determinadas herramientas facilitadoras ya forma parte integrante de los elementos que pueden inclinar la balanza en un sentido u otro en la elección entre dos despachos.
Algo ha cambiado estos últimos meses. El sector ha cambiado. Los despachos son distintos, más humanos, las asesorías quieren mostrar y demostrar el valor que aportan a negocio, los profesionales han tomado consciencia de su poder de negociación y parece que todos están llegando a un punto de equilibrio que configura esta nueva normalidad: un sector jurídico más avanzado, más abierto, más preparado y mucho más competitivo.
Eva Bruch
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