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Innovación Legal
12 julio 2022
Por Laura Fauqueur
TWITTER @laurafauq
Cada vez que me toca escribir un artículo para el blog de Innovación de la Abogacía española, lo primero que hago en entrar y asegurarme de haber leído las últimas entradas de los compañeros. Porque me gustan, y también para no tratar un tema idéntico al que acaban de cubrir ellos. Así es como vi el último post de Bárbara Román sobre Dieta digital, que no me había leído aún. Me ha parecido tan excelente como necesario, y me ha convencido para decidir – “une fois n’est pas coutume”, como decimos en Francia– abordar sino exactamente el mismo tema, uno muy relacionado: es el FOMO de la innovación.
¿Sabes qué es el FOMO? Es una sigla que viene del inglés “Fear Of Missing Out”, que traducido al castellano sería algo como “Miedo a perderse algo”. Esta muy asociado al mundo digital en general y a las redes sociales en particular. El término ya tiene su entrada en español en la Wikipedia, lo que nos puede hacer pensar que es algo ya muy extendido en la sociedad. Realmente, se trata de la sensación de querer estar en todo, leerlo todo, asistir a todo, etc. por miedo a perderse algo interesante y/o importante y frustrarse por no conseguirlo. ¿Alguna vez te has sentido así? Estoy segura de que sí, que has tenido FOMO en algún momento, pero quizás sabías que eso tenía nombre (o más bien acrónimo) o que has pensado alguna vez que lo tenían otras personas (hiperactivas) de tu entorno. A la larga, termina provocando, según Wikipedia y personas que lo viven, ansiedad, depresión y miedo.
Puesto que por fin se habla abiertamente de salud mental y de la importancia que le debemos dar, querría volver a colocar las cosas en su sitio en cuanto a innovación ya que me dedico a ello.
Innovar no es un fin en sí, al menos no lo es para un abogado, un despacho o una asesoría interna. Buscamos innovar para mejorar nuestro trabajo, ser más eficientes, mejorar nuestros servicios, ganar tiempo, satisfacer mejor las necesidades de nuestros clientes o las nuestras propias. Por ello, no todo vale, y no todo nos sirve. La fórmula innovadora que encuentre un despacho internacional con miles de abogados repartidos por todo el mundo no le servirá a un despacho unipersonal, por ejemplo.
Aparte, cuanto más trabajo en el ámbito de la innovación, más tengo la certeza de que no es algo que se aprende escuchando o leyendo: es algo que se hace. O es experiencial o no funciona.
Por ello, aunque consigas apuntarte a una charla que divulgue la receta de la Coca Cola, no te vas a poner tú a fabricarlo, por lo que no te servirá. Así que no puedo hacer más que recomendarte seguir los consejos de Bárbara Román y ponerte a dieta de contenidos digitales, aparte de añadir que también te puedes poner a dieta de contenidos analógicos.
Aparte, es muy importante que tomes en cuenta una cosa: mucho contenido – digital o analógico – sobre innovación no está concebido para enseñarte nada, ni a ti, ni tampoco a otros, y mucho menos a los competidores directos de quienes organizan estas cosas: las hacen para destacar lo innovadores que son y, en muchos casos, como pura herramienta de marketing.
Ya que este artículo que lees ahora será, si nos has hecho caso a Bárbara y a mí, el último sobre innovación hasta que, al menos, vuelvas de vacaciones, terminaré contándote los tres secretos de la innovación:
Y estás de suerte, puesto que podrás ejercitar estas tres habilidades ESTANDO DE VACACIONES Y PASÁNDOTELO BIEN de tal forma que volverás de tu merecidísimo descanso con ideas nuevas, humor mejorado y ganas de innovar, todo eso aun siguiendo una estrictísima dieta de contenidos digitales.
En conclusión, quiero asegurarme de que hayas entendido el mensaje: tu fórmula para la innovación no está en un post de LinkedIn o de Twitter. Ni tampoco en un webinar sobre innovación. Harás mejor para tu negocio y para ti marchándote de fin de semana o de vacaciones que asistiendo al enésimo evento sobre Innovación leyendo este post.
Así que, con eso y un bizcocho, te deseo un feliz verano, ¡innovador y sin FOMO!